Dentro de los círculos gubernamentales tanto a nivel nacional como internacional, una lucha está en marcha ocasionada por los cambios en la economía mundial y la geopolítica. La crisis de Venezuela está en el centro de este proceso global, puesto en marcha por la revolución en la tecnología. El orden mundial que ha existido desde la caída de la Unión Soviética, un orden unipolar y hegemónico dominado por los Estados Unidos, está siendo desafiado por el surgimiento de un nuevo orden mundial multipolar, particularmente la Federación Rusa y China, a medida que se elevan a competir en contra de la hegemonía estadounidense. La cualidad primordial del proceso es la profundización de la polarización y la inestabilidad.
Los ataques contra Venezuela no se pueden separar de la estrategia estadounidense de guerra económica y agresión militar contra Irán, Rusia, China y los bloques regionales en todo el mundo, que desafían el dominio económico, financiero y geopolítico de Estados Unidos. La administración actual está exacerbando esta polarización, pero de ninguna manera es su causa.
El control y el acceso al suministro mundial de petróleo es fundamental para la estrategia de los Estados Unidos. Junto con las corporaciones transnacionales, los EE. UU. pretende ejercer el control sobre las vastas cantidades de petróleo venezolano y, a través de ese control, dictar e incluso estrangular las economías de cualquier país que intente desafiarlas, especialmente China.
Los Estados Unidos es un poder económico y militar formidable. Sin embargo, la creciente polarización de la riqueza y la pobreza entre su población, su deuda astronómica y la competencia económica a nivel mundial han colocado a los Estados Unidos en una trayectoria de declive. Eliminar el acceso de sus competidores a América Latina es esencial para reforzar la posición económica y geopolítica de los EE. UU en el mundo.
En los EE. UU., ambos partidos políticos a la vez están desempeñando su propio papel en la aceleración del fascismo, protegiendo los intereses de las corporaciones y el poder del Estado de los EE. UU. De repente, el Partido Demócrata y sus diversos portavoces de los medios han olvidado cuánto odian a Trump y claman por la sangre venezolana, junto con los republicanos.
La profundización de la polarización económica y política define los tiempos, a medida que el mercado global continúa reduciéndose y el centro de gravedad económico se desplaza de Occidente a Oriente. Se están desarrollando nuevas polaridades entre los EE.UU. y sus aliados, ya que se ven obligados a proteger sus economías nacionales. Los bloques regionales fuera de la esfera de influencia de los EE. UU. también se están consolidando para proteger sus mercados, y más países están intentando alternativas al uso de los petrodólares de los EE. UU. como moneda de cambio para el comercio de petróleo.
China, Rusia, Irán, Turquía, India y muchas otras naciones más pequeñas vulnerables a la agresión de los EE. UU estan cada vez más unidas entre sí a través de bloques regionales, creados para defenderse contra la dominación económica y geopolítica de los EE. UU. Estos países se encuentran en todo el mundo – América Latina y el Caribe, África, Medio Oriente y Asia. Son estos mismos países los que se han opuesto a la campaña de los Estados Unidos contra Venezuela.
Los gobernantes de estos países no pueden someterse a los Estados Unidos y seguir desarrollando sus economías. Pero la creciente inestabilidad económica en el mundo, la incapacidad del consumidor para comprar y la intensa competencia por los mercados, sientan las bases para que las inevitables guerras comerciales se conviertan en guerras de fuego.
Mientras vamos a la prensa, Venezuela sigue en pie y sigue luchando. Si son derrotados, las consecuencias reverberarán a través del mundo. Polarizará aún más el orden mundial, creará una mayor inestabilidad y fomentará las condiciones para la guerra mundial. Fortalecerá la mano del movimiento fascista global y promoverá la consolidación del gobierno de las dictaduras corporativas y financieras transnacionales.
En todo el mundo, la producción robótica y electrónica está eliminando el trabajo humano en todos los sectores de la economía, mientras que la capacidad de una abundancia incalculable crece cada día. La economía capitalista, basada en la compra y venta de la fuerza de trabajo, está siendo destruida irreversiblemente, ya que las nuevas fuerzas productivas generan una reorganización de las relaciones económicas y desatan una lucha para abolir la propiedad privada. La economía solo puede ajustarse a la capacidad productiva de los robots y las computadoras, si la capacidad productiva de la sociedad se transforma de propiedad privada a propiedad pública.
Hay un movimiento mundial de trabajadores en proceso. Los trastornos sociales están aumentando: protestas, marchas y desobediencia civil en todo el mundo son característicos de esta época. Los trabajadores del mundo necesitan democracia, paz y las condiciones económicas para construir una vida estable y culta. Estas demandas son la base de la unidad para los trabajadores del mundo y vinculan a los trabajadores estadounidenses con los de Venezuela.
Como revolucionarios norteamericanos, tenemos un papel especial. Tenemos que desarrollar la conciencia para que la clase obrera estadounidense luche contra su propia clase dirigente por la educación, la atención médica, la comida y la vivienda, y contra la guerra. En estas batallas por las necesidades de la vida, destacamos nuestros verdaderos intereses de clase. Los revolucionarios arrojamos esta luz para que nosotros, las clases trabajadoras del mundo, podamos unirnos como clase única y luchar por nuestros intereses comunes, no por los de la clase capitalista. Este es el verdadero significado del internacionalismo proletario.
marzo/abril 2019. vol.29. Ed2
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