En un sistema capitalista, sólo superado por las leyes de la naturaleza, el dinero impulsa el mundo a nuestro alrededor. En nuestra sociedad, el dinero representa un verdadero poder mundial y cada día una pequeña clase capitalista mantiene un grado de poder aún mayor, mientras que la clase obrera carece casi por completo de poder.
Cuando analizamos retrospectivamente nuestra historia de saqueos, esclavitud y otras medidas para contar con una mano de obra sin pago alguno, resulta fácil observar la forma en que los capitalistas han engañado a los trabajadores, mientras solo les ofrecen migajas de la riqueza que los propios obreros han creado. Y bajo el capitalismo actual, ya ni siquiera se les ofrece la esperanza de recibir esas migajas. Debido a la automatización, que está diezmando el valor de la mano de obra hasta llegar a cero, ha desaparecido la base objetiva del valor del dinero. La producción sin mano de obra está destruyendo la base de consumidores y el sistema se está quedando sin una base objetiva para poder funcionar. En 2010, tan solo 388 personas tenían acumulada en sus manos más riqueza que la mitad inferior de la población mundial. Ya en 2016, solo 62 multimillonarios poseían ese porcentaje de la riqueza. Y se está destruyendo a quienes se sitúan en el medio. Para poder comprender qué es lo que está otorgando tanto poder a esta clase gobernante, debemos comprender la propia naturaleza del dinero.
Hace casi 4000 años, se creó el dinero a medida que las comunidades agrícolas fueron desarrollando una división del trabajo. Esta división se tradujo en un salto exponencial en cuanto a la cantidad de bienes que podían producirse y las innovaciones que podían originar índices más altos de producción. Con el excedente producido a través de esta división del trabajo, estas antiguas comunidades se vieron en la necesidad de idear nuevas formas de comercio con otras comunidades. Estos medios tendrían que ser más prácticos que el simple trueque, lo cual dependía de las necesidades de un comerciante para precisamente satisfacer la demanda de otro. Entre las primeras formas que revistió el dinero se encuentran desde tarjas (palos para llevar cuentas) hasta conchas de cauri. Con el tiempo, la mayoría de las comunidades determinó que usarían metales preciosos, los cuales podían intercambiarse en cantidades y tamaños equivalentes al valor del bien que se necesitaba obtener en un momento determinado. La concentración de la riqueza en las áreas geográficas que se beneficiaron del comercio creó a las ciudades-estado, entre las que se puede mencionar Atenas. Estas ciudades-estado comenzaron a uniformizar el valor de los metales comerciados al acuñar monedas con los mismos.
En términos generales, los economistas han acordado que el dinero debía representar cierta cantidad de mano de obra que se intercambiaba en el mercado. La cantidad de mano de obra necesaria para extraer, acuñar y distribuir monedas debía ser aproximadamente el equivalente a cierto porcentaje de la mano de obra necesaria para producir un cultivo o para criar una vaca adquirida con cierta cantidad de esa moneda. A pesar de que sus formas han cambiado (y la conveniencia del papel y del plástico han reemplazado en gran medida el valor físico de los metales preciosos), históricamente, el dinero ha sido un artículo básico que utilizamos para comerciar tanto la mano de obra como los productos que esta genera.
Al mismo tiempo, el valor del dinero ha representado cierto nivel de poder —ya sea en la ciudad-estado, en un reino o en la república— donde se ha acuñado. Esto significa que el poder estatal y la posición política de un gobierno repercuten en el valor de su moneda. Es por ello que el dólar confederado perdió todo su valor después de la Guerra Civil que se libró en los Estados Unidos. Esta también es la razón por la que en 1971, los Estados Unidos, como superpotencia mundial, pudo poner fin al patrón oro, el cual había sido la base de sus relaciones económicas con otras naciones después de la Segunda Guerra Mundial. Los Estados Unidos tenía suficiente poder político para hacer lo que quisiera y el dólar predominó como moneda en todo el mundo.
Debido a que la clase gobernante ya no puede lucrarse como antes a través de la producción, los capitalistas continúan dándole vuelta a la economía para seguir moviendo dinero. Cada vez más, se está usando el dinero para propósitos de especulación. Los capitalistas apuestan con dinero, a fin de alimentar la hambrienta maquinaria económica existente, con la esperanza de obtener nuevas riquezas de una economía que se derrumba. Esta es la historia que se encuentra detrás del furor de los préstamos que dio origen a la crisis de hipotecas de alto riesgo en 2007 y la subsiguiente recesión en 2008.
Esta también es la razón por la que bolsa de valores en el ámbito mundial ha experimentado 20 caídas financieras de considerable magnitud desde el denominado Lunes Negro de 1987, mientras que los mercados sólo han experimentado uno de estos derrumbes financieros por década durante los 60 años que precedieron a este acontecimiento. Los bancos centrales (bancos estatales) utilizan métodos tales como la flexibilización cuantitativa, la impresión de más dinero, la disposición de efectivo a tasas de interés muy bajas (casi de cero) para impulsar su circulación y la inversión. Los capitalistas acumulan deudas y establecen tasas de interés más bajas sencillamente para que el dinero continúe moviéndose.
Si analizamos la historia del dinero y reconocemos que en un momento sirvió para lograr el propósito de apoyar la división del trabajo y el desarrollo social, actualmente debemos aceptar que su objetivo es muy diferente. En esta economía que se mantiene de forma artificial, en la que el dinero tiene cada vez menos valor, la ilusión del valor de este legitima falsamente un sistema que ha evolucionado rápidamente para transformarse en fascismo y que ha fracasado en cuanto a la satisfacción de las necesidades básicas de su gente.
En 2016, un artículo publicado por el periódico LA Times señaló que desde 2008, se ha duplicado la deuda de nuestro gobierno, la cual ya alcanza la suma de $59 billones de dólares. Nuestra deuda total ha aumentado en un 40 por ciento, mientras que las deudas estudiantiles han incrementado en un 130 por ciento. También en 2016, el Índice Bloomberg de Materias Primas señaló que la industria y el sector industrial tienen una deuda que asciende a $3,6 billones de dólares. Todos estos son indicios de una economía que está enfrentando una crisis muy profunda.
Sin embargo, Paul Krugman, columnista del The New York Times, en representación de la clase gobernante, aduce que en realidad debemos incurrir en más deuda y gastar más dinero para superar la crisis actual. Los economistas capitalistas saben que la única manera de que el sistema continúe siendo operacional es si este sigue en movimiento. No obstante, la producción sin mano de obra expulsa a cada vez más obreros del proceso de producción. Esto los elimina como parte del mercado para los bienes que se están produciendo.
Si los obreros no son consumidores con poder adquisitivo, el sistema capitalista colapsa y se destruye. La producción sin mano de obra requiere de la distribución y del intercambio sin dinero. La revolución electrónica ha hecho posible el surgimiento de una sociedad nueva: una sociedad cooperativa y comunista en la que se distribuyen los productos sociales según las necesidades.
mayo/junio 2017. vol.27. Ed3
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