Cuando los revolucionarios evaluamos las elecciones de 2015 en Chicago, observamos más que las tácticas triunfadoras o perdedoras. Los revolucionarios debemos comprender qué tan lejos han llegado los obreros en su trayectoria para pasar de la lealtad al Partido Democrático a la formación de un partido político que realmente represente sus intereses. Al mismo tiempo, se celebran elecciones para que la clase gobernante se pueda dar una idea sobre cuál es la forma de pensar del pueblo y por consiguiente acorralar cualquier movimiento popular. ¿Qué pueden decir los revolucionarios sobre la forma de pensar del pueblo? ¿De qué forma se refleja en esta campaña electoral la creciente disparidad entre la riqueza y la pobreza —el creciente desempleo permanente frente al potencial existente de generar abundancia? ¿Hasta qué punto está emergiendo una política de la clase, mientras que las viejas rivalidades étnicas luchan por sobrevivir?
Cambios en la economía de Chicago
El Siglo XIX llegó a su fin y las plantas siderúrgicas rodearon la parte sur del Lago Michigan, los corrales vaciaron sus vísceras en el río que atravesaba el centro de la ciudad, Pullman erigió una “ciudad modelo” para los obreros que construían sus vagones ferroviarios, y Marshall Field captó las fantasías del consumo al acuñar su célebre frase de “Denle a la dama lo que quiere”. Para 1900, Chicago, la icónica cuidad ubicada en el denominado Cinturón del Óxido, se había transformado en el centro más grande de transporte y de la industria pesada en el país. En 1914, Carl Sandburg elogió la ciudad con las palabras siguientes:
Carnicera de cerdo del mundo,
Fabricante de herramientas, estibadora de trigo,
Juegas con ferrocarriles y los fletes de la nación.
Tempestuosa, robusta, pendenciera,
Ciudad de anchas espaldas.
La lucha en torno a cuál sería el partido político que controlaría la ciudad industrial de Chicago llegó a su fin en 1931. De ese año en adelante, los demócratas ganaron todas las elecciones de alcaldes y controlaron el Concejo Municipal.
La expansión del capitalismo industrial estadounidense después de la Segunda Guerra Mundial llegó a un punto de estancamiento en el ámbito interno. Una mayor cantidad de industrias automotrices se trasladaron a otros lugares en busca de obreros con salarios más bajos. Los contratos federales abandonaron el Cinturón del Óxido. Las innovaciones electrónicas comenzaron a reemplazar a los obreros mediante la robótica y la computarización. Desde principios de los años 50 hasta la década de los 70, Chicago experimentó un continuo deterioro. En 1955, Richard J. Daley asumió la alcaldía de la ciudad, cuya fortaleza industrial había mermado. Asimismo, la base tributaria de Chicago había disminuido y su infraestructura se había desgastado. El sistema de clientelismo del Partido Demócrata —más de 40.000 trabajadores municipales, nombramientos políticos a nivel de los distritos electorales y una disciplinada organización dentro de la maquinaria distrital— agotó la ciudad. Cuando Daley falleció en 1976 —siendo aún Alcalde de Chicago— el Partido Demócrata aprovechó la oportunidad para fomentar la transformación del capitalismo de la ciudad, con base en las especulaciones financieras y la tecnología de información.
Estos cambios económicos casi están llegando a su fin. El plan del Consejo Empresarial Mundial (WBC, por sus siglas en inglés), el cual abarca un total de 14 condados, para el desarrollo del área metropolitana de Chicago, ha hecho un llamado a convertirla en una versión del Valle del Silicio (Silicon Valley) en el Cinturón del Óxido. El problema es que esta expansión ha dado origen a puestos de trabajo con menores salarios y desplaza a más obreros que ya no participan en la economía. Ahora Chicago debe determinar cuál será la política necesaria para mantener el control de los medios que producen riqueza, para aplicarla cuando la economía cambiante haga un llamado al control público de estos medios.
El Alcalde Richard M. Daley, hijo de Richard J. Daley padre, fue el propulsor de la austeridad y de la privatización en las políticas de la ciudad. Pero Rahm Emanuel ha llegado aún más lejos. Para adecuarse a la nueva economía, la agenda de la élite política actual es lograr que se genere la rentabilidad en todo lo que se pueda, mientras se excluye a una población, aun si esto significa el surgimiento de luchas callejeras, o el establecimiento de bodegas en vez de escuelas para nuestros niños, o la eliminación de servicios de salud y de otros tipos para el pueblo, o la instalación de equipo similar al que usa el ejército para las tareas de vigilancia vecinal (iniciando con las “cámaras de los semáforos en rojo”). En otras palabras, no alimentarán a aquellos que ya no necesitan.
La educación pública y las elecciones en Chicago
La lucha por la educación pública en Chicago, caracterizada por una marcha forzada orquestada por las autoridades de la ciudad para privatizar las escuelas, ilustra la nueva economía capitalista. Este tema también fue fundamental en las campañas electorales de este año.
El Alcalde nombra a la Junta Escolar, al igual que a un Jefe Ejecutivo de las escuelas, un poder que se le concedió bajo una ley que aprobó la legislatura estatal en 1995. Bajo Emanuel y Daley, en las Junta Escolares nombrada por estos alcaldes han predominado sus amigos corporativos, tal como el banquero de inversión David Vitale (quien preside la Junta). Asimismo, Penny Pritzker, una integrante multimillonaria de la familia propietaria de la cadena de hoteles Hyatt, formó parte de la Junta antes de que se le designara como Secretaria de Comercio bajo la administración de Obama. Tanto Vitale como Pritzker desempeñaron un papel muy importante en la obtención de préstamos “tóxicos” y en el desvío de fondos hacia escuelas semiautónomas (“charter”) y proyectos corporativos de desarrollo de índole privada.
Después de las elecciones de abril, una investigación federal buscó indagar lo referente a un contrato que se adjudicó sin licitaciones para capacitación de directores con una empresa llamada SUPES Academy. A medida que se fue desarrollando la investigación, ésta reveló la existencia de nexos entre SUPES y Rahm Emanuel desde hacía cuatro años, así como con el Fondo de Educación Pública de Chicago. La Junta del Fondo incluye a Pritzker y a Vitale, al igual que al Gobernador, y a los ricos capitalistas más destacados que controlan la ciudad.
En 2013, después de la huelga del Sindicato de Maestros de Chicago (CTU, por sus siglas en inglés) de 2012, la Junta Escolar del Alcalde Emanuel cerró 49 escuelas, lo cual representa la mayor cantidad de instituciones escolares cerradas de una sola vez en toda la historia de los Estados Unidos. La Junta ignoró las necesidades de los niños y no tomó en consideración la creciente unidad objetiva que estaban forjando diferentes elementos de una clase obrera desposeída. Los maestros, los padres de familia y los estudiantes han encontrado un frente en común a medida que se van frustrando las esperanzas de lograr salir de la pobreza mediante una vía educativa. Decenas de miles de padres, madres y maestros protestaron por la clausura de estas escuelas durante reuniones con diversos entes gubernamentales, los cuales se establecieron para evaluar estas decisiones. Ellos se hicieron presentes en las reuniones de la Junta Escolar y en cientos de audiencias comunitarias, pero lamentablemente su voz unánime no los llevó a ningún lado, ya que no obtuvieron ninguna respuesta eficaz de estos entes.
Después, pasaron de las calles a elegir a concejales que representaran sus intereses. De esa forma, surgió un comité “progresista” de concejales como una oposición populista a Emanuel. En general, este grupo apoyó la instauración de una Junta Escolar debidamente electa, un salario mínimo de $15 la hora, la reapertura de las clínicas de salud mental que se habían cerrado y una moratoria al establecimiento de nuevas escuelas semiautónomas.
Los miembros del CTU ingresaron a las contiendas por concejales que pensaron serían significativas. Por ejemplo, Tim Meegan compitió contra Deb Mell, quien fue nombrada por Emanual para que reemplazara a su padre Richard, un miembro leal del Partido Demócrata; Susan Sadlowski Garza compitió contra John Pope, uno de los lacayos de Emanuel. Y Karen Lewis, Presidenta del CTU, estremeció a Chicago cuando anunció su intención de recolectar firmas para presentar su candidatura a la alcaldía de la ciudad. Posteriormente, en un dramático giro de los acontecimientos, Lewis se debió someter a una cirugía por un tumor en el cerebro y ya no pudo participar en la contienda electoral. Pero ella convenció a Jesús (Chuy) García que lo hiciera.
El Partido Demócrata en una línea divisoria
García fue forjador de la coalición afro-americana y latina que ayudó a elegir a Harold Washington en 1983. Asimismo, en 1986 García se enfrentó al concejal de turno y ganó. Él se desempeñó como concejal durante dos períodos y después ganó un escaño en la legislatura estatal. Con posterioridad, junto a diversos políticos latinos, el Alcalde Daley formó la Organización Hispana Democrática, con el fin de guiar la lealtad del creciente electorado latino, y expulsó a García de la legislatura. Actualmente García se desempeña como miembro de la Junta de Comisionados y jefe de bloque para el Presidente de la Junta, y él cuenta con las debidas credenciales como dirigente comunitario y como miembro de un comité insurgente del Partido Demócrata.
El Alcalde Emanuel —que aunque es poco popular se le considera invencible— necesitaba una mayoría absoluta para poder ganar en febrero, pero sólo obtuvo el 45 por ciento de los votos y García logró situarse en segundo lugar, mientras que otros candidatos obtuvieron el 17 por ciento. A excepción de unos cuantos políticos afroamericanos y dirigentes de iglesias, todos ofrecieron apoyo a Emanuel. MoveOn.org y Democracy Now caracterizaron esta batalla como una lucha por el alma del Partido Demócrata.
Pero el Partido Demócrata ya no puede pretender que tiene un alma, pues no puede satisfacer las demandas del pueblo en torno a los medios de supervivencia. Las elecciones exploran la forma de materializar la misión de la clase gobernante —proteger la propiedad privada de las corporaciones.
La clase gobernante debe evaluar y manufacturar el visto bueno del público para poder llevar a cabo sus planes en nombre de la democracia. Esta clase sabe que quienes están luchando en las calles están buscando medios políticos para expresar su inquietude. Hay elementos de desacuerdo que amenazan con dividir el Partido Demócrata.
Ahora, este partido se encuentra dentro de una línea divisoria. La nueva economía de Chicago ha destruido las viejas relaciones industriales entre el trabajo y el capital. Solamente es necesario contar con una fuerza laboral mínima para desempeñar las funciones relacionadas con la Bolsa Mercantil de Chicago, que ahora realiza más transacciones que la propia Bolsa de Valores de Nueva York.
En vez de clichés trillados que ofrecen un regreso inalcanzable a las glorias del pasado, los revolucionarios pueden ofrecer una visión sobre una nueva sociedad a los líderes que emergen de estas campañas, líderes que no estarán satisfechos con lo que ofrecen los demócratas.
Las recientes elecciones no representan una pausa total con los demócratas. Sin embargo, estas elecciones sí establecen un nuevo rumbo. Los revolucionarios deben establecer nexos estrechos con este movimiento, contando con la objetividad de las demandas de la clase en torno a los medios de supervivencia. Mientras estamos dispersos en medio de estas luchas, debemos evaluar lo que estamos observando y dónde están los revolucionarios.
Con sólo haber obligado a realizar una segunda vuelta electoral el pasado 7 de abril, los trabajadores de Chicago rechazaron la unión del poder corporativo y político en manos del Partido Demócrata. Al derrocar a algunos de los concejales en las elecciones de segunda vuelta de 18 miembros del Concejo, los obreros generaron una oportunidad más para incrementar el “comité progresista”. Aún así, el 60 por ciento del electorado no consideró que había muchas opciones suficientemente convincentes para votar. Todos los distritos electorales con mayoría afroamericana votaron por Emanuel. Los esfuerzos considerables para establecer una unidad de clase entre los latinos y los afroamericanos enfrentaron diversos obstáculos, los cuales sólo pueden abordarse al reconocer las demandas en común en torno a los medios de supervivencia.
Está surgiendo una lucha en Chicago para que los desposeídos tengan representación política. Sin importar qué tan arduos sean los esfuerzos de los demócratas dirigidos a detener esta lucha, la nueva economía los está obligando a separarse. Nuestra tarea en esta etapa de la revolución es reunir a los revolucionarios en estas campañas políticas y mostrarles por lo que ya están luchando: una sociedad cooperativa que pueda garantizar los medios de supervivencia a todos según las necesidades.
septiembre/octubre.2014.Vol25.Ed5
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