Vivimos en tiempos de un antagonismo fundamental que está destruyendo los cimientos mismos de la sociedad. Nuestro sistema económico depende de la explotación del trabajo humano. Por lo tanto, la producción libre de mano de obra significa que por primera vez desde la fundación de la nación nos encontramos en una situación objetivamente revolucionaria. El gobierno norteamericano “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” tiene que imponerse a un gobierno de, por y para la propiedad privada.
Son tiempos en que también es posible la meta de todo revolucionario—un cambio fundamental. Un cambio se hace factible cuando se vuelve la causa de las masas de la sociedad, cuando las aisladas exigencias de alimentación, vivienda, educación, cuidado médico y la oportunidad de contribuir a la sociedad se aúnan en la demanda política de una sociedad cooperativa. Se realiza cuando una nueva clase social, producto de la producción sin fuerza laboral, adquiere el poder político para crear una nueva sociedad en base a una nueva economía.
El futuro se desenvolverá de acuerdo a la manifestación de la conciencia de las masas en cada etapa del desarrollo cuantitativo de la sociedad hacia una conciencia política o de clase. Los revolucionarios que comprenden las leyes objetivas del proceso de desarrollo pueden asegurar que la posibilidad de un nuevo mundo de hecho se haga realidad.
La revolución se desarrolla por etapas
Estas leyes del desarrollo se pueden conocer, pero hay que estudiarlas en su dinámica y contexto. Cualquier proceso de cambio cuantitativo consiste de dos partes, la objetiva y la subjetiva. En un período objetivamente revolucionario, los revolucionarios hacen hincapié en el desarrollo del aspecto subjetivo del proceso porque es ahí donde ellos pueden y deben asumir su papel. O sea, el contexto del desarrollo subjetivo es el desarrollo objetivo, las etapas de la esencia de los tiempos en que vivimos.
Los revolucionarios estudian la línea de marcha que describe este proceso y sus etapas. Por lo general, pasa de luchas económicas aisladas a una lucha política unida. Cada etapa surge de una creciente polarización de clases y una inestabilidad social general. Todo proceso se fundamenta en la relación entre los polos opuestos que lo definen. El crecimiento del capitalismo se dió gracias al dar y recibir entre dos polos de clases, entre trabajadores y capitalistas. El antagonismo crea una dinámica de polarización. Al irse polarizando la lucha, ambos bandos se vuelven más y más implacables, creando nuevas condiciones políticas. Lo que se destruye a fin de cuentas es la relación entre los dos polos que definían el proceso. El proceso de destrucción además permite la formación de nuevos vínculos que posibilitan la reconstrucción de la sociedad sobre nuevos fundamentos.
La conciencia social y la revolución
El deber de los revolucionarios es asegurar que se dé un salto intelectual adecuado al avance en el ámbito objetivo. Mientras que el proceso de destrucción es uno más o menos automático, el de la transformación no lo es. Consiste de avance, estancamiento, retroceso, polarización, destrucción y avance. La lucha tiene que cambiar y pasar de una postura defensiva a una ofensiva contra un sistema que en sí representa el problema principal.
Los revolucionarios desempeñan su papel de politizar mediante la propaganda, que debe anticipar en cada etapa el próximo paso para el movimiento y su porqué. De cada etapa de desarrollo del proceso objetivo surgen nuevos revolucionarios, formados por el proceso mismo de polarización. Mientras más concreta y específica sea la relación con estos líderes, más eficaz será la propaganda. Nuestra clase social no puede adelantarse hasta que aprenda a luchar políticamente por sus propios intereses. El desarrollo de la conciencia social es un proceso de politización, de asegurar la formación política de la clase.
Los revolucionarios estamos conscientes del reto que nuestra sociedad enfrenta. O las corporaciones tienen control sobre la sociedad o la sociedad tiene control sobre las corporaciones.
El pueblo norteamericano está disgustado con el sistema bipartidista, pero aún cree que los partidos políticos pueden representar a todas las clases sociales y que deben colaborar para dar voz a los intereses de la nación. Nuestra clase tiene que anticipar los pasos del gobierno y reconocer a qué clase social éste responde. Además debe saber que las clases mismas se basan en una relación de producción y, por lo tanto, de poder (el hecho que los del “1%” acaparan el “99%” del poder). La coalescencia política, identidad, voz y conciencia de los intereses independientes de nuestra clase aún se encuentran a varios pasos en el futuro. La comprensión consciente y subjetiva de cualquier situación nueva se rezaga con respecto a la realidad objetiva. Mas puede alcanzarla a grandes pasos.
La creciente polarización dentro de los partidos políticos da pie a rupturas en la prolongación del sistema partidista actual y a la creación de un proceso revolucionario. Éste, por su parte, dará lugar a una ruptura política general. La formación de un tercer partido acelerará este acontecimiento político. En este contexto, la lucha por un tercer partido puede verse como una escuela para los revolucionarios. Forma parte de la lucha de las masas al ir cobrando consciencia de que tienen que asumir el poder como clase social.
Por primera vez, se forma objetivamente una clase económica comunista que será el pilar de un movimiento político comunista. A pesar del empeoramiento de las condiciones económicas, nada se podrá lograr hasta que el pueblo norteamericano sea capaz de percibir adónde quiere ir, qué quiere ser y cómo va a lograrlo. La tarea fundamental de los revolucionarios es dárselo a entender.
marzo/abril 2014. vol.24. Ed2
This article originated in Rally, Comrades!
P.O. Box 477113 Chicago, IL 60647 rally@lrna.org
Free to reproduce unless otherwise marked.
Please include this message with any reproduction.