La nueva tecnología cuenta con el potencial de crear una abundancia incalculable. Sin embargo, mientras la producción sin mano de obra ha venido en aumento, la distribución de las cosas que produce ha permanecido igual. Con un alto nivel de desempleo, cada vez más personas no pueden comprar lo que necesitan. Antes que iniciara la actual crisis económica, había unos 14 millones de jóvenes que vivían en condiciones de pobreza en este país. Dos años después, se deben añadir 2 millones más. Asimismo, hay 25 millones de estudiantes de primaria y de escuela intermedia que asisten con hambre a clases todos los días. No solamente se ha profundizado la brecha entre la riqueza y la pobreza, sino que también se está eliminando el contrato social. Se ha recortado el financiamiento para los servicios de salud, la educación, las viviendas asequibles, el programa de estampillas de alimentos, el programa especial para mujeres, lactantes y niños denominado WIC, y Medicaid, mientras se privatizan las entidades públicas a fin de generar ganancias.
Nos encontramos en una época de cambios cualitativos fundamentales. La destrucción de la sociedad exige una solución. La respuesta espontánea ante la revolución económica objetiva que está surgiendo tiene que ingresar en la esfera política, a fin de re- organizar a la sociedad según los intereses de toda la humanidad. La clase obrera debe tomar conciencia de sus propios intereses y aprender a luchar como una clase en torno a los mismos. El papel de todos los revolucionarios que son conscientes del proceso revolucionario es infundir esa conciencia entre la clase para que pueda desarrollarse a un nivel tal que pueda emprender la lucha para adquirir el poder político necesario para re- construir la sociedad.
Los revolucionarios deben transformar las mentes de las personas. Debemos ingresar a una lucha de masas con una visión sobre la sociedad en la que la abundancia de los bienes que se están produciendo actualmente se puedan distribuir entre todos. Debemos introducir nuevas ideas e incidir en las acciones de las personas para que éstas sean más políticas. Estas batallas por las necesidades de nuestra clase están formando a miles de revolucionarios, pero muchos todavía no las ven como una lucha de clases. Debemos luchar por los intereses de la clase y esto es fundamental para ofrecer a los revolucionarios esa visión que, en última instancia, impulsará el proceso hacia adelante, no hacia atrás.
El elemento subjetivo es fundamental en esos momentos, en el sentido de que sólo los seres humanos pueden forjar la historia. El antagonismo principal es entre la abundancia que generan estas fuerzas productivas y las limitaciones en la distribución de los artículos básicos. Debemos comprender lo que está sucediendo objetivamente y nuestro papel es influir en el movimiento mediante nuevas ideas.
¿Qué debemos elegir hacer durante este período de tiempo? Realmente nos encontramos en un momento de la historia en el que podemos y debemos cambiar el mundo. No se puede garantizar el resultado. La destrucción en la base de la sociedad ha desencadenado que las fuerzas de la propiedad privada busquen una solución fascista a la crisis, lo cual hace que sea aún más urgente la guerra de las propagandas dirigidas a las mentes de las personas.
Nos encontramos en un período de tiempo cualitativamente nuevo, en el que los revolucionarios pueden introducir nuevas ideas y una nueva visión sobre la sociedad.
Ya no hay más reformas bajo el capitalismo. Las exigencias de la clase obrera en cuanto a la atención de la salud, la educación, los alimentos y las viviendas a precios asequibles son revolucionarias debido al hecho de que tenemos que cambiar la sociedad para poder satisfacer las necesidades de las personas. El gobierno representa los intereses de la clase gobernante. Asimismo, el gobierno está protegiendo la propiedad privada a expensas de las necesidades del pueblo.
La doctrina del gran salto describe objetivamente un proceso revolucionario cualitativo y propio de la época, el cual se está desarrollando ante nuestros propios ojos. Si comprendemos lo que está pasando objetiva- mente, sabremos que podemos transformar la sociedad. El aspecto subjetivo del gran salto es indispensable para su conclusión. Esta es la tarea de los revolucionarios.
La verdadera destrucción de la sociedad significa que debemos luchar por una nueva sociedad –no podemos volver a la anterior. Esto no es una utopía, sino que es una sociedad verdadera en la que, debido a los avances técnicos, todas las personas podrán satisfacer sus necesidades. Estamos ingresando a un período en el que se libra una lucha de ideas y debemos transmitir nuestro mensaje a través de medios eficaces, a fin de ayudar a las masas a tomar conciencia de sus intereses de clase. Debemos participar en el proceso y señalar los nuevos pasos de la lucha para poder enrumbarnos en una dirección clara, para así concluir las etapas del gran saltouna nueva sociedad cooperativa en la que la distribución de la abundancia sea según las necesidades de todos.
En ciertos momentos de la historia, se introduce algo nuevo que cambia su curso- que destruye la base de la sociedad–, a lo cual le sigue un período de revolución. Nos encontramos en ese momento que ya está haciendo época, un momento de transición de la vieja sociedad a una nueva. Nuestro tiempo se caracteriza por una serie de cambios fundamentales y de transición. Es esencial comprender esto, pues describe el mundo real en el que estamos y debe ser la guía que enrumbe nuestro trabajo. Realmente nos encontramos en un momento de la historia en el que podemos y debemos cambiar el mundo, y únicamente los seres humanos pueden forjar tales cambios.
(Este artículo básico sobre el gran salto es el segundo de una serie de cuatro. El ele- mento central del próximo artículo será sobre la razón por la que el gran salto es una época de inestabilidad extrema)
agosto/septiembre.2011.Vol21.Ed4
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