La primera vez que se les vio fue en un vídeo que se publicó en YouTube sobre una resolución diáfana y patente: unas cinco o seis mujeres con máscaras improvisadas hechas con medias o con la parte superior de sus overoles color naranja —el uniforme en el centro de detención—, con la cámara un poco fuera de foco, mientras se agrupaban alrededor de la computadora para hacer ese vídeo, con la esperanza que así salvarían sus vidas. Después, se les unieron otras mujeres con pancartas escritas en pedazos de cartón: ¡Hay personas enfermas! ¡Ayuda por favor! ¡Somos Vulnerables! ¡Somos Madres! ¡Libertad!
Una por una, dan un paso hacia adelante y hablan sobre sus temores, mientras también piden ayuda.
“Nos da miedo estar encarceladas aquí y de también morir aquí”.
“Lo único que deseamos es que la gente escuche con su conciencia y con sus corazones, porque en este lugar hay muchas madres que están sufriendo tantas cosas, tantas humillaciones”.
“¡Tenemos derecho a vivir! No contamos con ninguna protección. No tenemos a nuestros hijos e hijas”.
Cautivas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), estas mujeres están detenidas en el famoso centro privado de detención del condado de Irwin en Georgia, el cual es propiedad de LaSalle Corporation, donde Dawn Wooten, una enfermera afroamericana que trabajaba allí, expuso la verdad sobre las esterilizaciones forzadas y el riesgo mortal que corren estas mujeres debido al virus del COVID. Lasalle y otras empresas de centros privados de detención similares forman parte de una creciente industria multibillonaria cuya riqueza han logrado acumular debido a nosotros, los contribuyentes estadounidenses. Nuestros intereses han resultado afectados por las políticas migratorias de ambos partidos. Cuando las mujeres claman que “lo único que deseamos es que la gente escuche con su conciencia y con sus corazones”, ellas hablan como parte de nuestra clase en contra de un sistema económico que es tanto amoral como inhumano.
Estos centros de detención y lo que sucede dentro de los mismos son solo una expresión de la vasta reformulación de la sociedad estadounidense, en la cual el Estado y las corporaciones se han fusionado en un solo ente y funcionan según los intereses de la propiedad privada de la clase gobernante y para las corporaciones, y en contra de los obreros de este país y del resto del mundo. ¿Existe un mejor ejemplo de esto que la catástrofe de la respuesta gubernamental y corporativa frente a la pandemia del COVID-19, caracterizada por escaseces manipuladas, la especulación de precios y ataques a los trabajadores que se organizaron y se pronunciaron públicamente?
Podría parecer que estos ataques a las familias, los cuales provienen de ambos lados de la frontera, así como del resto del mundo, no guardan ninguna relación, pero nuestra lucha es la misma. La lucha por el acceso a máscaras, a espacio para el distanciamiento social y a servicios de salud cuando nos enfermamos. La lucha por protegernos a nosotros mismos y a nuestros niños para que el Estado no transgreda sus derechos o los asesine en su búsqueda por obtener ganancias o debido a la violencia por parte de la policía o del ICE. La lucha por la supervivencia de nuestras familias y comunidades. Las esterilizaciones realizadas en el centro de detención de LaSalle forman parte de esta destrucción sistémica más amplia de nuestras familias, nuestras comunidades y nuestras historias que sustentan las fibras básicas de la vida social. Ellos no solo simplemente buscan dominarnos o desecharnos, sino también erradicarnos como clase.
Las tecnologías digitales, la automatización y la robótica están eliminando la necesidad de contar con mano de obra humana. El rápido desarrollo de la robótica para pasar de realizar simples tareas repetitivas hasta lograr llevar a cabo labores cada vez más complejas, así como los avances alcanzados en el cambo de la inteligencia artificial, están reconfigurando la economía, la naturaleza del trabajo y la propia sociedad. Estos avances están en manos privadas, por lo que solo han dado origen a sufrimiento y privaciones. Nuestra clase se está situando en los márgenes de nuestra existencia y esto hace que represente un peligro para la clase capitalista.
Todos los días y en cada pueblo de los Estados Unidos, nuestra clase está luchando por una mejor vida para nuestras familias y el futuro de nuestros niños. En las manos colectivas de nuestra clase, estas tecnologías científicas y técnicas podrían utilizarse para liberar a la humanidad de trabajos arduos e interminables, para que así las personas puedan llevar una vida libre, segura y feliz. Con ese poder, podríamos ofrecer los recursos necesarios para proteger y establecer nuestras familias, construir nuestras comunidades y reinstaurar una red de vida natural y social.
Este es el mensaje de nuestro tiempo: unidad, esperanza y transformación. Unidad de nuestra clase para nuestros niños y el futuro. Esperanza en nuestro conocimiento para cambiar y lograr un futuro mejor. Transformación en nuestras manos para vivir por primera vez como verdaderos seres humanos. Para obtener más información sobre nuestras organizaciones y la campaña relacionada con los casos de estas madres en el condado de Irvin Georgia, por favor visite el Proyecto Sur (Project South) en: https://projectsouth.org/enough-is-enough/
Publicado el 12 de octubre de 2020
Este artículo originó en Rally, camaradas!
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