A lo largo de la historia el desarrollo de las herramientas de la humanidad más allá de la fase de la subsistencia ha creado la base material para la explotación de clase. Éstas relaciones de clase, entre explotador y explotado, han sido forzadas por la violencia y la guerra. Por años, miles de soñadores han deseado el n de la miseria y la esclavitud que la explotación ha creado, junto con el privilegio para unos cuantos. A través de los siglos los oprimidos han muerto luchando por ésta visión de un mundo sin escasez, sin la explotación, sin la dominación de clase y libre de esa labor desconcertada.
Hoy día, la tecnología reemplaza la mano de obra, es decir la labor del ser humano. Esta misma tecnología en forma de la automatización computarizada y la robótica, está eliminando el trabajo asalariado y a la vez, está destruyendo el sistema capitalista. Tal como se ve, la gente tiene dos opciones: organizarse para tomar el poder y controlar las inmensas fuerzas de producción en sus propios intereses con el objetivo de repartir lo que se produce al pueblo según las necesidades, o perecer a la mano de los capitalistas que ya no los necesitan.
Éstos nuevos medios de producción están creando una nueva clase revolucionaria, una que ya no está vinculada al sistema capitalista. Integrantes de la nueva clase revolucionaria, con demandas de lo que necesitan, cada vez más se encuentran arrojados contra el poder desnudo del estado, con su policía cada vez más militarizada y sus leyes injustas.
La “ley” de la propiedad privada es lo que nos impide crear un sistema económico que se adapte a las nuevas condiciones y por el bien común. De esto depende la propia supervivencia de la humanidad y de la tierra. Solamente con su propia conciencia y una visión clara de las alternativas revolucionarias podrán los revolucionarios cumplir con su tarea trascendental.
Éstos medios de producción, poseídos por las manos de nuestra clase en vez de las manos de la clase de multimillonarios, podrían realizar aquella visión antigua que ha sido la meta, no nomás de tantos soñadores pero de los miles de luchadores que han entregado sus vidas por esta causa justa. Éstos nuevos medios de producción nos ofrecen la capacidad de brindarles a todos los recursos necesarios para vivir sus vidas, no solo de una manera creativa, activa y saludable, sino también sustancial, involucrados en su cultura y para ellos que lo desean, espiritualmente.
La clase capitalista dominante, por tanto que quisiera, no podrá detener el avance y crecimiento de ésta contradicción. Sus intenciones de conservar la propiedad privada, al mismo tiempo que la base material del capitalismo se desmorona y se desaparece, pone a los capitalistas a la defensiva, desconectados e inconscientes de la realidad. Sus únicas armas son la violencia, el terror, la confusión y esos conceptos evolucionados a través de la historia como la fragmentación y la partición de las razas y otras ideologías de división. La verdad es que los capitalistas ya no pueden dares hospedaje a las multitudes, ni mucho menos alimentarlos, darles su ropa apropiada o de simplemente educarlos. Es ridículo pensar que la propaganda capitalista trata de una manera u otra convencer al trabajador que pronto todo se va mejorar cuando en el momento actual, sus hijos se mueren de hambre.
Hoy día nos encontramos en la cúspide de la historia humana, donde el único camino que nos espera es el camino del progreso, hacia la cooperación al nivel mundial, adelante a la paz y adelante a una creatividad desencadenada que nos llevará a un mundo libre de to- das las diferentes formas de esclavización. En otras palabras, a un mundo liberado de la regla y dominio de la propiedad privada. Hoy día, los capitalistas, la clase dominante, nos están perjudicando a través de la imposición de un estado de escasez. Éste daño material viene en un momento cuando todo el mundo reconoce que las nuevas tecnologías nos ofrecen potencialmente una abundancia de todos los alimentos que necesitamos, no nomás para sobrevivir, sino también para prosperar y orecer. Solo por medio de lograr un entendimiento profundo de lo que es posible y forjar un plan alcanzable para lograrlo, podremos convertir aquella visión en realidad. Ni tampoco que puedan adueñarse los capitalistas de lo que la tecnología produce y luego mantenerlo como su propiedad privada para ganancia personal.
La nueva tecnología nos libera de la miseria, la inseguridad y la explotación. Por primera vez, el genio creativo de la humanidad puede ser liberado para resolver los problemas creados en épocas pasadas. Juntos podemos llegar a restaurar la salud y el equilibrio del planeta, levantar la próxima generación de visionarios prácticos, explorar el cosmos inter- no y externo y crear arte en todas sus formas. Tenemos a nuestro alcance la posibilidad de difundir ésta visión. Ya que no hay ninguna manera que regresemos a la democracia de las épocas anteriores, es importante reconocer que al mismo tiempo, el sueño de la humanidad por una sociedad verdaderamente democrática, se puede alcanzar solamente avanzándo hacia una sociedad cooperativa, comunista.
El pueblo estadounidense y la humanidad alrededor del mundo, ahora han empezado a deshacerse de las mentiras y están exigiendo una política y economía justa. El grande movimiento por el derecho a los alimentos básicos de la vida, es en realidad un movimiento para derrumbar el sistema de explotación de clase para siempre, sustituyéndolo por un sistema fundado en la paz y la cooperación. La única opción que tiene la humanidad es de moverse adelante, avanzándo para poder cumplir el deseo y la visión de previas generaciones. Nos encontramos hoy día en una encrucijada crítica. Desafortunadamente, si faltamos de organizar- nos para tomar el poder y mover éste grande movimiento adelante a la realidad, ésta falta de organización causará nuestra derrota.
Los artículos de “Pieza clave” ayudan a explicar un concepto fundamental del pro- ceso revolucionario, retando al lector a que explore su aplicación al trabajo político en la actualidad.
marzo/abril 2016. vol.26. Ed2
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