“De niña no me permitían quedarme en casa de amistades. Yo odiaba que todas mis amigas lo hacían, pero a mí no me dejaban. Ahora comprendo que mis padres indocumentados nunca se sentían seguros y evitaban cualquier situación en que podríamos encontrarnos con agentes de la ley de cualquier tipo. Recientemente estuve en Tijuana participando en actividades humanitarias de miles de trabajadores norteamericanos que traen mantas, pañales, fórmula infantil y artículos de aseo para los refugiados de Centroamérica. Hablé con Tania, de 22 años de edad, quien dejó a sus dos criaturas en su Honduras natal por temor de no poder protegerlas durante la arriesgada jornada. Lloraba al contar que salió de la casa a las dos de la mañana sin despedirse. Sandra también tenía miedo de lo que le pasaría a sus hijos si los dejaba. Ella se los llevó y los vio llorar y sufrir de tanto caminar y tan poco comer. Ahora que han sobrevivido el penoso viaje temen que los agentes de Inmigración y Aduanas (ICE) les quiten sus hijos.”
El Terror en la Frontera
La mayoría de los norteamericanos no pueden imaginar el terror y el trauma de padres a quienes ICE les arrebata los hijos—o cualquier agencia gubernamental que separa (o atacan con gases lacrimógenos) a familias hambrientas y desesperadas. Un reciente memorándum y una auditoría federal confirman que la administración de Trump separó a miles de niños más de lo que se sabía anteriormente. La administración de Trump y el entonces Fiscal General, Jeff Sessions, implementaron una política de terror contra los refugiados para impedir su entrada en EE.UU. Las separaciones empezaron en 2017 pero no fueron oficialmente anunciadas hasta mayo de 2018 por Sessions, en el marco de la política de “zero tolerancia” de la administración.
A mediados de diciembre de 2018, la población de niños migrantes se aproximaba a 15,000 niños, y la Oficina de Reasentamiento de Refugiados (ORR, por sus siglas en inglés) se quedaba sin suficientes camas en su red de 130 refugios. Cuando el refugio más grande, el campamento de tiendas en el desierto de Tornillo, Texas, se negó a renovar su contrato, ORR hizo un repentino cambio en su política que simplificaba cómo se investigaban a los patrocinadores de refugiados. Según un informe de National Public Radio, un correo electrónico del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) declaró que, desde el 20 de enero de 2019, el número de niños bajo su custodia había disminuido a 10,700 por su entrega a patrocinadores, una reducción de la cifra máxima de 14,600 el mes anterior. El Southern Poverty Law Center (organización de defensoría legal) informó que el componente de ORR del arreglo de HHS con ICE, utiliza a “los niños como cebo para atrapar a los patrocinadores y llevarlos a audiencias de deportación. Sabemos esto porque lo han hecho por escrito y declaran que lo están haciendo.”
Numerosas demandas acusan al gobierno de utilizar la reclusión de los niños como modo de castigar y deportar a niños y familiares. Cuando se presentan miembros de la familia para acoger a un niño migrante en su hogar, los agentes de ICE arrestan al patrocinador si está en el país sin documentación. Según los abogados involucrados, en el último año se han arrestado a 170 patrocinadores y se han puesto en procesos de deportación. Usaron los niños como carnada para atrapar a la gente dispuesta a patrocinarlos, justamente sabiendo que esto significaría detenciones más largas para los niños.
Ahora nos acabamos de enterar de que nunca se dignaron a montar un sistema de seguimiento, así que, a pesar de que las cortes le ordenaron a la administración a reunir las familias, no saben dónde se encuentran los niños. Están “perdidos” en el sistema.
La Globalización Separa a Las Familias
La política de separar a familias forma parte de la estrategia de la clase gobernante para bregar con el creciente número de gente desesperada y hambrienta en ambos lados de la frontera. Hoy enfrentamos una clase capitalista globalizada que tiene fábricas con más robots y menos personas, expulsando de la producción a millones de trabajadores por toda la tierra y lanzándolos a la creciente clase de gente permanentemente sin trabajo y empobrecida.
En EE.UU., la pobreza conduce a la cárcel. De hecho, cuando le preguntaron sobre la política de fronteras a Kirsten Nielsen, Secretaria de Seguridad Nacional, contesto esto: “Lo hacemos todos los días en todas partes del país”. De acuerdo al New York Times, se calcula que hay un cuarto de millón de niños norteamericanos con una madre soltera en la cárcel, muchas en espera de una audiencia, acusadas de delitos menores.
Una parte de la estrategia de la clase gobernante es atacar y levantar muros para dividirnos. Ellos atacan y culpan a los migrantes para ocultar la verdad de que están abandonado a todos los trabajadores. Los estudios hechos hallan que en promedio una familia necesita un ingreso del doble del nivel federal de pobreza para afrontar los gastos básicos. Por eso hay 400,000 niños en el sistema de cuidado de crianza, muchos de ellos también arrancados de los brazos de sus padres. El profesor de sociología, Christopher Wileman, de la Universidad de Cornell, explica que a menudo se colocan a niños en cuidado de acogida por sufrir supuesto “abuso”, pero no hay tal abuso. Es más una suerte de “negligencia“relacionada con la pobreza. Por ejemplo, cuando las familias no pueden pagar por el agua y se les corta el agua, un departamento de servicios sociales se lleva a los niños.
Podría parecer que estos ataques a familias en ambos lados de la frontera no están relacionados, pero no es así. Cada ataque de la clase dominante es un intento de dividir y aislarnos. Por eso están infundiendo temores de desempleo y terrorismo a los trabajadores de EE.UU., que se vuelven más y más desesperados por el hambre.
Como se explicó mediante la reciente visita a la Caravana en Tijuana, “Esto es todo lo opuesto a la época de mi padre. Él pudo tomar clases de soldadura gratuitas en una universidad comunitaria y conseguir un trabajo soldando en un astillero que operaba casi las 24 horas al día, empleando a miles de trabajadores en tres turnos. Con un solo salario, mis padres pudieron comprar una casita en Compton, California, y tomar pequeñas vacaciones. Les costaba unos $75 por trimestre mandar a su hija a la Universidad de California, en Los Ángeles (UCLA). Hoy día, la mayoría de los trabajadores en este país ya no pueden hacerlo”.
Es por eso que están engañando con temores y odio a gente que padece hambre y está cada vez más desesperada. Estas violentas embestidas contra los migrantes y violencia contra trabajadores norteamericanos están todas vinculadas. La clase dirigente no tiene soluciones serias para trabajadores que no necesitan. Ahí está su punto débil. No tienen de otra que no sea seguir con sus ataques para mantener el control en una nueva era en que el proceso de producción excluye cada vez a más trabajadores.
¿Está funcionando? Una reciente encuesta Gallup reveló que el 61% de la población norteamericana está en contra de la deportación de toda la gente indocumentada en el país, el 60% se opone al muro fronterizo y el 81% quiere una vía a la ciudadanía para los inmigrantes sin tarjeta verde.
La Necesidad de la Unidad de Clase
Hoy, la unidad de la clase trabajadora es más que un mero sueño o una exigencia. Es la única manera de realmente asegurar la supervivencia de millones de personas. El capitalismo de alta tecnología ha engendrado una clase gobernante a nivel mundial, incluyendo a billonarios como Carlos Slim Helú de México, la cuarta más rica persona del planeta. Al emplear la robótica para rendir innecesarios a los trabajadores, aumentan la ya terrible pobreza que azota a los países más pobres, y al mismo tiempo dan lugar a una igualdad de pobreza entre los millones de trabajadores de los países más ricos. En los EE.UU., millones de trabajadores han perdido la calidad de vida que una vez gozaron como soborno social por apoyar las guerras y desigualdades del sistema. Trabajadores de todos los colores y nacionalidades ahora forman parte de la clase trabajadora, cuyas condiciones de vida forman el fundamento material para comprender que constituyen, objetivamente, una clase comunista, cuyas necesidades no pueden ser satisfechas bajo el capitalismo.
El comprender que nuestras condiciones de vida están vinculadas a nuestra nueva ubicación en la sociedad como trabajadores “innecesarios” es el primer paso para poder empezar a mejorar nuestra situación. El primer paso siempre es el más difícil, pero una vez lo tomamos se ve claramente que los “innecesarios” son las corporaciones.
Podemos ponerle fin al sufrimiento de nuestras comunidades cogiendo el control de las corporaciones que manejan a ambos partidos políticos. Podemos usar nuevas tecnologías, tan increíblemente productivas, para servir a nuestra salud, nuestra educación y nuestras diversiones, de paso acabando con las guerras y salvando nuestro planeta. Empieza tú mismo ahora compartiendo y discutiendo este artículo. ¡Únete a la Liga de Revolucionarios por una Nueva América! ¡Acércate a nosotros! Merecemos un mundo mejor.
mayo/junio 2019. vol.29. Ed3
Este artículo originó en Rally, camaradas!
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