Con los casos de coronavirus en auge a lo largo del país, todo el mundo, desde jefes ejecutivos, el Presidente y gobernadores estatales hasta los medios corporativos están exigiendo que se abran las escuelas para “salvar la economía”. La mayoría de los padres, maestros y estudiantes se enfrentan con alternativas despiadadas—o abrir las escuelas físicamente arriesgando su salud o mantener los niños en casa y faltar al trabajo.
No tenía por qué ser así. El gobierno se negó a prestar subsidios de desempleo o servicios de salud adecuados, volviendo las familias desesperadas por encontrar un trabajo. Muchos países europeos cubrieron de 60 a 90 por ciento de los salarios de los trabajadores, asegurando que las familias permanecieran en sus hogares. El gobierno en EE.UU. podría resolver estos problemas con un programa nacional, pero aquí todo el mundo tiene que seguir adelante por su cuenta.
ABRIR DE FORMA SEGURA
Ningún país ha intentado abrir las escuelas con la propagación del virus como aquí en EE.UU. Actualmente, sufrimos una creciente avalancha de casos en 40 estados. No hay suficientes pruebas ni pruebas de ensayo. ¿Cómo abrir las escuelas si no se puede hacer pruebas y darle seguimiento? No hay forma de mantener una escuela a salvo del coronavirus si el virus está fuera de control en la comunidad. Sin embargo, el gobierno amenaza a los padres con una deficiente educación en línea para obligarlos a mandar a sus hijos a la escuela.
Antes de que las escuelas vuelvan a abrir físicamente, hay que establecer ciertos principios de salud pública:
- Cero reaperturas sin la plena utilización de las mejores prácticas científicas, hoy en gran medida ausentes.
- Cero reaperturas sin resolver los enormes obstáculos prácticos, exigiendo más, no menos, fondos. Hoy, falta la financiación para lograrlo.
- Cero reaperturas sin la absoluta transparencia pública. Hoy, se toman decisiones a puerta cerrada. Como mucho, la planificación es descuidada y al azar. Los maestros, las uniones y las comunidades tienen que participar plenamente como iguales, junto con los políticos, para establecer normas.
- Las escuelas deben seguir funcionando como centros alimenticios para las comunidades, mas se debe restablecer lo que el gobierno recortó—acceso a enfermeras, servicios de oftalmología y salud mental, apoyo cultural. Hoy más que nunca, las comunidades necesitan tales servicios.
- Hay que responsabilizar al gobierno por la salud y la seguridad públicas. Los gobiernos tienen que hacer lo necesario para asegurar el cuidado de niños de manera segura. No hay alternativa. Las escuelas públicas siguen bajo el control local. Ejercemos nuestro poder para proteger a nuestros hijos.
Ya hemos visto lo que pasa cuando saltamos pasos e ignoramos la ciencia de la salud pública. Los países que han podido suprimir el nivel del COVID-19 tienen algo en común—una estrategia nacional coordinada.
La respuesta de EE.UU. al virus ha sido fragmentada, irresponsable e incompetente. En vez de organizar una respuesta nacional coordinada, el gobierno federal ha puesto a las empresas al mando. Éstas van tras sus ganancias, exigiendo que los trabajadores vuelvan al trabajo pero negándose a prestar cuidado de los niños.
Esta gente, la misma que antes no dudaba en cerrar todas las escuelas locales y someter a los niños a horas frente a una computadora tomando exámenes de alto impacto, ahora dicen que mantenerlos fuera de la escuela les niega el crecimiento emocional, social e intelectual que tanto necesitan. Y de repente, los maestros que fueron degradados como el peor problema de las escuelas públicas, y luego fueron llamados heroicos trabajadores esenciales de primera línea, ahora son criticados si se resisten a ariesgar sus vidas en aulas inseguras.
Las escuelas se abren a lo largo del país, distrito por distrito, mientras las tiendas y los bares se mantienen cerrados. En lugar de ventanas que podrían dar acceso al aire fresco, muchas escuelas se llenan de aire reciclado fácil de contaminar. Costará enormes cantidades tomar pasos mínimos, como mantener el distanciamiento social. Pequeñas acciones se convierten en problemas enormes. Antes, un maestro de kínder podía llevar toda su clase a la vez a los cuartos de baño. Ahora una clase de 15 niños separados por seis pies, ¡forman una fila de 90 pies! Y, ¿cómo, precisamente, se van a desinfectar los cuartos de baño?
¿VOLVER A ABRIR FÍSICAMENTE? ¿CÓMO?
Con el COVID, se complican todos los problemas que existían antes. No hay directrices claras, y la planificación es confusa y, para el público, oculta. No hay suficiente equipo de protección personal. Se están recortando los presupuestos escolares mientras aumentan vertiginosamente los costos de bregar con el virus. Pues bien, ¿qué, precisamente, pasará cuando se enferme un niño?
La brecha entre la financiación escolar, aniquilada por el virus, y los costos mucho mayores, debido al virus, asciende a miles de millones de dólares. La Federación Americana de Maestros ha calculado el costo de abrir las escuelas públicas de forma segura en un mínimo de $116.5 mil millones.
Las escuelas de EE.UU. no cumplen ni con las menos exigentes recomendaciones para su reapertura física (las del sitio web de la Casa Blanca). Los maestros abogan por que no abran físicamente hasta que pasen 14 días sin un nuevo caso (tiempo en que se manifiestan los síntomas). En los distritos escolares que vuelven a abrir físicamente ya hay brotes del virus. Los estudiantes, padres y maestros que no aceptan ciegamente esta amenaza a sus vidas se niegan a ingresar a campus insalubres o incluso renuncian. Mientras tanto, las escuelas privadas abren de nuevo, pregonando que ya tienen clases pequeñas. Estamos ante la creación de un mercado de vales que acelerará la privatización de la educación pública.
Una vez más, como en el caso de la rebelión por el asesinato de George Floyd, se pone a prueba nuestro carácter como pueblo. Para el pueblo norteamericano el reto ahora es defender el derecho a la educación pública de calidad para todos. El virus demuestra que nadie está a salvo a menos que todos lo estemos. Lo mismo puede decirse para nuestras escuelas.
Sí, la salud mental, física y emocional de los niños es fundamental. No, no se puede lograr abriendo las escuelas físicamente como antes. Podemos encontrar la forma de volver a juntar a los niños, pero significa repensar completamente cómo logralo.
RETOS INMEDIATOS Y FUTUROS
Aun antes del virus, las escuelas eran el ancla de la comunidad. El cierre de las escuelas públicas es una estrategia de aburguesamiento y desposesión. Ahora podemos volver a ver que escuelas saludables crean comunidades saludables y comunidades saludables crean escuelas saludables.
Cierren o no las escuelas físicamente, la naturaleza de la educación pública ha cambiado de forma dramática. Durante toda la primavera, las escuelas públicas brindaron aprendizaje en línea. Al graduarse los estudiantes en junio, Zoom Video Communications, Inc., anunció que a nivel mundial 100,000 escuelas empleaban sus servicios.
La educación ha pasado de contar con soporte tecnológica a depender de ello y de recibir ayuda corporativa a depender de las corporaciones. Empresas como Pearson y Google presentan la educación en línea como una vía de ahorrar dinero en tiempos difíciles, pero sólo rinde ganancias para el sector privado de las empresas.
Bajo el dominio corporativo, el aprendizaje en línea, la educación a distancia y las escuelas subsidiadas (chárter) virtuales son un fracaso rotundo. El Procurador General de California está investigando la industria chárter virtual por poner la ganancia privada por delante de la educación de calidad. La corporación chárter virtual más grande, K12 Inc., “educa” a 120,000 estudiantes, recibiendo ingresos de $900 millones procedentes de contribuyentes y destinados a la educación pública. Sólo la mitad de los estudiantes de escuela secundaria en línea se gradúan en cuatro años, comparado con un 84% a nivel nacional. El Centro de Investigación de los Resultados de la Educación halló que los estudiantes en las chárters en línea tienen tan poco éxito en las matemáticas y las clases de inglés que es como si nunca asistieran a la escuela.
La mayoría de los maestros calculan que sólo un 25 por ciento de sus estudiantes tienen éxito en las clases en línea. El modelo educativo es el mismo régimen fallido de “tomar pruebas y fracasar” de antes del virus. Para la mayor parte de los estudiantes es difícil aprender mediante la pantalla, sin ninguna o pocas de las otras formas indispensables del aprendizaje. Y claro, ¿cómo puede una familia adquirir suficientes computadores para cada hijo, mucho menos afrontar el costo de conectarse por internet?
En todos los niveles, el gobierno ha invitado a los billonarios, las empresas tecnológicas y los jefes ejecutivos a decidir cómo será la educación pública al propagarse el virus. El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, invitó a Bill Gates y Google al estado para “concebir nuevamente la educación pública”. En otras palabras, el gobierno está sistemáticamente reemplazando a funcionarios electos, que responden a la gente, con capitalistas privados, que no responden a nadie, en una campaña para dejar sin fondos y privatizar las escuelas públicas y degradar el propósito de la educación.
Son bien preocupantes las implicaciones éticas y morales de este intento corporativo de acabar con la educación que nuestros hijos requieren. Hay poca discusión pública sobre esto, mientras el gobierno proclama que el aprendizaje en línea es el milagro de nuestros tiempos.
Como dice Stacey Davis-Gates, vicepresidenta de la Unión de Maestros de Chicago, es imposible arreglar las escuelas si a la vez el gobierno no satisface las necesidades de las comunidades que albergan las escuelas. Las escuelas públicas tienen que dar prioridad al bienestar de los estudiantes, los maestros y la comunidad. Un sistema escolar saludable requiere la inversión pública a largo plazo, no empresas que ofrecen soluciones de corto plazo, de arriba a abajo e individuales.
LA LUCHA NECESARIA POR UN NUEVO MODELO
Podemos luchar por un modelo de educación pública completamente diferente, que satisfaga las necesidades más básicas de la gente. Maestros Unidos de Los Ángeles cree que “todo niño tiene derecho a asistir a una escuela comunitaria en su propio vecindario, sostenible y de alta calidad . . . apoya que las escuelas públicas sean centros de colaboración en la educación, el recreo, la cultura, la salud y las relaciones civiles, mejorando la educación de los niños de la comunidad y dando nueva vida a toda la comunidad”. Escuelas Públicas, un programa que ha tenido éxito en varias comunidades, ya está respondiendo a estas necesidades.
Al culminar el impacto del virus en Nueva York, el gobierno abrió Centros de Enriquecimiento para los hijos de los trabajadores esenciales. Estos centros emplearon la ciencia en el cuidado de los niños, la salud pública y la educación pública para crear nuevas formas de satisfacer sus necesidades con mínima propagación del virus.
Por mucho tiempo, los Pueblos Indígenas de México, Canadá y EE.UU. han estado desafiando el sistema de opresión en la educación a que fueron sometidos y a que todos somos sometidos ahora. Han desarrollado modelos para transformar la educación en un sistema inclusivo, respetuoso, creativo, colectivo, integrando su lengua, cultura y formas de aprender.
En todos los niveles, las escuelas en EE.UU. están confrontando una crisis de proporciones sin precedente. Si no hay oposición, para finales del nuevo año escolar, las corporaciones y los gobiernos impondrán un modelo inferior funcionando en contra de los intereses de nuestros hijos, mientras se proporciona miles de millones de dólares a los élites.
Cuando el gobierno rescata a los billonarios con miles de billones, vemos que hay dinero para establecer un sistema educativo público que pueda formar los líderes que necesitamos para transformar el mundo. Hoy más que nunca, la enseñanza tiene que dar rienda suelta a los maravillosos poderes y la creatividad de nuestra humanidad en conjunto. Hoy, el mundo necesita estudiantes para superar los desafíos de una población desesperadamente enferma, una sociedad enferma y un planeta enfermo.
Vemos objetivamente que las únicas soluciones viables las tiene que organizar el gobierno a nivel nacional en beneficio de todos. Al igual que el COVID-19 exige una estrategia coordinada a nivel nacional, los problemas de abrir sin peligro las escuelas requieren soluciones nacionales, no un remedio de poco a poco, local y a corto plazo. Es preferible mejorar nuestras escuelas combinando un enfoque del campo de la salud pública con uno de las escuelas públicas. Este momento exige que las comunidades empleen su poder político para abrir las escuelas públicas de forma segura y recuperarlas para satisfacer nuestras necesidades.
septiembre/octubre.2020.Vol30.Ed5
Este artículo originó en Rally, camaradas!
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