En tanto que el desarrollo capitalista ya alcanzó su auge y ha iniciado un período de decadencia general, se tomó el paso para pasar de la producción electromecánica a la electrónica, y con ello, un paso hacia una época histórica completamente nueva a nivel mundial. La globalización es el capitalismo en la era de la electrónica, una etapa histórica cualitativamente nueva en el mundo. Es una fase de polarización, de destrucción del capitalismo y de revolución social, ya que la humanidad se ve impulsada a reconstruir la sociedad sobre una nueva base, compatible con las nuevas herramientas de la producción.
¿Cuáles son las dimensiones de la globalización?
- El avance exponencial de la electrónica: A partir del uso de la robótica en la industria, ahora observamos bodegas automatizadas y medios de transporte que no necesitan conductores (automóviles, camiones y drones), así como la integración de la inteligencia artificial en casi todos los aspectos de la vida humana y la sociedad. Durante los últimos 30 años, más del 88 por ciento de los puestos de empleo que se perdieron fueron en áreas de ocupaciones que eran altamente automatizables y se calcula que el 42 por ciento de los trabajos que se han perdido durante la crisis de la pandemia será una situación permanente.
- El surgimiento y el predominio del capital especulativo: El uso de medios de producción electrónicos y que no necesitan mano de obra significa una disminución del valor y de las ganancias. Los capitalistas tienen que generar dinero sin invertir en la fabricación o la producción de cosas, sino que con especulación, mediante la cual se mueve el dinero. Es como un tipo de casino capitalista, donde se hacen apuestas cada vez altas para el financiamiento de las deudas. La deuda federal de los Estados Unidos se ha disparado hasta alcanzar $25 billones y la deuda mundial ha ascendido a $59 billones, mientras que la economía global se ha contrajo en un 5,2 por ciento en 2020.
- Se ha creado una nueva clase obrera: Cuando la electrónica reemplaza a los obreros, estos pierden sus trabajos de forma permanentemente o se ven relegados a aceptar puestos de empleo eventuales, de jornada parcial (medio tiempo) y bajos salarios. La polarización de la riqueza y la pobreza continúa aumentando. Mientras las corporaciones amasan una cantidad incalculables de billones de dólares, una nueva clase, que está aumentando día con día, se encuentra viviendo en condiciones cada vez más deplorables. Este proceso se ha acelerado durante la pandemia. El Banco Mundial calcula que, a nivel mundial, hasta 60 millones de personas más se verán obligadas a vivir en condiciones de extrema pobreza. Esta es la nueva clase global.
- La fusión de las corporaciones y el Estado: En el transcurso del desarrollo de la globalización, las corporaciones nacionales se han transformado en multinacionales, transnacionales y supranacionales. Estas corporaciones se han fusionado con los Estados nacionales y han pasado a formar parte de estos. La fusión del Estado y las corporaciones es la condición objetiva para el fascismo, mientras que una clase dirigente global e integrada a lo largo de todas las fronteras nacionales es la condición necesaria para establecer un orden mundial fascista, incorporado en todo aparato estatal.
Un nuevo orden mundial
Durante los últimos 70 años, ha prevalecido un orden mundial unipolar y hegemónico dominado por los Estados Unidos. Actualmente, se está desafiando este orden mundial, a medida que la globalización ingresa a una nueva fase: el surgimiento de potencias regionales (Rusia, China, India y Brasil). En el plano económico, los Estados Unidos está decayendo, especialmente con respecto al ascenso de China. Por consiguiente, la clase gobernante de los Estados Unidos se ha unido en torno al reconocimiento de China como su principal amenaza económica y geopolítica.
La contienda por un nuevo orden mundial en un mundo multipolar ha dado paso a un mayor nacionalismo populista, tanto dentro de la política de los Estados Unidos como en el resto del mundo. De forma específica, la postura “en contra del globalismo” se fundamenta en una perspectiva antiinmigrante. Devastados por la crisis económica mundial, los movimientos migratorios de los miembros de la nueva clase global es una respuesta espontánea para satisfacer las necesidades básicas para su sobrevivencia. Una ideología nacionalista populista, fomentada por la clase gobernante, se dirige a los inmigrantes como la causa de la pérdida masiva de puestos de empleo y de la creciente pobreza. Conocemos lo relacionado al desarrollo de la idea de que “Estados Unidos es primero”, pero ese mismo proceso está amenazando con destrozar a la Unión Europea e incluso a países como Brasil.
“Regresando a casa”
La globalización es un proceso objetivo, una etapa histórica mundial que ya no dará marcha atrás. Para la clase gobernante global, su única solución es continuar avanzando hacia el establecimiento de un orden mundial fascista. Para la nueva clase obrera que está surgiendo, la única solución es avanzar hacia la reorganización de la sociedad mundial, según los intereses de su clase y para toda la humanidad.
Como respuesta a un mundo en constante transformación, Estados Unidos inició la imposición de tarifas diseñadas para castigar a países como China, pero también se dirigieron a corporaciones transnacionales de los Estados Unidos con sede en otros países en todo el mundo o que hacen negocios con estos. Las guerras arancelarias fueron las armas iniciales para una campaña contra la globalización, con el fin de obligar a las corporaciones estadounidenses a “regresar a casa” y reubicar sus operaciones. La nueva administración de Biden ha continuado con la aplicación de este enfoque a través de su programa de comprar lo que se produce en los Estados Unidos. Se está presionando a las corporaciones para que rompan las cadenas globales de suministro, en especial con China, y para que fabriquen cosas en los Estados Unidos para el mercado de este país.
La nueva clase obrera a nivel mundial está luchando para obtener alimentos, albergue, servicios de atención médica y la distribución de los artículos de primera necesidad, según lo que requiera cada persona. Nos unimos a nuestros hermanos y hermanas de clase en todo el planeta en torno a nuestra causa en común. Las luchas que se están librando actualmente dentro de la clase gobernante global nos indican que el conflicto armado y las guerras son inevitables. Nuestra clase no puede ser carne de cañón para una clase gobernante cuyos intereses se oponen a los nuestros. Para nuestra nueva clase, la paz y la unidad de clase a nivel mundial representan una necesidad básica. AC
marzo/abril 2021. vol. 31. Ed2
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