
Crédito: K.King
A un poco más de 6 meses desde que se estableció el régimen de Trump, nos está quedando claro que el fascismo en los Estados Unidos continuará acaparando el poder… a menos que se pueda detener. El fascismo en este país es una turba poderosa de las peores tendencias de nuestra historia. Trump es simplemente la figura que está al frente en este momento. Las fuerzas fascistas están destruyendo todo a su paso y continúan incrementando su riqueza en miles de millones de dólares. Ellos exigen que el pueblo estadounidense se someta a su toma ilegal del poder.
Desde el funeral de Charlie Kirk, realizado el pasado 14 de septiembre, el régimen fascista ha declarado que se apoderará de las organizaciones no gubernamentales (ONG). Trump también ha declarado una guerra abierta contra sus “adversarios”, la prensa y la libertad de expresión. Él ha usado el Departamento de Justicia como un arma personal para perseguir a cualquiera que lo critique. Posteriormente, él amenazó con invadir Portland en octubre con fuerzas blindadas y las autorizó para que usaran “toda la fuerza necesaria” para proteger a los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).
Después de esto, la solución de Trump frente al próximo cierre del gobierno fue despedir a cientos de miles de trabajadores federales. Esto amenaza con impedir el acceso público a los parques nacionales, así como poner fin a las medidas federales de protección ambiental, las inspecciones de los alimentos y el apoyo a diversos programas estatales y locales. Además, Trump ha estado amenazando con castigar al pueblo estadounidense por no priorizar a los multimillonarios por encima del resto de nosotros.
La clase capitalista se encuentra librando una guerra abierta contra la clase trabajadora en los Estados Unidos. Primero, esta clase utilizó las tecnologías digitales, como la inteligencia artificial (IA), para desplazar a los obreros manuales y ahora a los trabajadores especializados en conocimiento, y luego comenzaron a abolir el apoyo gubernamental a las personas que sufren. Su necesidad de contar con un método fascista de control ha surgido a raíz de ese proceso.
Así es como se manifiesta una guerra de clases. Estamos presenciando en tiempo real el uso del poder absoluto, actividades criminales cometidas abiertamente y acciones anticonstitucionales, todo esto con el fin de apoderarse de los mecanismos de la sociedad. Estamos observando la toma abierta de los medios de comunicación, de las universidades y del ejército por parte de fuerzas “patrióticas”. Mientras tanto, están desmantelando la sociedad, paso a paso, parte por parte.
NO DEBEMOS SOMETERNOS
Frente a este ataque, los líderes del Partido Demócrata, los medios de comunicación y las universidades (que son corporaciones), nos dicen que doblemos la rodilla, que nos postremos servilmente, que nos conciliemos y que confiemos en los tribunales, en los largos procesos de demandas y en las legalidades. Esta doctrina es como enfrentar un tiroteo con un recurso legal.
Los Estados Unidos tienen una larga historia de resistencia que rechaza la sumisión:
“El poder no concede nada sin que se le exija. Nunca lo hizo y nunca lo hará. Descubre a qué se someterá silenciosamente cualquier pueblo y habrás descubierto la medida exacta de injusticia y de mal que se les impondrá y esto continuará hasta que se resistan, ya sea con palabras o con golpes, o mediante ambos. Los límites de los tiranos están prescritos por la resistencia de aquellos a quienes oprimen”. Frederick Douglas, 1857.
Pero el pueblo estadounidense es muy consciente de que “si les das un centímetro, se tomarán toda una milla”. Y ya ha llegado el momento de dejar atrás las ilusiones.
Los nuevos líderes reconocen esto. Todd Wolfson, presidente de la Asociación Americana de Profesores Universitarios, cuya mayoría ahora son trabajadores contratados de forma temporal, señaló cuál es el camino a seguir:
“Vamos a necesitar politizar esta lucha. No se trata de una huelga económica debido a nuestras condiciones laborales, sino que es una huelga política por el futuro del sector”. Él también explica la necesidad de ir más allá de la resistencia, al contrarrestar estos ataques con una nueva visión de la educación superior, que incluya… estudios universitarios gratuitos, el fin de la deuda estudiantil y más financiamiento para las ciencias, atacando así el derecho corporativo de controlar la educación con fines de lucro.
Han pasado 2 años completos del genocidio sionista contra Gaza, en Palestina, y los horrores que todos hemos presenciado, lo que nos deja una profunda lección: no importa qué tan brutal y qué tan horriblemente destructivo sea su control, aun así no tienes que someterte, puedes resistir. La sumisión es precisamente lo que ellos quieren que hagas. Pero solo tú puedes elegir no hacer eso.
La instauración del fascismo siempre se acelera como respuesta a un avance de un movimiento popular. Desde que la rebelión debido a George Floyd en 2020 exigió la abolición de la policía, todos los sectores de la clase dominante reconocen que la era de la democracia burguesa está llegando a su fin.
La clase gobernante tiene muy presente que el fascismo ya no es una opción para el capitalismo. Este se vuelve más despiadado a medida que el sistema capitalista enfrenta cada vez más crisis que provienen de todas partes. El fascismo es una necesidad para la clase gobernante, mientras lucha por mantener su control de la sociedad. Lo que busca es aplastar un movimiento social que está creciendo cada vez más y que entiende que la humanidad debe crear un cambio amplio, profundo y transformador para lograr sobrevivir y que no puede someterse ni conciliarse con la usurpación abierta del poder político que estamos observando actualmente.
Hasta ahora, el pueblo estadounidense se ha levantado para resistirse a los cambios ilegales y criminales del movimiento llamado “Hacer a Estados Unidos Grande Otra Vez” (MAGA) en todas partes del país. Incluso antes de Trump, durante varias generaciones, la opinión pública ha favorecido firmemente más atención médica, la ampliación de derechos para todos y el aborto, al igual que los derechos de la comunidad LGBTQ+, de los pueblos indígenas, de los indigentes y los desplazados y de todas las personas en un plano de igualdad.
La resistencia a la ofensiva fascista es históricamente la primera respuesta. Desde los derechos al aborto hasta Palestina, así como los derechos al voto, los programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) y la crisis climática, y desde los secuestros perpetrados por ICE en Los Ángeles y Washington D.C. y ahora en Chicago y Memphis, las respuestas populares están estableciendo vastas redes de personas que están organizándose para bloquear los avances fascistas.
Aunque es imposible retroceder, sí podemos movilizar el poder político para poner fin y abolir el fascismo. La forma de hacerlo es un asunto estratégico. Este paso requiere un conjunto mucho más amplio de tácticas que las estrechas formalidades legales que se nos presentan. De manera específica, se requiere una estrategia que tome una posición ofensiva, no solo defensiva. La resistencia rechaza la política de concesiones y complicidad que se está imponiendo desde los altos mandos. Esto es fundamental para establecer un verdadero poder político.
Pero, ¿cómo hacer esto?
EL PUNTO DÉBIL DEL FASCISMO
El régimen fascista está logrando que el sufrimiento vivido en Gaza llegue hasta nuestras puertas. Ni los Estados Unidos ni el capitalismo pueden argumentar legítimamente que respaldan la democracia. Ellos han perdido el control de la narrativa.
En los Estados Unidos, la inteligencia artificial está reemplazando rápidamente los puestos de trabajo o transformándolos en empleos temporales (“gigs”) que no permiten tener una vida digna. Actualmente, más de la mitad de nuestros hogares no reciben un ingreso estable y se ven obligados a depender de esos tipos de trabajos precarios… siempre que las corporaciones decidan ofrecerlos. Seis de cada diez personas han informado que no tienen suficiente dinero para hacer frente a una emergencia de $1.000. La mayoría de las personas a duras penas viven el cheque de cada salario. La ilusión del denominado “sueño americano”, algo que nunca fue cierto para la mayoría de las personas, se está desvaneciendo.
Por eso el capitalismo recurre a la fuerza bruta. Sin embargo, es precisamente allí donde se encuentra su punto débil. Nos encontramos en la “batalla de las ideas”. Esto es parte fundamental de toda revolución. El Apocalipsis significa literalmente “el levantamiento del velo” para exponer la verdad. Este es el despertar político que debe ocurrir antes de que la clase trabajadora pueda derrotar al fascismo y al capitalismo, para siempre.
Toda la historia del fascismo muestra que es imposible movilizarse y derrotarlo a través del centrismo político. La resistencia al fascismo debe empezar con la negación absoluta de que su autoridad tiene alguna legitimidad, que no se reconoce formalmente y se rechaza. Esto requiere obtener el apoyo del público para que ataque los crímenes corporativos contra la humanidad que el fascismo siempre justifica.
La lucha contra el fascismo representa una lucha por las necesidades humanas básicas para todos, por la democracia, por el control del gobierno y por el futuro de la humanidad y del planeta. Al adoptar una posición ofensiva para derrotar el fascismo la clase trabajadora también puede tener una postura ofensiva contra el capitalismo y la propiedad privada, que es el terreno fértil del fascismo. La construcción y la consolidación de la resistencia es fundamental para adoptar esa posición ofensiva.
Pasar a la ofensiva significa atacar el fascismo desde la raíz, lo que requiere contar con un programa específico. No hay forma de arrebatarle el poder a los “derechos” corporativos con medidas que se tomen a medias. O las empresas petroleras poseen combustibles fósiles y, por lo tanto, tienen derecho a destruir el clima… o no los tienen. O se permite que las corporaciones posean la inteligencia artificial, la ciencia y la tecnología… o se les impide que las tengan. O las corporaciones tienen derecho a poseer viviendas y a aumentar sus precios… o no los tienen.
Las cosas no van a mejorar. No podemos retroceder. No podemos quedarnos de brazos cruzados. Los cambios que el fascismo ha impuesto en el gobierno y el Estado no pueden contrarrestarse si no se revierte la forma en que se ejerce el poder político en los Estados Unidos. La larga lista de líderes del Partido Demócrata y las administraciones universitarias que han cedido de forma sumisa demuestra que la clase capitalista no puede dirigir esta lucha ni va a hacerlo. Solamente el surgimiento de una nueva fuerza social puede sanar el país. Esa fuerza social está conformada por todas las personas que están siendo despojadas debido la usurpación del poder por parte de las corporaciones.
Trump puso a Elon Musk a cargo del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés), para eliminar las funciones del gobierno que apoyan a los seres humanos. Asimismo, MAGA ha empoderado a Palantir, una corporación privada con fines de lucro, para que organice y controle todos los datos del gobierno. Además, Palantir suministra la infraestructura digital central de la vigilancia estatal.
Esta apropiación de la información pública, de todo tipo, por parte de corporaciones privadas es posiblemente el robo más grande y la mayor privatización de la riqueza y la propiedad personal y pública en la historia global. Y lo que es peor, estamos observando cómo las corporaciones privadas abolen una función esencial de una gobernanza adecuada: desarrollar información pública y usarla científicamente para el beneficio de todos.
Nunca antes el reemplazo de la propiedad privada con la pública había sido una solución práctica tan inmediata a todos los problemas que enfrentamos. La batalla comienza al exigir que el gobierno rinda cuentas ante las necesidades humanas y termina cuando nosotros, el pueblo, establecemos el gobierno que todos necesitamos.
Comité Nacional de Educación Pública de La Liga de Revolucionarios por una Nueva América (LRNA).
Publicado el 1 de noviembre de 2025
Este artículo se originó en ¡Agrupémonos!
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