Los representantes políticos corporativos de ambos partidos recrudecen su ataque, queriendo detener esta revolución política antes de que arranque. El resultado de las elecciones se está convirtiendo en una cuestión de vida o muerte para millones de americanos. La importancia de campañas electorales como la de Bernie Sanders no sólo son sus programas de beneficios sociales tipo Nuevo Trato (New Deal), sino el hecho de que surgen durante una época de ruptura sistémica. El Nuevo Trato empleó la inversión gubernamental para estabilizar el capitalismo cuando aún era posible expandirse. Pero Sanders está promoviendo su programa en una época en que la economía se está autodestruyendo.
Como señala Andrew Yang, la automatización actual rinde cada vez más innecesaria la mano de obra humana. Dado que, por definición, el capitalismo requiere la compra y venta de la fuerza de trabajo, ni un Nuevo Trato, ni el programa de Sanders ni ningún otro puede al capitalismo. Los revolucionarios luchan por la campaña de Sanders no sólo porque responde a nuestras demandas inmediatas, sino porque abre un debate sobre todo el sistema de propiedad corporativa.
Las Madres Por La Vivienda (MOMS 4 HOUSING)
Al derrumbarse el sistema, la agudización de las luchas de aquellos económicamente desplazados ha impulsado la cuestión de la propiedad en el debate electoral. En Oakland, California, un grupo de madres trabajadoras sin hogar, recientemente desposeídas, ocuparon una casa vacía, propiedad del especulador Wedgewood Property. “Moms 4 Housing“, o “Las Madres por la Vivienda”, organizaron el grupo. Este acto en defensa de sus hijos cuestionó dramáticamente un sistema que protege la propiedad corporativa por encima de la vida de seres humanos. Las madres sostienen que su derecho humano a la vivienda se antepone al “derecho” de los especuladores de mantener el hogar vacante. Esta idea resuena en una población y un electorado que se sienten ellos mismos en riesgo del desahucio y el desamparo. El 13 de enero, unas trescientas personas participaron en el intento de impedir la evicción.
En los últimos dos años, el desamparo en Oakland prácticamente se ha duplicado; se han levantado más de cien campamentos de gente sin hogar, dispersos por casi todos los rincones de la ciudad. Al mismo tiempo, Oakland tiene cuatro residencias vacantes por cada persona sin techo y miles de unidades de vivienda a precio de mercado permanecen desocupadas. Esto es típico de más y más ciudades por todo el país al punto que la administración de Trump anunció que tiene previsto movilizar cuerpos policiales en redadas de personas sin casa para colocarlas en centros de detención gubernamentales.
Las mujeres de Oakland representan la fuerza social que señala el camino adelante para reconstruir la sociedad—la nueva clase de trabajadores expulsados por la tecnología al reemplazarlos. El sistema actual no puede satisfacer las necesidades de esta nueva clase. No lo hará porque ya no dispone de buenos trabajos, pero sí le exige a la gente pagar por sus necesidades. Éste es el fondo del problema, pero a la vez muestra el camino a la solución: una sociedad en que la riqueza se distribuye según la necesidad, no según quien tiene el dinero. La miseria está obligando a la gente a pasar de la palabra a la acción para asegurar su derecho a la vivienda y las demás necesidades.
¿Por qué está pasando esto? Por que la revolución de la automatización ha desencadenado el desempleo permanente y un cambio drástico a favor de empleos a tiempo parcial y temporal que no pagan un sueldo para vivir. Una trabajadora en Oakland tendría que ganar $48.71 la hora para afrontar el costo del alquiler mensual medio. Mientras tanto, las corporaciones se niegan a pagar impuestos para mantener a los trabajadores que ya no necesitan, y se han reducido al mínimo los programas de viviendas.
“Ciudades De Cobertura”
La aparición de las llamadas “ciudades de cobertura” está recrudeciendo la crisis. Las ciudades de cobertura son una nueva forma de propiedad privada y control corporativo. Este término se acuñó en un informe de 2017 del Relator Especial de las Naciones Unidos sobre la Vivienda Adecuada. Con la creciente automatización y el declive en las tasas de ganancia en la manufactura, se desvía cada vez más capital hacia la especulación financiera. Según el Relator, “La financiarización de la vivienda se refiere a cambios estructurales en los mercados de la vivienda y financieros y en la inversión mundial por la cual se considera la vivienda una mera mercancía, un medio de acumular riqueza y, a menudo, una garantía sobre instrumentos financieros que se negocian y venden en los mercados globales. Se refiere a la forma en que la inversión de capitales en la vivienda cada vez más la desvincula de su función social de proveer un hogar para vivir seguro y digno y, por lo tanto, menoscaba el acceso al alojamiento como un derecho humano.”
Las ciudades de cobertura son aquellas en que los especuladores acumulan tan enormes cantidades de residencias que provoca el alza del costo de todas las demás. Un reciente estudio conjunto de la Alianza de Californianos para el Empoderamiento de la Comunidad y Acciones Estratégicas para una Economía Justa halló que el 41 por ciento de la propiedad residencial de Los Ángeles pertenece no a individuos sino a entidades corporativas, y que 103,000 unidades estaban desocupadas y vacías. La revista The Atlantic informa que casi la mitad de todas las unidades de vivienda de lujo construidas en la Ciudad de Nueva York durante los últimos cinco años permanecen vacías.
Aunque bajo el capitalismo la vivienda siempre ha sido una mercancía, las ciudades de cobertura avivan el debate sobre la vigencia y la moralidad de la propiedad privada. Los hogares, ¿pertenecen por derecho a las millones de personas que los necesitan para sobrevivir, o a un puñado de especuladores que no tienen necesidad de ellos salvo como instrumentos de inversión para acumular mayores ganancias?
Las Mujeres Se Enfrentan A Los Depredadores Corporativos
Las Madres por la Vivienda no se limitaron a Oakland. El 7 de enero intervinieron en la narrativa sobre la vivienda en todo el estado al interrumpir con arrojo una conferencia de prensa de líderes del Partido Demócrata promoviendo el Proyecto de Ley 50 del Senado estatal (SB 50). Este proyecto favorece la gentrificación que amenaza con desplazar de su hogar a millones más de personas. Sería aburguesar zonas en los alrededores de las vías de tránsito, actualmente concentradas en los vecindarios de trabajadores de más bajos ingresos. Y sería dar paso libre a los usureros y especuladores para acaparar aún más dinero del ya acumulado. Se pretende resolver el problema de la falta de vivienda en California, pero el problema no es tanto una falta absoluta de vivienda como el de su distribución. La mayor parte de las ciudades de California habitualmente exceden sus metas en la construcción de viviendas a precio de mercado y de lujo pero producen sólo una fracción de las residencias de bajo costo necesarias para alojar a la clase trabajadora.
El modelo de SB 50 alega que incrementa la vivienda “asequible” requiriendo que el desarrollo residencial a precio de mercado incluya en cada edificio una cantidad incremental de unidades de “vivienda de inclusión” o que contribuya a un fondo de vivienda económicamente accesible. Pero no funciona. El número de unidades asequibles que se construyen no satisface las necesidades, y en realidad la mayor parte de la vivienda “asequible” está fuera del alcance de personas con bajos ingresos. Además, el exceso de vivienda de lujo desplaza la vivienda de bajo costo del terreno residencial disponible. La inversión pública masiva que propone Sanders es tomar $2.5 trillones de las corporaciones y construir diez millones de unidades de vivienda de bajo costo para la gente que la necesita, en vez de pedirles migajas a los especuladores.
Abolir La Especulación Con Bienes Raíces
El papel de los revolucionarios en ambos movimientos, el social y el electoral, es seguir adelante poniendo al descubierto en cada paso el papel de la propiedad corporativa como obstáculo a la satisfacción de las necesidades humanas. La gente excluida de esta economía necesita un nuevo sistema. No pueden sobrevivir en el que existe. La automatización moderna y la inteligencia artificial están creando la abundancia material necesaria. Pero para tener acceso a ella, tenemos que establecer una economía cooperativa en que la vivienda, la alimentación, el cuidado médico y la educación son disponibles “a cada uno según sus necesidades y de cada uno según sus capacidades”.
Sin embargo, una economía cooperativa no surge espontáneamente, y no se puede crear una cooperativa o una reforma a la vez. Las corporaciones jamás lo permitirían. Respaldamos sin reservas el llamamiento a la revolución política, pero es más que una mera consigna. Es una lucha política a vida o muerte para arrebatarles el control del gobierno a las corporaciones, devolver sus recursos al público y establecer una democracia económica y política en manos de la clase trabajadora. La responsabilidad de los revolucionarios es luchar por la visión, la claridad de propósito, la estrategia y la organización necesarias para lograrlo.
Las privaciones que enfrentamos actualmente no se deben a ninguna falta o escasez material, sino al sistema de propiedad privada que le impide a la gente acceso a la abundancia ya existente.
En las campañas electorales progresistas de Sanders u otros, los revolucionarios luchan por los programas y demandas de la nueva clase y con audacia hacen frente al sistema de propiedad corporativo cuando es un obstáculo. Las Madres por la Vivienda fijaron el ejemplo cuando invadieron precisamente las propiedades de especuladores. Nadie está hablando de quitarle el hogar o cualquiera otra propiedad personal a alguien que lo necesita para vivir. El capitalista buitre Wedgewood tuvo el descaro de acusar a las madres de “robo” porque ellas se mudaron a una casa vacía para salvarles la vida a sus hijos. Las madres respondieron que los verdaderos criminales son las corporaciones que acaparan casas vacías. Aunque perdieron por ahora en un tribunal judicial, ellas ganaron en la corte de la opinión pública y es ésta la que determinará nuestro futuro. AC
marzo/abril 2020. vol. 30. Ed2
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