Las tecnologías demostradas actuales (por ejemplo, vehículos sin conductores, la inteligencia artificial, los robots industriales) tienen la capacidad técnica para reemplazar la mitad de la fuerza laboral mundial, según una reciente valoración del McKenzie Global Institute en su informe de 2017, “Un futuro que funciona”. En su estudio de 2017 del mercado laboral de EE.UU., “Los robots y los empleos”, los economistas Daron Acemoglu y Pascual Restrepo señalaron un vínculo entre el despliegue de robots industriales y las pérdidas de empleos industriales en los últimos 26 años. Al seguir desarrollándose esta tecnología, el papel de la labor humana en la producción se reemplaza progresivamente.
El antagonismo entre la nueva clase y la clase capitalista gobernante es a la vez global e histórico. Es la consecuencia de una contradicción histórica iniciada hace más de 6,000 años durante la etapa inicial de la sociedad de clases y ha alcanzado su fase actual dentro del sistema global de producción y distribución capitalista. Aunque el antagonismo se expresa de formas diferentes en distintas partes del mundo, es, sin embargo, el mismo. Se expresa económicamente en la forma del desempleo y la miseria, y en algunas partes del mundo como conflicto político y militar.
Nuevo Antagonismo de Clase Manifestado Como Polarizatión Económica
Los países capitalistas en Europa y Norteamérica, donde se lanzó la industrialización a fines del siglo 18 y principios del siglo 19, experimentan profundos cambios al incorporarse tecnologías cualitativamente nuevas en la producción. El cambio tecnológico está creando una polarización económica y, por consiguiente, también divide la sociedad. Los datos empíricos sugieren que este proceso es muy variable entre las naciones estados y que está ejerciendo una presión especialmente intensa en tres países—Grecia, Estados Unidos y Sudáfrica. Cada uno sufrió bajas cuantitativas en la proporción entre el empleo y la población en edad de trabajar en el período entre el 2000 y el 2016 (una proporción menor en 2016 comparado con el año 2000, indicando menos trabajadores por residentes en edad de trabajar).
La crisis de endeudamiento de Grecia estalló durante la recesión de 2007/08. Su empleo a nivel nacional disminuyó, resultando en una proporción entre empleo y población en 2016 menor a la del 2007. La proporción en descenso en EE.UU. se debe a la destrucción de puestos de trabajo a consecuencia de la revolución tecnológica y la mentalidad bélica de su Estado comprometido con el gasto militar en lugar del empleo civil. La proporción en Sudáfrica refleja la escasez o falta de crecimiento en absoluto del empleo, ante un aumento significativo en la población. Las proporciones en declive en estos tres países es un presagio de lo que le espera al resto de la economía mundial.
Otro indicio de la polarización económica debido a la revolución tecnológica es la cantidad de trabajadores que dicen que necesitan trabajo a tiempo completo pero sólo tienen trabajo a tiempo parcial. El trabajo a tiempo parcial se define oficialmente como de 34 horas, o menos, a la semana. A veces este sector de la fuerza laboral se le llama “trabajadores a tiempo parcial involuntarios”. Para todos los países de la OECD (las economías más grandes del mundo, salvo la India y China) durante el período de 2000 a 2016, el número de trabajadores a tiempo parcial involuntarios se duplicó de 9.3 millones a 18.6 millones. Esta tasa de crecimiento es significativa y refleja la eliminación tecnológica de los empleos mejor pagados en relación con los que pagan menos. Este proceso es aún más evidente en EE.UU. donde una tercera parte de los empleos pagan salarios por debajo del nivel de pobreza, incluso a muchos de los trabajadores mayores que tienen toda una vida de experiencia laboral.
Un tercer indicador de la polarización económica asociada con la revolución tecnológica son los fenómenos de la indigencia y la falta de hogar. Las estadísticas oficiales no miden fielmente el alcance y la amplitud del desamparo. No hay ningún organismo público dedicado a la recopilación sistemática de datos, complicado por el hecho de que las definiciones varían entre los llamados “desamparados literalmente” que duermen en refugios o en la calle y los sin techo “albergados precariamente”, amontonados en locales de habitación compartidos. El hecho importante es que actualmente la indigencia es un rasgo permanente de la vida bajo el capitalismo y refleja dos principios: 1) las etapas iniciales de la revolución tecnológica pusieron a los trabajadores menos favorecidos en circunstancias sociales altamente vulnerables que condujeron al desamparo y la miseria, y 2) la capacidad del Estado de ayudar a los desamparados se restringe por el principio de que el capital no paga por los que no pueda explotar. Las recientes pruebas de la prevalencia del desamparo en EE.UU., Gran Bretaña , Alemania, Italia y Bélgica, según el informe de 2007 de Paul Toro y coautores, “El desamparo en Europa y Estados Unidos”, muestran que el desamparo crece más rápido en EE.UU. y Gran Bretaña que en los otros tres países, tal como lo indican las mayores tasas de desamparo en estos dos países.
Según el Banco Mundial, el desempleo en el norte de África en 2017 era, por lo general, de cifras de dos dígitos y más alto en Libia, a un 18%; el desempleo oficial en África subsahariana es muy variable entre países, alcanzando el 22 por ciento en Namibia; en Latinoamérica, Brasil sufría de mayor desempleo con una tasa del 13 por ciento. El desempleo juvenil es aún más grave, a menudo el doble del desempleo entre adultos: 44 por ciento en Libia, 44 por ciento en Namibia y 30 por ciento en Brasil.
Otro sector de la nueva clase está parcialmente empleado en los llamados empleos “informales” que son “altamente precarios y vulnerables”, según el informe del Banco Mundial de 2017, “La economía informal y el Banco Mundial”. La Organización Internacional del Trabajo (2017) calcula que este tipo de trabajo constituye de mitad a tres cuartas partes del empleo no agrícola en el norte de África, Latinoamérica, Asia y África subsahariana.
En muchas partes del mundo, la nueva clase se ve obligada a huir de zonas de conflicto y tiempos difíciles y emigrar a través de fronteras internacionales tras el empleo y la seguridad física. A menudo sus esfuerzos los enfrentan a la discriminación y una ciudadanía de segunda clase en el país a que llegan. Tal es la realidad para muchos de los 12 millones de indocumentados nacidos en México residiendo en EE.UU. que confrontan la discriminación en el empleo en la forma de salarios más bajos, la falta de seguro médico o la falta de beneficios de jubilación. Los trabajadores indocumentados además tienen que hacer frente a la amenaza de la deportación.
La Migración de la Nueva Clase
Se calcula en 244 millones el número de migrantes internacionales en el mundo actualmente, tanto como para constituir el quinto mayor país del mundo, si formaran parte de un país aparte. Según el Alto Comisario para Refugiados de las Naciones Unidas, 66 millones de estos migrantes son desplazados a la fuerza e incluyen refugiados y personas desplazadas de conflictos en Colombia, Siria, Sudán del Sur y Afganistán. Las áreas del mundo albergando migrantes internacionales son, en orden de magnitud, Europa, Asia, América del Norte y África.
Los nuevos migrantes de clase abandonan su suelo natal con la esperanza de lograr una mejor vida en un nuevo país. De hecho, tendremos esta mejor vida delante de nuestros propios ojos, tan pronto como organicemos la sociedad para realizarla. Los modos de producción cualitativamente nuevos hacen posible la abundancia material para todos, mas las restricciones de la sociedad capitalista están intensificando la competencia para los empleos, a la vez que no distribuyen la abundancia material de la producción. La tecnología está eliminando tanto los empleos mejor remunerados como los de bajo salarios. Mientras la clase dominante retenga el poder, no habrá salida para la nueva clase.
Los nuevos migrantes de clase pueden jugar un papel especial vinculando la nueva clase en su país huésped con la nueva clase en su país de origen y ayudando a educar a la clase sobre las oportunidades internacionales para la solidaridad y la organización.
Los Conflictos Políticos Y Militares Motivados Por Elantagonismo Capitalista
Resulta cada vez más obvio la amenaza para el planeta de una guerra mundial, incluso la posibilidad de una que puede convertirse en una guerra nuclear. El peligro de guerra refleja el antagonismo entre la tecnología cualitativamente nueva y las relaciones de producción capitalistas y el hecho que la nueva tecnología está destruyendo los mercados capitalistas y, con ello, todo el sistema capitalista. La carrera desenfrenada tras los mercados y las ganancias presagia el derrumbe de la economía mundial y una guerra mundial, y actualmente hay conflictos militares en Asia, América Latina, África y el Medio Oriente.
En este contexto, la unidad internacional de la nueva clase se convierte en la base para la paz y la prosperidad para todos. Unida a nivel mundial, la nueva clase tendrá el poder para eliminar para siempre la guerra aboliendo la propiedad privada y estableciendo relaciones de propiedad que hagan realidad la posibilidad objetiva de la abundancia económica para todos.
El Programa de la Nueva Clase Depende de la Unidad Internacional
El programa de la nueva clase es abolir la propiedad privada y reorganizar la sociedad en base a la distribución según la necesidad. La nacionalización puede ser un paso en el camino hacia el logro de este programa, en tanto favorece la mayoría y empieza a nacionalizar los medios de producción de la alimentación, la vivienda, la atención médica, la educación, el agua y todas las demás necesidades de la vida. La nacionalización es, por lo tanto, un paso hacia la centralización de la influencia política de la nueva clase en la lucha por el poder político.
La lucha en torno a la nacionalización se desató en EE.UU. con el rescate financiero de los capitalistas durante y después de la recesión de 2007-08. Se rescataron los bancos pero no los propietarios que perdieron sus casas a la ejecución propietaria. Se rescataron las corporaciones pero no los obreros que perdieron su trabajo. La nueva clase necesita la nacionalización que obra en su interés, el interés de la mayoría en vez del de la sociedad accionista.
La unidad de la nueva clase es una necesidad estratégica y se puede resumir en la expresión “Todos para uno y uno para todos”. La nueva clase no es una clase trabajadora industrial que va a volver a trabajar. Su capacidad para unirse a nivel internacional constituye la base para su seguridad económica y social, el fin de la guerra y el puente hacia la verdadera libertad humana. Al darle voz a su programa amplia y directamente, forjamos un futuro para nuestra clase y para toda la humanidad.
marzo/abril 2018. vol.28. Ed2
This article originated in Rally, Comrades!
P.O. Box 477113 Chicago, IL 60647 rally@lrna.org
Free to reproduce unless otherwise marked.
Please include this message with any reproduction.