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Por el Comité Electoral de Necesidades Básicas de la Liga
El tecnofascismo es la dictadura abierta y terrorista del capitalismo corporativo en la era de la producción digital y la Inteligencia Artificial (IA). La resistencia al rápido avance del estado policial está incendiando Estados Unidos. Muchos culpan a políticos particulares, pero es importante ver más allá de las personalidades. El tecnofascismo está impulsado por la incapacidad de la economía de propiedad privada para satisfacer las necesidades del pueblo.
La IA puede crear un futuro sombrío para la humanidad o el mejor mundo jamás conocido, dependiendo de quién lo posea y controle. Puede esclavizarnos a todos para rendirles ganancias a los multimillonarios o puede utilizarse en beneficio de toda la humanidad. El desenlace depende de la clase trabajadora, que, unida, tiene suficiente poder para imponerse al poder de la riqueza corporativa.
BASE ECONÓMICA DEL TECNOFASCISMO
Pensamos en Trump—y MAGA—como el alterador, pero en realidad es la nueva tecnología revolucionaria la que está impulsando el cambio que vivimos. Al igual que la máquina de vapor acabó con los modos de vida anteriores, la tecnología digital y la IA están acabando con la vida tal y como la conocíamos en el siglo XX. La tecnología digital está reduciendo drásticamente la necesidad de la mano de obra humana: primero el trabajo manual y ahora el trabajo mental. La IA está detrás no sólo de la purga de trabajadores del gobierno, dirigida por Elon Musk, sino también de los despidos masivos en Silicon Valley. Nos encontramos en un punto de inflexión crítico.
El problema para los oligarcas corporativos es que la IA digital subvierte la base de la economía capitalista, que depende del trabajo asalariado para generar ganancias y proporciona un medio de supervivencia a los trabajadores—es decir, un empleo. Las preguntas que ahora obsesionan a los capitalistas corporativos son cómo seguir enriqueciéndose sin mantener la misma capacidad para explotar a la gente y por qué apoyar a la clase trabajadora con programas como el Seguro Social, los cupones de alimentos y Medicare/Medicaid si no necesitan trabajadores para la producción. Cada vez más, la clase dominante considera las necesidades de la clase trabajadora como un obstáculo para extraer la máxima ganancia.
EL RÉGIMEN MAGA
Para el régimen MAGA, la respuesta es pasar rápidamente a una forma fascista del Estado. A través del DOGE, está permitiendo que las corporaciones manipulen el poder estatal para extraer riqueza del tesoro público. Actúa contra todos nuestros derechos civiles y las protecciones constitucionales que nos quedan en aras de atacar y castigar a cualquier sector de la clase trabajadora que se resista. Hombres armados con uniformes del ICE aterrorizan a los inmigrantes, atacan a los manifestantes y detienen a personas sin orden judicial, sin pruebas, sin audiencias ni apelaciones, sacándolas del país a campos de concentración extranjeros.
Los líderes de MAGA atacan a la clase trabajadora por parasitaria e inútil. Cuestionan la existencia misma de la gente de color, los ancianos, los pobres, los discapacitados, las personas queer y trans, los jóvenes, las mujeres, los no ciudadanos y los migrantes. Eliminan todos los programas gubernamentales que benefician a los trabajadores.
Los inmigrantes son el chivo expiatorio con la mentira de que roban empleos y recursos, cuando en realidad son los aparatos digitales y los robots los que están sustituyendo a los humanos en el lugar de trabajo. A los manifestantes se les tacha de terroristas y a la resistencia al genocidio israelí de una amenaza a la seguridad nacional. Se culpa a los negros, a la gente de color y a los sin techo de los fallos sistémicos del capitalismo. El «nacionalismo cristiano» propone una falsa justificación religiosa para las jerarquías raciales y de género.
EL «ESTADO RED»
En su libro de 2022, The Network State: How to Start a New Country, el programador de Silicon Valley Balaji Srinivasan define el Estado Red como «una comunidad en línea altamente unida con capacidad para la acción colectiva que en conjunto financia territorio en todo el mundo y, finalmente, obtendrá el reconocimiento diplomático de los estados preexistentes».
Otro empresario de Silicon Valley, Curtis Yarvin, ha demostrado cómo puede crearse un Estado Red dentro de un país existente y, en particular, dentro del gobierno de Estados Unidos. Sostiene que la democracia es demasiado lenta y torpe para utilizarse en el siglo XXI digital, y aboga por un CEO que «dirigirá el poder ejecutivo sin ninguna interferencia del Congreso o los tribunales, probablemente haciéndose cargo también de los gobiernos estatales y locales. La mayoría de las naciones importantes existentes, públicas y privadas, serán clausuradas y sustituidas por sistemas nuevos y eficientes.»
El fascista más tradicional Steve Bannon afirma que la administración Trump está creando ahora el Estado Red: «Todo lo que Elon Musk y sus compinches tecnológicos están haciendo a nuestro gobierno es lo que Balaji Srinivasan deletreó en su manifiesto de culto al Estado Red: la toma de control de un gobierno por parte de un CEO tecnológico, la purga de las instituciones, el ascenso de la criptocorrupción como fuerza económica dominante, la búsqueda de nuevos territorios.»
LA RESISTENCIA ESTRATÉGICA
Más de cinco millones de personas se manifestaron en todo el país el 5 de abril para demostrar su feroz resistencia a los ataques contra la democracia electoral y el bienestar social. A esto se refería el presidente de la Fundación Heritage, Kevin Roberts, cuando dijo que la implantación del fascismo del Proyecto 2025 «seguirá libre de sangre si la izquierda lo permite.» La clase trabajadora no tiene más remedio que rebelarse. La administración de Trump ya está empleando la violencia contra ellos. Indultó a los paramilitares del 6 de enero. Está desplegando el ICE como una agencia policial política, sin restricciones de leyes o tribunales. Se está preparando para invocar la Ley de Insurrección para transformar a los militares en una fuerza mercenaria, que no rinda cuentas a nadie excepto a las corporaciones multimillonarias. No obstante, todavía no hay nada tan poderoso como una clase trabajadora organizada, inspirada por la visión de un mundo mejor.
Derrotar al fascismo requiere una estrategia y un plan, basados en la organización y educación de los trabajadores y en mantener su lucha en curso. No podemos permitir que nos lleven de vuelta al corral de los demócratas pro-corporativos, cuyo fracaso permitió el surgimiento de MAGA en primer lugar. El maltrato a los trabajadores por parte de una clase dominante que ya no los necesita no se detendrá hasta que la clase trabajadora gane la lucha para acabar con la propiedad privada corporativa y construir una economía cooperativa que garantice las necesidades básicas de todos.