Últimamente, se escribe mucho sobre el décimo aniversario del colapso financiero, comúnmente denominado la Gran Recesión de 2007-2009. Gran parte de lo que se escribe define la Gran Recesión como una crisis financiera debida al desplome del mercado inmobiliario relacionado con el incumplimiento de pagos de hipotecas de alto riesgo. Sin embargo, esto fue un rasgo de la crisis, no su causa. La causa de fondo de la crisis financiera fue la revolución electrónica que dio lugar a la producción sin intervención de la mano de obra. Desde los años noventa, esta revolución en la producción dio paso al auge y dominio del capital especulativo en la economía de Estados Unidos y del mundo.
La banca e instituciones financieras restringieron las inversiones de capital productivo y en su lugar invirtieron en transacciones especulativas. Cuando se está ganando menos en la producción de mercancías para la venta, los capitalistas se ponen a circular el dinero, ganando dinero con el dinero. En los años justo antes de la debacle financiera del 2008, los capitalistas especulativos estaban obteniendo cifras récord de dinero acumulando y negociando vastas sumas de deudas basadas en las tenencias de préstamos hipotecarios sobre activos inmobiliarios, particularmente hipotecas de alto riesgo que empezaron a incumplirse sustancialmente. Con la declaración de bancarrota de Lehman Brothers (el cuarto banco de inversión más grande de Estado Unidos) en septiembre de 2008, la burbuja especulativa de la deuda reventó y pasó a ser una crisis económica global.
En noviembre de 2009, Ben Bernanke, presidente del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos, declaró que “septiembre y octubre de 2008 fueron la peor crisis financiera en la historia del mundo, incluyendo la Gran Depresión [de los años treinta]”. Con los meses y años, millones de trabajadores de todos los sectores de la economía que habían gozado de un empleo seguro de repente se hallaron desempleados. Millones perdieron sus ahorros de toda la vida y los de jubilación. Para el 2014, unas nueve millones de familias habían perdido su casa. Durante el mismo período, el Departamento de Hacienda de EE.UU. y el Banco de la Reserva Federal de EE.UU. facilitaron trillones de dólares para el rescate de bancos de EE.UU. y alrededor del mundo.
A pesar de las proclamaciones del gobierno de que el desempleo en EE.UU. se encuentra al nivel más bajo de los últimos 50 años, las consecuencias de la crisis financiera persisten. Aún no se han recuperado millones de trabajadores que perdieron todo durante la crisis y su secuela. Decenas de millones más carecen de un empleo seguro a tiempo completo, trabajando sólo a tiempo parcial o en puestos temporeros o contingentes. Decenas de millones siguen sin trabajo. Una vez estén armados con su identidad de clase y una visión de la abundancia que la nueva tecnología hace posible, estos decenas de millones de trabajadores luchando por asegurarse las necesidades de la vida podrán movilizarse como fuerza revolucionaria para transformar la sociedad en beneficio de todos. Vivimos en tiempos revolucionarios.
La clase dominante es bien consciente de que vivimos tales tiempos, y, como muestran los resultados de las elecciones a mitad de mandato, está avanzando sin perder tiempo para dividir a los trabajadores ideológicamente. Las elecciones dejaron muy claro que se intensifica el proceso de polarización política. En un extremo se levanta un movimiento que lucha por las necesidades básicas de la vida y por la democracia; en el otro surge su antítesis, el fascismo.
Al asomarse en el horizonte una nueva crisis económica, que promete ser peor que la última, las tareas de los revolucionarios se han vuelto más urgentes. Los avances exponenciales en la nueva tecnología electrónica está produciendo una abundancia de las necesidades indispensables de la vida. La lucha actual trata de la apropiación y distribución de esa abundancia. Hay que ganarse al sector de la clase trabajadora que lucha por obtener esas necesidades vitales, convenciéndolo de las nuevas ideas basándose en esta nueva realidad.
Todos los indicadores económicos muestran que la especulación sigue siendo el principal motor de la economía de EE.UU. y global y que la deuda ha alcanzado nuevos niveles históricos. El déficit presupuestario de EE.UU. para el año fiscal de 2018 suma $779 billones, 17% más que el año anterior. La deuda de los hogares en EE.UU. ahora ha sobrepasado el nivel máximo histórico de 2008. La deuda pendiente por préstamos estudiantiles, que sumaba $611 billones en el 2008, ha disparado a $1.5 trillón en la actualidad. Hoy día, el saldo de préstamos para auto llega a $1.5 trillón, muy por encima de su nivel máximo alcanzado en 2008. La deuda global ha aumentado de manera dramática de $177 trillones en 2008 a $247 trillones actualmente. La clase gobernante conoce bien los peligros que la situación le plantea. En su informe de septiembre del 2018, titulado “10 años después de la crisis financiera”, JPMorgan Chase representa a sólo una de las entidades financieras o comités de expertos advirtiendo sobre las consecuencias de una inminente crisis económica que agilizará la polarización social y política alrededor del mundo.
En este momento, ¿cómo contribuirán los revolucionarios conscientes a forjar la unidad en un sector de nuestra clase para desarrollar sus intereses como clase al darse el próximo estallido social? La lucha por la distribución de las necesidades vitales de la vida es la lucha por la distribución de acuerdo a la necesidad. La lucha por la distribución según la necesidad es la lucha por apropiarse de las necesidades de la vida, y ésta es una lucha de clase. A su vez, la lucha de clase es la contienda en contra del fascismo y por una nueva sociedad en base a la cooperación, la propiedad colectiva y la distribución de acuerdo a la necesidad. La lucha de clase es una lucha consciente. No existe término medio.
mayo/junio 2019. vol.29. Ed3
Este artículo originó en Rally, camaradas!
CORREO: Box 477113 Chicago, IL 60647 rally@lrna.org
Se pueden reproducir artículos a menos de que se indique lo contrario.
Por favor incluya este mensaje con cualquier reproducción.