La nueva tecnología electrónica y automatizada está socavando los cimientos mismos de la sociedad. Está creando profunda miseria para miles de millones de seres humanos mientras se acumula una obscena riqueza en unas pocas manos privadas. A la vez que crece esta riqueza, caen en la pobreza extrema una nueva clase de obreros—desde los que trabajan a tiempo parcial por bajos salarios hasta los desempleados permanentemente. No obstante, en el mismo proceso de destrucción del sistema de producción en que el trabajador es la fuente de toda riqueza, se vislumbra la posibilidad de acabar con la propia explotación. Los cambios en la tecnología pueden proporcionar la base para el desarrollo de una nueva sociedad que libere a la humanidad y la tierra, pero sólo si esta misma clase nueva de trabajadores obtienen el poder político. Este poder aseguraría la transición de un sistema de propiedad privada a uno de propiedad comunal.
La propiedad privada capitalista es una forma de posesión en que la clase de los dueños retiene como tenencia privada los instrumentos de producción y los recursos naturales, que emplean para su propio provecho. En este sistema, los demás de nosotros, la clase trabajadora, nos vemos obligados a vender nuestra fuerza de trabajo a la clase propietaria a cambio de los medios para subsistir. Los medios principales de existencia de la clase trabajadora y la fuente de riqueza y poder de los dueños, durante los milenios de propiedad privada (más recientemente en la forma del capitalismo), se han basado en una relación de explotación de la clase obrera por parte de la clase propietaria.
En el sentido económico, la explotación quiere decir que la clase propietaria expropia una porción del trabajo invertido por los obreros más allá de lo que reciben en recompensa en la forma de un salario. El trabajo expropiado es la fuente de ganancia y elemento fundamental del sistema capitalista. La tecnología de hoy día, que reemplaza la fuerza de trabajo humano, está sentando la base para la eliminación de la explotación. Con esto todo cambia.
Los medios de producción cualitativamente nuevos reemplazan la fuerza laboral humana. Las computadoras, la robótica y otras formas de automatización han eliminado millones de empleos que jamás se recuperarán. Pero esto no quiere decir que la explotación se acabará por su cuenta. Actualmente, el fascismo como forma de Estado está surgiendo en un empeño de sostener por la fuerza el sistema de propiedad privada. Somos testigos de esta opresión en la violenta respuesta de la policía a los miembros de la nueva clase que amenazan la propiedad privada para satisfacer sus necesidades y la militarización de la policía en las comunidades que resisten. Los incidentes del fascismo del siglo 21 seguirán en aumento porque la clase gobernante insistirá en quedarse con el sistema de propiedad privada ante el empuje de las innovaciones tecnológicas que quiebran el nexo entre la clase propietaria y nuestra clase.
El capitalismo está moribundo y algo nuevo emerge. Se emprende la lucha para ver cuáles intereses serán el fundamento de la nueva sociedad. ¿Cómo conseguirán los medios de subsistencia los antiguos obreros, hoy sin trabajo? La nueva tecnología está formando una nueva clase. Es una cualidad actual dentro de las filas de la clase trabajadora. Esta clase está objetivamente situada para dirigir la transformación de la propiedad privada en propiedad pública y una nueva sociedad organizada en beneficio de toda la humanidad. La clase de trabajadores que aparece con la tecnología digital—que reemplaza la mano de obra—incluye trabajadores a tiempo parcial, provisionales con salario mínimo y por debajo del salario mínimo, los desempleados de por vida por cambios estructurales que eliminaron sus empleos y los indigentes al extremo, sin hogar. La nueva clase no puede resolver sus problemas económicos si los medios de producción socialmente necesarios no son propiedad pública y el producto social no se distribuye según la necesidad. Por primera vez, se está formando una clase económica objetivamente comunista que será la base de un movimiento político comunista.
La nueva clase necesita el poder político para transformar la sociedad en favor de la humanidad y la tierra. La clase propietaria, una pequeña minoría, actualmente goza del poder y decide cómo se usan los recursos de la sociedad, quién es culto y quién confinado, a quién se rescata y a quién se le embarga la casa, quién recibe provecho de las riquezas de la sociedad y quién muere de hambre. Ambos el Partido Republicano y el Demócrata representan los intereses de la clase propietaria y sus corporaciones. Es la razón por la cual el gobierno rescata a los bancos y corporaciones privadas mientras que—por falta de fondos—cierra escuelas públicas y centros de salud comunitarios. La nueva clase y la clase trabajadora en su conjunto tienen que tener el poder político para transformar los medios de producción y distribución de las necesidades vitales—todo privatizado—en propiedad pública a usarse en beneficio de la gente y el planeta.
Actualmente, la clase dirigente tiene el poder político, y por lo tanto administra la sociedad en su propio provecho. Lo hace mediante la defensa de la propiedad privada. El interés objetivo de la nueva clase, por el contrario, es abolirla y distribuir la riqueza social de acuerdo con la necesidad.
¿Cuál es el camino del poder político y los medios necesarios para transformar la propiedad privada en riqueza pública? La consciencia de clase es fundamental. Y es en este ámbito que los revolucionarios juegan su papel.
La situación objetiva y los esfuerzos espontáneos del pueblo crean un ambiente en que los revolucionarios pueden desarrollar la consciencia del pueblo. En el 2011, mediante la popularización de la lucha del 99% contra el 1%, el Movimiento para la Toma de Wall Street dio un paso adelante al crear conciencia de que hay dos clases económicas con intereses muy distintos. Desde entonces, con las huelgas de maestros, las luchas por pensiones, los Lunes Morales, las batallas por la democracia en Michigan hasta los recientes brotes de protesta contra la violencia policíaca, mucha gente empieza a ver la realidad de la dura situación compartida por todos los trabajadores.
Pero es el papel de todo revolucionario consciente señalar el camino de la línea de marcha al poder, dejando claro que es la única manera de lograr un sistema económico cooperativo como solución práctica a los problemas que enfrentamos. La conciencia de clase conducirá al desarrollo de la independencia política, la creación de un partido político de la clase trabajadora y el fin de la explotación humana para siempre.
Los artículos de “Pieza clave” ayudan a explicar un concepto fundamental del proceso revolucionario, retando al lector a que explore su aplicación al trabajo político en la actualidad.
septiembre/octubre.2014.Vol25.Ed5
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