La lucha contra el aparato policíaco es el frente de batalla más intenso en la creciente lucha contra el fascismo que viene imponiéndose paso a paso aquí en USAmérica. Otras batallas surgirán, como cuando el Presidente Trump amenazó con utilizar el ejército contra protestantes en rebelión el pasado 1ro de junio. Su acción desató un torrente de disidencia entre miles de personas de todo tipo , incluyendo a 89 genérales militares retirados y exoficiales ejecutivos de la Agencia Central de Inteligencia. John Allen, general de cuatro estrellas ya retirado , y ex comandante de las fuerzas militares USAmericanas en Afganistán le dijo a la prensa del país “ Lo último que el país necesita – y francamente, el aparato militar Estadounidense necesita- es la presencia de soldados USAmericanos ejecutando una orden se su presidente para caerles encima a ciudadanos Usamericanos”
Pero, no nos llamemos a engaño cometiendo el peligroso error de pensar que aquellos que han autorizado invasiones asesinas y torturas de repente ahora son antifascistas porque están en desacuerdo con Trump. La verdadera motivación de estos oficiales militares la expuso el ex presidente de junta de los jefes conjuntos General Martin Dempsey, cuando dijo que se oponía a la amenaza de Trump porque “perderíamos la confianza de los padres a quienes les pedimos que permitan que sus hijos e hijas, perderíamos su fe de ciudadanos y ello haría mucho más difícil sostener un ejército voluntario”. Dempsey bien sabe que muchos soldados han visto la misma pobreza y la misma brutalidad policiaca contra la cual se rebelan los que protestan, y hay peligro que estos se rebelarían contra un orden de atatcar los protestantes sin justa causa.
Entender la naturaleza del fascismo hoy día es tarea esencial para desenmascarar aquellos que claman estar en contra de este, pero sin embargo ayudan a consolidarlo. Hoy día no confrontamos el mismo tipo del fascismo que surgió en Italia cuando la Gran Depresión económica interrumpió la operación del capitalismo industrial mundial durante los años ’30. Ese tipo de fascismo fue la manera en que el sistema capitalista se renovó por empoderar aún más a las corporaciones industriales más grandes, mientras limitaba la competencia y reducía los derechos de los trabajadores. En el caso de Alemania, su gobierno fascista Nazi justificó sus acciones clamado contra “enemigos internos” que supuestamente saboteaban la economía, utilizando dicha excusa para perseguir a minorías religiosas como los judíos, a gente de piel oscura y a luchadores de la clase obrera tales como los comunistas.
La mayor parte de los Usamericanos hoy aún piensan que el fascismo es una forma de nazismo. Sin embargo, contrario a la época del fascismo durante los años ’30, la crisis que el fascismo de hoy confronta está enraizada en una tecnología que reemplaza y elimina millones de trabajadores en todo tipo de industrias demoliendo así el fundamento del capitalismo . Sin empleo asalariado, los trabajadores no pueden consumir la montaña de bienes que la tecnología robótica produce, ni tampoco pagar deducciones de sus salaries para los impuestos y la atención médica, ambos cruciales para el funcionamiento del sistema.
Ante esta realidad la clase dominante se da cuenta de que no puede revertir el proceso tecnológico y comienza a darse cuenta también de que tampoco el fascismo puede salvar al sistema capitalista. En este contexto, a las corporaciones más grandes y poderosas no le queda otra sino fundirse con el gobierno y el estado para asegurar su acumulación privada de riquezas, mientras el sistema social colapsa.
A medida entonces que las producción electrónica desplaza a los trabajadores en todo tipo de industrias, la élites se ven obligadas a planificar cómo van a controlar a los miembros de esta nueva clase de trabajadores excluidos y desplazados por los ciclos de depresión actual y futura dentro de nuestra economía nacional. Es por estos planes que tanto los políticos Republicanos como Demócratas abogan por acompañar a límites a los abusos policíacos con una injerencia mayor del control federal sobre fuerzas policíacas locales. Esta planificaciōn incluye a los gobiernos de ciudades controladas por el Partido Demócrata, los cuales han permitido el mayor número de matanzas por parte de la policía. Aunque es importante derrotar a Trump en noviembre, esto por sí no acaba con la violencia policiaca ni con la amenaza del fascismo.
La nueva clase de trabajadores desplazados y excluidos necesita entender que tras la brutalidad policiaca está la explosiva creciente de pobreza. También, tienen que estar conscientes de que la policía es solo un componente del sistema fascista que se está montando. La fuerza antifascista más amplia y efectivo que podamos organizar es una lucha unida para que el gobierno garantice las necesidades básicas de todos, como alimentación saludable, vivienda adecuada, cuidado de salud y educación gratuita.
Es en medio de estas luchas que reconoceremos quienes son nuestros verdaderos enemigos dentro de ambos partidos políticos dominantes, y quienes son nuestros hermanos y hermanas de clase de todos los colores. La lucha concreta por satisfacer nuestras necesidades básicas expone quienes controlan la riqueza de la Sociedad, preveniendo el acceso a esto por parte de las grandes mayorías.
El obstaculizamiento y acaparamiento de la riqueza producida por todos por parte de la clase dominante, así como la negación de estos grupos dominantes para aliviar el sufrimiento colectivo creciente, abre la compuerta a los que luchamos para buscar nuevas soluciones. Los revolucionarios pueden jugar un papel muy importante, planteando una visión sobre el uso colectivo de la riqueza social, libre del control del sistema de propiedad privada.
Algunas personas encadenan esta nueva visión a palabras y conceptos enraizados en us propias tradiciones espirituales y culturales. Otros la asocian a la definición científica del comunismo según el diccionario Meriam-Webster donde se define dicho sistema como uno “donde los bienes se adueñan en común y se reparten de acuerdo a la necesidad de todos”.
Si somos capaces de imaginarnos una sociedad sin policías asesinos, podemos imaginarnos una sociedad donde la tecnología más poderosa pertenezca y sea utilizada por todos para proveernos de suficientes mascarillas de protección, comida y alimentación adecuada, independientemente de si tienes empleo o no.