Es lo que tienen que hacer por su situación en la sociedad. Al introducirse la tecnología digital y la automatización en nuevos sectores de la economía, se eliminan puestos de empleo y se aumenta el desempleo, proliferan empleos condicionados de bajos salarios y disminuyen constantemente los servicios públicos. La tecnología digital está eliminando la necesidad de la mano de obra humana y creando una nueva clase social, un nuevo sector de la clase trabajadora que se ve expulsado de las relaciones de propiedad privada. Al fusionarse las corporaciones y el gobierno con el fin de asegurar ganancias, el gobierno ha ido abandonando los servicios públicos. Las corporaciones no van a prestar servicios a trabajadores que ya no necesitan. Las mujeres de la nueva clase social enfrentan una creciente serie de privaciones junto con los hombres de la nueva clase.
Surge un poderoso movimiento social para confrontar el asalto a nuestra clase. ¿Cómo es que las mujeres llevan la delantera en tantos sentidos? En primer lugar, histórica y culturalmente la mujer es fundamental en el cuidado y la estabilidad de la familia, jugando los papeles de madre, hermana e hija. Eso sitúa a las mujeres en el frente de la lucha por las necesidades esenciales, ya que a menudo (por la tradición o por elección propia) asumen la responsabilidad por la educación de sus hijos, la alimentación y las necesidades del hogar, además del cuidado médico y alojamiento de sus hijos y padres mayores. Otra razón por su destacado papel directivo es su rol como trabajadoras. Hoy día, sólo unos pocos puntos porcentuales separan la participación en la fuerza laboral de las mujeres y de los hombres (en 2015, 47 porciento para las mujeres y 53 porciento para los hombres). Sin embargo, las mujeres en la fuerza laboral, por promedio ganan menos que los hombres. Más del 70 porciento de las personas que viven por debajo del nivel de la pobreza son mujeres y niños. Las mujeres y las familias constituyen el segmento de más rápido crecimiento de la población sin hogar.
Conciencia creciente y entendimiento de unidad
En las enormes manifestaciones de las mujeres a lo largo del país después de la inauguración de Trump y de nuevo en enero pasado, ellas asumieron el mando justamente exigiendo del gobierno la satisfacción de las necesidades humanas básicas. Aunque la clase gobernante intenta sembrar la desunión al reducir el papel de las mujeres a meros “asuntos de mujeres”, las pancartas y mensajes de las manifestantes cubrían una serie de demandas en beneficio de toda la sociedad.
Las mujeres también están tomando el liderazgo en el movimiento dirigido por jóvenes en contra de la violencia cometida con armas de fuego. A pesar de los esfuerzos de la clase dirigente por dividir el movimiento—apelando a las diferencias étnicas y económicas entre los estudiantes de Parkland, con mayor seguridad económica, y los jóvenes afroamericanos y latinos de los centros urbanos—el movimiento estudiantil está abogando por la unidad y mostrándola en sus actividades. Por ejemplo, los organizadores estudiantiles de la Marcha por Nuestras Vidas en Washington, DC, presentaron una gama de oradores muy diversos, incluyendo a jóvenes hispanos y afroamericanos que, debido a la violencia armada, habían perdido hermanos o hermanas. En su discurso, Emma González, una impulsora importante del movimiento, reflejó la creciente tendencia en la sociedad de rechazar las ideas de los gobernantes y presentar una visión de una sociedad diferente: “No se trata de republicanos y demócratas”, escribió en Twitter. “Muchos republicanos nos respaldan abiertamente y muchos demócratas están en contra de nosotros. A todos los políticos financiados por la NRA y/o que votan en nuestra contra cada vez que pueden—a esta gente le decimos, ¡falsos!” El movimiento abarca más que sólo el control de armas. Los oradores en la manifestación exigieron sacar las armas de las escuelas y, en su lugar, invertir en más recursos.
Otro ejemplo de la llamada a la unión se reflejó en la declaración de Lane Murdock, una muchacha de Connecticut de 16 años, quien tuvo la idea de la huelga estudiantil para el 20 de abril, fecha de aniversario de la matanza de Columbine. “Tenemos a mucha gente poderosa en nuestra contra. Y ellos querrán que peleemos entre nosotros; querrán dividirnos; querrán que nos fijemos en nuestras diferencias para poder derrotarnos más fácilmente. Pero nosotros no vamos a permitir nada de eso. Esto se trata de gente—gay, hetero, Afroamericana, blanca, religiosa, no religiosa—juntándose para que sus hijos no tengan miedo de ir a la escuela”.
Al igual que el movimiento en contra de la violencia con armas de fuego, la rebelión de los maestros en huelga en varios estados (los mismos estados en todo el país que menos invierten en la enseñanza) lleva al frente a docentes, ambos mujeres y hombres, luchando hombro a hombro. Las huelgas empezaron en West Virginia y hasta ahora se han extendido hasta Kentucky, Oklahoma, Arizona, Colorado y Carolina del Norte, exigiendo atención médica, pensiones, pagos dignos y más recursos educativos para sus escuelas. Este movimiento en contra de la austeridad es fuerte porque los maestros, la mayor parte de los cuales son mujeres, se han unido a los padres, los estudiantes y otros trabajadores en torno a las necesidades educativas de los niños, además de sueldos y beneficios decentes para los trabajadores públicos.
El movimiento #MeToo, dirigido por mujeres, también es una lucha por los derechos humanos y derechos económicos, ya que el hostigamiento sexual en el lugar de trabajo es una forma que tienen los jefes para controlar a las trabajadoras y suprimir su igualdad. Además, al mantener los salarios de las mujeres bajos, también se mantienen bajos los de los hombres. Los medios se fijan en víctimas famosas y ricas, pero las mujeres trabajando en empleos de salarios bajos se ven obligadas a escoger entre el hostigamiento sexual y la supervivencia económica de su familia. Para todas estas mujeres, su posición social e histórica interfiere con su capacidad de trabajar y sobrevivir.
Cumpliendo su misión histórica
Muchos luchadores en la nueva clase están despertando a la realidad de que el gobierno y las corporaciones impiden nuestra capacidad de sobrevivir y prosperar. La mujer y el hombre en la nueva clase empiezan a tomar la ofensiva, exigiéndole al gobierno a que satisfaga sus demandas. Sus reclamaciones de alimentación, alojamiento, educación, cuidado médico y la oportunidad de contribuir a la sociedad se resumen en la demanda por una sociedad cooperativa. La nueva clase sólo podrá sobrevivir en una sociedad basada en la apropiación pública de los medios de producción socialmente necesarios y la distribución del producto social de acuerdo a las necesidades. La misión histórica de la nueva clase es unificar a todos los que se puedan unir y llevar la sociedad hacia un nuevo mundo. La capacidad de cumplir esta misión dependerá de que adquiera conciencia de sí misma en cuanto a clase.
Los revolucionarios participan en las luchas de la nueva clase para ajustar el modo de pensar de la clase, adaptándolo a la realidad emergente de un sistema económico que carece de mano de obra. Se puede lograr un mundo de cooperación en que se satisfagan las necesidades de toda la humanidad y se proteja la tierra. El futuro está en nuestras manos.
julio/augosto 2018.Vol28.Ed4
¡Este artículo se originó en Rally, Camaradas!
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