Cuando Cristóbal Colón partió de España en 1492, él no tenía idea hacia donde se dirigía, dónde finalizaría su viaje o cuáles serían las consecuencias de éste. Pero la historia sabe que no hay ningún hecho sin consecuencia, aún cuando no sean intencionales. La historia no reconoce coincidencias y no hay un efecto sin una causa. De hecho, la historia humana se revela a sí misma como una cadena de causalidades, una red en la que todo se encuentra interconectado. El libro de Charles C. Mann titulado 1493 muestra de una forma muy notable la forma en que una cadena de hechos marcó el inicio de una nueva era en la historia, dando origen al mundo tal como lo conocemos actualmente.
La aseveración de Mann es que el viaje de Colón inauguró una nueva era en la historia de la vida —la era de la globalización— “el simple intercambio turbulento de bienes y servicios que actualmente traga a todo el mundo habitable”. Él describe el “intercambio colonense”, un proceso que se llevó a cabo en tres niveles diferentes: el biológico, el económico y el humano.
Hace unos 250 millones de años, la Tierra estaba compuesta por una sola masa continental —Pangea – la cual posteriormente se dividió en Eurasia y las Américas. Ahora, Mann afirma que el intercambio colonense ha “desecho las costuras que unían a la Pangea”. El autor describe el lanzamiento de toda una nueva era biológica como el “Homogenoceno” —una mezcla de sustancias disímiles para crear una combinación uniforme.
El intercambio biológico
De las Américas proviene el maíz nativo y el camote (batata), al igual que la introducción de la papa en Europa y el árbol de caucho en el sureste asiático. Actualmente, las principales exportaciones agrícolas de Brasil son el fríjol de soja, la carne, el azúcar y el café. Ninguno de estos productos es originario de las Américas. Desde las tierras más bajas del Amazonas se introdujo el tabaco en la colonia de Jamestown, lo cual con posterioridad dio origen al primer furor global por un producto básico.
Los europeos trajeron consigo ganado, ovejas, caballos, caña de azúcar (procedente de Nueva Guinea), bananos (de África) y café (también de África). Pero también, de forma devastadora, ellos trajeron diversos virus —como la viruela, la influenza, la hepatitis, el sarampión y la neumonía viral. También trajeron bacterias tales como la tuberculosis, la difteria, la tifoidea, el cólera y la fiebre escarlata (o escarlatina). Todo esto era desconocido en el hemisferio occidental. En consecuencia, más de las tres cuartas partes de las poblaciones de indígenas americanos fueron exterminadas. No hay ninguna otra catástrofe demográfica que se compare con ésta.
La introducción de nuevas enfermedades en las Américas ocasionó la reducción repentina de altas cifras de la población, lo cual en cambio dio origen a una reforestación, cuya consecuencia, debido a la substracción de dióxido de carbono de la atmósfera, fue lo que se llegó a conocer como la Pequeña Edad de Hielo, un tipo de cambio climático a la inversa.
Mann asevera que “la biología ingresa a la historia cuando uno se da cuenta que casi todos los esclavos que transportaron hacia las Américas provinieron de África Occidental y Central”. El límite conocido como la línea Mason-Dixon demarcó el punto en el que proliferó la malaria y los lugares donde no lo hizo. La introducción de la malaria representó un vínculo biológico que dio origen a la importación de esclavos desde África Occidental, pero los africanos no sólo trajeron consigo batata, mijo, sorgo, sandía, chícharo salvaje (caupí) y arroz africano, sino también la fiebre amarilla. En su mayoría, los africanos occidentales eran inmunes a la malaria y a la fiebre amarilla, pero estas enfermedades tuvieron consecuencias devastadoras en los europeos y en las poblaciones originarias de las Américas.
La importación de estas enfermedades hizo que el sureste de los Estados Unidos fuera inhóspito para los europeos y por lo general éstos no sobrevivían más de un año. Para 1715, la aniquilación de las poblaciones originarias puso fin al comercio esclavo de indios. Hasta entonces, las Carolinas habían sido grandes exportadoras de esclavos, especialmente hacia el Caribe. En su mayoría, las colonias inglesas evitaron la esclavitud hasta principios de los años 1700. En 1650 sólo había un total de 300 esclavos en Virginia, pero para 1750 esa cifra ya había aumentado vertiginosamente —un momento de fundamental importancia en la historia.
Actualmente, la papa es el quinto cultivo más importante del mundo. Un siglo después de su introducción, la población de Europa se duplicó. Esto estableció el patrón de la agroindustria moderna, primero con el uso generalizado del guano (excremento de aves) importado de las Américas, y cuando el mismo se agotó se recurrió al uso de fertilizantes y plaguicidas de gran intensidad. El nivel de vida se duplicó o triplicó en el ámbito mundial, aún cuando la población aumentó a pasos acelerados, mientras se establecía la agricultura como un monocultivo industrial.
Esto explicó la mentira de la denominada “trampa maltusiana”. Según, un economista británico de la época, el poder de la población siempre es mayor que el poder de la Tierra para producir la subsistencia del ser humano –por lo tanto, la humanidad está condenada a coexistir al borde del hambre. De hecho, a medida que la población ha venido aumentando vertiginosamente, se ha reducido el porcentaje de malnutrición (Karl Marx se mofó de Malthus llamándolo un “adulador de las clases gobernantes”). Pero tendremos que buscar en otra parte las razones necesarias para explicar el aumento actual del hambre mundial.
La papa también trajo consigo la plaga del mildiu, la cual ocasionó una de las hambrunas más mortales de la historia. Actualmente, Irlanda es el único país que tiene una población menor que la que tenía hace 150 años.
Aros de plata: El intercambio económico
Mann afirma que el Homogenoceno es un mundo que está unido mediante aros de plata. Con el descubrimiento de unos de los yacimientos más ricos de la historia en Potosí, Bolivia, el peso español se dirigió a convertirse en una moneda mundial de facto. China, que estaba ávida de adquirir plata, obtuvo hasta casi la mitad del metal. Esto permitió el establecimiento de vínculos entre China y las Américas, Europa y África mediante la instauración del denominado “comercio de galeones”. “Nunca antes tantas regiones del planeta habían estado ligadas a una sola red de intercambio”. Literalmente, la plata española se transformó en la oferta monetaria de China.
Aturdida con su recién descubierta riqueza y el consiguiente poder que se originó, la monarquía española lanzó una serie de costosas guerras contra Francia, el Imperio Otomano e Inglaterra. Se acumularon las deudas, lo cual dio origen a la bancarrota. Con la sobreproducción de la plata, cayó su valor y la nación más rica del mundo se dirigió hacia un Armagedón financiero. Todo esto suena familiar.
La esclavitud: Una institución básica en las Américas
Ahora observamos la interacción de la dimensión económica y la parte humana del intercambio colonense. De una forma muy real, la esclavitud ha definido la historia de las Américas y por ende del planeta. No podemos comprender quienes somos si nos separamos de este hecho. Mann calcula que entre el año 1500 y 1840 casi 12 millones de africanos cautivos se enviaron a las Américas. Nos resulta familiar el impacto que ejerció la esclavitud en la historia de los Estados Unidos, pero también se transformó en la institución fundamental de las Américas en general. Mann afirma que “América fue una extensión de África más que de Europa hasta finales del Siglo XIX. Esta gran transformación, un punto decisivo en la historia de nuestra especie, se forjó en gran parte en manos de los africanos”. Argentina tuvo muchos esclavos y Brasil llegó a definirse económica y culturalmente mediante los africanos. En el Siglo XIX, los movimientos migratorios fueron predominantemente europeos, lo cual, una vez más, cambió la composición demográfica existente. Los europeos se transformaron en la mayoría del hemisferio.
“El viaje de Colón inauguró un reacomodo sin precedentes del homo sapiens – la parte humana del intercambio colonense”. Los europeos se transformaron en el grupo mayoritario en Argentina y Australia, mientras que se encuentran africanos desde Sao Paulo hasta Seattle, y los “barrios chinos” están en todas partes del mundo. Se incluye a asiáticos de India, Malasia, Birmania, Sri Lanka, Vietnam, Borneo y Filipinas. Asimismo, la ciudad de México se transformó en la primera ciudad verdaderamente global, un ejemplo sobresaliente del intercambio colonense.
El mundo tal como lo conocemos no existía hace 500 años. Pero tal como se ha dicho, el pasado nunca es pasado; siempre nos acompaña. Un área muy importante a la que Mann no hace referencia es el impacto del crecimiento de las fuerzas productivas y la forma en que la nueva tecnología transforma cualitativamente el rumbo de la historia humana y de la sociedad. En los 500 años que forman parte del análisis de Mann, hemos observado la transición de una sociedad basada en la agricultura y las labores manuales a una producción industrial mecanizada, y después a una nueva época de la electrónica y la producción sin mano de obra. De varias formas muy reales, el libro 1493 de Charles C. Mann nos revela cómo hay una nueva humanidad que se está formando. Estamos al borde de una historia que promete la materialización de una visión que la misma nos revela. Tenemos todo un mundo por ganar.
septiembre/octubre.2013.Vol23.Ed5
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