La gente indocumentada no puede votar, pero ha creado un movimiento que ha cambiado las leyes, desafiado a políticos y presidentes y ganado en la Corte Suprema de EE.UU. Durante las elecciones del 2020, algunos de ellos hablaron de la necesidad de no permitir la reelección de Donald Trump, el presidente que ordenó la separación de padres e hijos detenidos y quiso eliminar el programa de DACA para estudiantes indocumentados. Algunos también apoyaron a candidatos y campañas en las elecciones locales para forjar alianzas y prepararse para las luchas que surgirían tras las elecciones.
Los jóvenes indocumentados de mayor conciencia rechazan el cuento de que los Dreamers, o Soñadores, son “inmigrantes buenos” arribados sin culpa alguna que merecen trabajo y, bajo DACA, estar libres de la deportación, mientras que inmigrantes como sus padres se deben considerar criminales y ser deportados. Estos luchadores no ocultan su odio a ser “inDACAmentados”, mientras sus familiares y la juventud no protegida por DACA siguen siendo “indocumentados indocumentados”, sin reconocimiento ni protección alguna de la ley.
Los organizadores de mayor conciencia social defendiendo los derechos de los inmigrantes saben que hoy día no se puede sólo organizar una “lucha por los derechos de los inmigrantes” dentro del sistema imperante, porque todo el sistema económico y político está fallando. Tienen el compromiso y la pasión y saben organizar como un paso hacia la superación del sistema roto en que vivimos. Así que su lucha por la igualdad de derechos también tiene que tomar el camino de la unidad con otros movimientos por las necesidades básicas y la justicia como preparación para la destrucción social y el conflicto que anticipan.
Este paso incluye vincularse con la gente luchando por las necesidades de los inquilinos, la gente sin hogar y el medio ambiente. También significa conectarse con sectores de la gran gama de organizaciones y movimientos luchando bajo la consigna de Black Lives Matter (BLM—Las vidas de personas negras importan). Al pensar sobre asuntos como si deben ponerse en contacto con la policía al planificar sus manifestaciones, están estudiando la experiencia del movimiento en contra de los asesinatos policiales de gente afroamericana. Los dirigentes liberales de los servicios de apoyo a los inmigrantes dicen que tienen que colaborar con la policía para que no se detengan a indocumentados durante las movilizaciones, pero los que organizan las demostraciones de BLM se niegan a incluir la policía cuando hacen sus planes. Su modo de proteger a la gente recientemente liberada de la cárcel cuando ellos participan en sus protestas es rodearlos con otras manifestantes.
Los organizadores de inmigrantes jóvenes también se están enseñando unos a los otros sobre la historia de las luchas políticas y laborales. Conocen los sucesos de las huelgas de la Unión de Campesinos (United Farm Workers) de los años 70, cuando César Chávez le pidió a la Patrulla Fronteriza que detuviera a los rompehuelgas indocumentados. La unión eventualmente dejó de hacerlo al engrosarse las filas de los inmigrantes, pero este triste episodio muestra cómo el capitalismo enfrenta unos trabajadores contra otros. El propósito de los dirigentes jóvenes no es desacreditar a los líderes venerados, sino aprender cómo el sistema capitalista maliciosamente vuelve a los trabajadores en contra de sus propios intereses de clase materiales y políticos.
Los líderes inmigrantes jóvenes ven que estas trágicas lecciones de la historia ocurrieron bajo administraciones demócratas y republicanas. Saben que las últimas reformas globales de la política inmigratoria (a veces llamada la amnistía) sucedieron bajo un presidente republicano, Ronald Reagan, el mismo virulento imperialista responsable por el entrenamiento de los escuadrones de la muerte que llevaron a cabo el tráfico de armas y drogas por toda Centroamérica. También saben que los demócratas controlaban ambas cámaras del Congreso y la presidencia de 2008 a 2010, y, sin embargo, no implementaron la “reforma global de la política inmigratoria” que habían prometido.
En vez, Obama emitió su Orden Ejecutiva DACA para estudiantes jóvenes mientras la gran mayoría de indocumentados seguían corriendo peligro. Con el tiempo, los inmigrantes empezaron a convocar protestas contra el número creciente de deportaciones llevadas a cabo bajo el mando del quien bautizaron “el Deportador en Jefe”. Mas para entonces el movimiento que había sido tan masivo durante las movilizaciones nacionales del primero de mayo de 2006 en contra del proyecto de ley Sensenbrenner se había reducido muchísimo. Como consecuencia, todo inmigrante era más vulnerable cuando la elección de Trump abrió paso a enormes nuevos ataques contra los derechos de los inmigrantes.
Ahora, la administración de Trump ha intensificado ambos la retórica anti-inmigrante y las medidas de control punitivas, tales como las deportaciones y la separación de familias, como elementos fundamentales del mensaje de su campaña de reelección. Esto les permite a los dirigentes del Partido Demócrata a repetir una parte de la estrategia que emplearon bajo Obama: criticar a los republicanos y prometer luchar por los inmigrantes si ganan el control de la presidencia y el Congreso, sin presentar un plan para realizarlo.
La verdad es que pase lo que pase en las elecciones, se necesitan nuevas herramientas para desmantelar el sistema actual y el abuso cada vez más descarado en contra de los inmigrantes. El 14 de septiembre, la organización de activismo social Proyecto Sur (Project South) presentó una queja ante el Departamento de Seguridad Nacional acusando al Centro de Detenciones de Irwin County en Georgia de graves violaciones de los derechos humanos de los inmigrantes encarcelados, incluyendo una y otra vez no protegerlos contra el riesgo de COVID-19 y someter, sin su consentimiento, a mujeres inmigrantes a histerectomías, o sea, la esterilización. Estas atrocidades reflejan una tradición norteamericana de la esterilización forzada de los miembros más vulnerables de la clase trabajadora.
Esta historia incluye la esterilización de un incontable número de mujeres indígenas por más de un siglo, como lo documenta la demanda de clase de 1977 contra el gobierno federal radicada por tres mujeres cheyenne norteñas en Montana. Incluye un gran número de mujeres afroamericanas pobres a lo largo de décadas, como el caso en Alabama de la esterilización de Minnie Lee y Mary Alice Relf en 1973. También incluye a Carrie Buck, una mujer blanca quien fue la primera que esterilizaron en Virginia bajo su ley de 1927. E incluye la esterilización entre los años ’30 y los años ’70 de aproximadamente una tercera parte de las mujeres de Puerto Rico.
La esterilización actual de mujeres inmigrantes y la separación de sus familias son el legado de un sistema socioeconómico fundado sobre el genocidio de los pueblos indígenas, la mano de obra esclava y la conquista imperialista de América Latina, que hicieron a la clase gobernante lo suficientemente fuerte como para asegurar la explotación ininterrumpida de trabajadores de todos los colores. No se puede acabar con el abuso de inmigrantes por parte del sistema sin ponerle fin a su capacidad para abusar de cualquier sector de la clase social más pobre de norteamericanos. Los activistas inmigrantes jóvenes están deliberadamente trabajando para unir su lucha con la de otros enfrentando el mismo enemigo. AC
noviembre/diciembre 2020.Vol30.Ed6
Este artículo originó en Rally, camaradas!
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