La mayoría de los norteamericanos creen que el fascismo es cosa extranjera, algo que tuvo lugar hace décadas y que “no puede pasar aquí.” La verdad es todo lo contrario. Hoy día, por todo el mundo, los cambios históricos en la forma en que se producen las cosas le han abierto las puertas al fascismo. Uno de los mayores peligros que enfrenta el movimiento obrero en Estados Unidos es el empeño que pone la clase dominante en disfrazar el fascismo, sus orígenes y, aún más importante, el siniestro peligro que significa para la humanidad. Gracias a la propaganda burguesa, un sector del país lo está acogiendo.
¿Qué es el Fascismo?
La característica fundamental del fascismo es la unión del poder económico corporativo y el poder político del Estado. En términos políticos, sustituye una forma de dominio de clases—la democracia burguesa—por otra. El fascismo es la intervención del Estado en todo aspecto de la economía y la sociedad con el fin de proteger la propiedad privada.
Antes, el fascismo surgía durante períodos de gran inestabilidad en el Estado y la sociedad. En Alemania, por ejemplo, se vivía una transición política de una estructura estatal feudal a una democracia burguesa. El país sufría un gran caos debido al Tratado de Versalles, firmado en 1919, que obligaba a Alemania a pagar miles de millones de dólares en reparaciones por la Primera Guerra Mundial. Para pagarlo, se vio obligado a inflar la moneda. La inflación era tal que el pueblo no podía pagar por su sustento. La gente moría de hambre. Las insurrecciones comunistas iban en aumento. En ese momento histórico, Alemania tenía dos opciones: o fascismo o comunismo. Ganaron los capitalistas alemanes. Establecieron el fascismo para asegurar su expansión imperial y destrozar el creciente movimiento comunista.
Aunque hay semejanzas fundamentales [con el pasado], el fascismo de hoy día surge objetivamente, no como una opción, tal como ocurrió en Alemania. Actualmente, debido a condiciones cualitativamente nuevas, el capitalismo no tiene otra etapa de desarrollo. Nuevas herramientas, tales como las computadoras y los robots, sustituyen la mano de obra y destruyen los cimientos mismos del capitalismo, que se define por la compra y venta de la fuerza de trabajo. Una consecuencia es la acumulación en pocas manos de una cantidad de riqueza sin precedentes. Dado esta nueva realidad, no hay forma de que las grandes corporaciones administren y aseguren su propiedad fuera de una constante fusión de las corporaciones y el Estado. Fuimos testigos de este proceso en 2008 cuando el gobierno de Estados Unidos vino al rescate de los bancos considerados “demasiado grandes para caer.” Todo el sistema bancario pudo haber fracasado sin la intervención del Estado. Dentro de esta dinámica, el fascismo busca asegurar la transición a todo un nuevo mundo a la vez que preserva la propiedad privada.
Por otra parte, por primera vez en la historia aparece un movimiento comunista objetivo. Es comunista porque los desplazados por la electrónica ya no pueden sobrevivir en un sistema en que los medios de producción socialmente necesarios son propiedad privada. El comunismo quiere fomentar un mundo nuevo en base a la propiedad pública de los medios de producción socialmente necesarios y la distribución del nuevo mundo de abundancia de acuerdo a la necesidad. Sin embargo, estas nuevas relaciones no surgirán de la nada. Hay que luchar por ellas a conciencia.
Las Formas del Fascismo
Dado los impedimentos a la expansión, el poder corporativo en Estados Unidos se ve obligado a volverse hacia adentro. El fascismo toma la forma de la interpenetración a cada nivel de intereses privados y el Estado, con el gobierno directamente asumiendo la responsabilidad de asegurar la rentabilidad de las corporaciones. Se está acelerando una transferencia extraordinaria de propiedad pública a las corporaciones. Escuelas, carreteras con peajes, fuerzas policíacas, el agua, quizás hasta la Autoridad del Valle de Tennessee—y mucho más—se están pasando a manos privadas, y el gobierno y los contribuyentes cargan con el costo.
Los altos ejecutivos corporativos articulan la ideología que justifica este robo. Aunque lo negó, se diseminó ampliamente la declaración del antiguo CEO de Nestlés, quien dijo que [el acceso al] agua no es un derecho y debe privatizarse. Un ejecutivo para la división de Corea del Sur de una corporación en el campo de la salud—Roche—dijo, “El concepto del bien público o de la responsabilidad del gobierno por el pueblo no entra en el vocabulario corporativo.”
Es por esta razón que el enfrentamiento sobre quiénes beneficiarán con la nacionalización es tan importante. En esta lucha, los trabajadores empiezan a reconocer el papel partidario del Estado. Empiezan a reconocerse a sí mismos como una clase y ver que la lucha por construir una economía comunal es la solución final a la guerra y al fascismo.
Las Etapas del Fascismo
Como todo proceso, el fascismo se desarrolla por etapas. Ya no sólo existe una “sociedad” entre el gobierno y las corporaciones, ahora hay una unidad absoluta entre las corporaciones más poderosas y el Estado. Esta unidad es la esencia misma del fascismo.
Su rasgo político—el terror estatal flagrante—crece. Cuando hay un gobierno que declara que puede matar a quien quiera, descartando las garantías constitucionales, lo que hay es fascismo. Se nota además en la militarización de la economía y la policía y en la ley marcial parcial impuesta en ciertos sectores de nuestras ciudades. La expresión social del fascismo se manifiesta en su crecimiento como movimiento que va surgiendo enraizado en los elementos más racistas, salvajes y explotadores de la historia estadounidense. Complementa el proceso la violencia fascista y la propaganda incitadora de la clase dominante, con su llamado a culpar a los grupos de trabajadores más vulnerables para así dividir y conquistar.
Lo que falta es la irrupción de una crisis que permita una ofensiva fascista a gran escala. Ya existe el poder legal para asumir control del gobierno y declarar el mando exclusivo del ejecutivo. No se debe olvidar que el fascismo en Alemania e Italia tuvo lugar legalmente—Hitler y Mussolini llegaron al poder legalmente. Después de los atentados en Boston, unas encuestas ominosas indican que muchos norteamericanos aceptan restricciones a sus libertades civiles con la esperanza de que se proteja su bienestar. Hará falta una masiva propaganda visionaria para que la gente se dé cuenta de los peligros y las oportunidades que el momento abarca y lo que tiene que hacer.
Un viejo y conocido refrán dice así: “Quien no aprende de la historia, está condenado a repetirla.” Menos reconocido, sin embargo, es el gran poder de la mente humana para romper el ciclo de lo anticuado. Bajo ciertas circunstancias, el ser humano—armado con el conocimiento del pasado y la visión de un nuevo futuro—puede crear una historia totalmente nueva. De las actuales luchas por el provenir, surgirá un mundo cooperativo, hecho posible por los nuevos medios de producción electrónicos. Será una sociedad en que por fin se podrán satisfacer las necesidades de la humanidad.
enero-febrero 2014. vol 24. Ed 1
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