Se está expulsando la mano de obra humana a través de medios electrónicos de producción que son más eficaces, más productivos y ya no necesitan esa mano de obra. Los robots y las computadoras permiten que sea posible lograr una súper abundancia que todos podríamos disfrutar, pero únicamente si estas nuevas herramientas productivas pertenecen públicamente a la sociedad y si sus productos se distribuyen en un plan de igualdad entre todos, con base en las necesidades existentes.
Tal como lo dijo el famoso físico Stephen Hawking: “Si las máquinas producen todo lo que necesitamos, el resultado dependerá de cómo se distribuyen las cosas. Todos pueden disfrutar de una vida de alegría y lujos, si se comparte la riqueza que producen las máquinas; o por el contrario, la mayoría de las personas pueden llegar a ser miserablemente pobres si los dueños de estas máquinas se pronuncian en contra de la redistribución de la riqueza”.
En otras palabras, bajo las relaciones capitalistas en torno a la propiedad privada, las maquinas reducen el valor del poder de la mano de obra al reducir también el costo de la producción de las cosas que son necesarias en la vida. Al mismo tiempo, estas relaciones dan origen a que los salarios se sitúen por debajo del declinante valor del poder de la mano de obra, al eliminar de forma constante y permanente el mercado laboral. Con ello, también disminuye constantemente la demanda de mano de obra.
Una actividad realizada en mayo de este año ilustró muy bien lo anterior, pues trabajadores de todo el país participaron en una manifestación y marcharon hacia la sede central de McDonald’s, con el propósito de exigir un salario de $15 por hora, ya que les ha sido imposible sobrevivir con un salario mínimo, el cual para muchos es tan bajo como $7.25 la hora. En la noche anterior a la manifestación, la cadena televisiva FOX News entrevistó al ex Presidente y Jefe Ejecutivo de McDonald’s, quien afirmó lo siguiente: “Pues yo garantizo que si se generaliza en todo el país un salario mínimo de $15 por hora, ustedes presenciarán una pérdida de empleos tan grande que no lo creerán. Ayer fui a la exhibición nacional de restaurantes, y si observas los aparatos y dispositivos robóticos que están ingresando a la industria de restaurantes, será más fácil comprar un brazo robótico con un valor de $35.000 que contratar a un empleado que es ineficiente y que gana $15 la hora poniendo papas fritas en bolsas”.
¿Pero qué tan eficientes son estos robots? La empresa Momentum Machines, con sede en San Francisco, cuenta con un robot que sirve 400 hamburguesas por hora. Alexandros Vardakostas, cofundador de la empresa, explicó que “el propósito de nuestro artefacto no es lograr que los empleados sean más eficientes, sino más bien eliminarlos por completo”. Las demandas competitivas del mercado requieren que todos los capitalistas no sólo obtengan ganancias, sino que éstas deben ser lo más altas posibles. De lo contrario, corren el riesgo de que otros capitalistas los obliguen a retirarse permanentemente de sus negocios. Por consiguiente, se está invirtiendo cada vez más capital en el campo de la robótica. Como todos los procesos, éste ha debido pasar por diversas etapas de desarrollo. La mano de obra humana fue capaz de ser más productiva y eficiente al aumentarla con diversas máquinas. Los aparatos de ayer que permitían esto ahorraban mano de obra. Actualmente, tenemos aparatos y dispositivos que la sustituyen.
Este proceso ha venido ocurriendo ya durante cierto tiempo. En los últimos 45 años, la automatización electrónica de la línea de ensamblaje de la industria automotriz ha devastado por completo los puestos de empleo de los trabajadores en esta industria. A partir de allí, esto se ha propagado en todas partes. Puestos tales como maquinistas y fabricantes de herramientas, troqueles y moldes se están sustituyendo con varias versiones de máquinas de control numérico computarizado. La omnipresente operadora telefónica del pasado ha sido sustituida con un interfaz de voz generado por computadora. Asimismo, los cajeros automáticos (ATM) están sustituyendo a los cajeros humanos en los bancos. Y ahora, los conductores de camiones, autobuses y taxis, que hacen esto para ganarse la vida, corren el riesgo de perder sus medios de sustento debido a la tecnología de vehículos autónomos, la cual se está introduciendo este año.
Antes de que desaparezcan por completo, muchos puestos de empleo de tiempo completo están transformándose en trabajos de medio tiempo. Los puestos temporales están sustituyendo a los trabajos fijos. Para poder sobrevivir, se está obligando a los obreros a buscar trabajos múltiples bajo condiciones en las que el mercado laboral se está reduciendo rápidamente. En consecuencia, se están contrayendo todos los mercados, a medida que la producción robótica los inunda con una súper abundancia de bienes, mientras de forma simultánea elimina a los obreros como consumidores, al expulsarlos de modo permanente de sus trabajos asalariados.
Para capturar los mercados que se contraen cada vez más, todos los capitalistas deben emplear más robots para producir bienes más y más baratos, a un ritmo cada vez más rápido. Todo el ciclo se repite rápidamente y se va ampliando de forma exponencial. En un esfuerzo por hacer circular los bienes y desbloquear los mercados, se está ofreciendo crédito casi a cualquier persona, sin importar su habilidad de pagar la deuda adquirida. Por ello, esto sólo ha creado y ampliado una burbuja de deudas que explotará en cualquier momento.
Se debe tener presente que los robots y todos los productos básicos que se están generando forman parte de la propiedad privada de la clase capitalista. Sin embargo, ni los robots ni los capitalistas pueden consumir la súper abundancia que se está produciendo para satisfacer las necesidades de la vida. Sólo la masa de trabajadores que están perdiendo su poder adquisitivo, junto con la creciente cantidad de trabajadores hambrientos, indigentes y carentes, pueden hacer eso. La posesión de la propiedad privada de los medios de producción por parte de la clase capitalista se interpone en la forma en que se está distribuyendo la abundancia entre la población. Ya es rutinario presenciar la polarización económica de nuestra sociedad. Una creciente cantidad de obreros se están empezando a dar cuenta de que sufren de privaciones extremas en la tierra de extrema riqueza, y están listos para un cambio.
Cada una de las nuevas generaciones de robots es más productiva que la anterior. Si bien este es un proceso impulsado por el mercado para lograr las mayores ganancias posibles, al mismo tiempo es antagonista frente a los propios mercados, ya que elimina de forma permanente a los obreros como consumidores. Estas máquinas en constante evolución están realizando todo el trabajo para producir todas las cosas que necesitan los seres humanos. Existe la posibilidad de transformar nuestra sociedad en un paraíso económico. Nuestro reto es transformar los medios de producción desde formas de propiedad privada a formas de propiedad pública, y distribuir la abundancia con base en las necesidades, en lugar de estar en función del dinero.
Actualmente, la clase gobernante tiene el poder político necesario para evitar que esto suceda. Nosotros el pueblo, los crecientes prisioneros de las carencias, debemos asumir ese poder político para poder crear un nuevo mundo de paraíso económico que finalmente lo pueden hacer posibles los nuevos y maravillosos medios electrónicos de producción. Tenemos todo un mundo por ganar.
Los artículos de “Pieza clave” ayudan a explicar un concepto fundamental del proceso revolucionario, retando al lector a que explore su aplicación al trabajo político en la actualidad.
noviembre/diciembre 2016.Vol26.Ed6
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