Por el Comité de Educación Pública de Los Ángeles
En todo nuestro país, los campamentos universitarios que protestan contra el genocidio sionista israelí en Gaza han sido atacados por administradores, policías e incluso bandas fascistas armadas. La resistencia estudiantil ha transformado estos campos en focos de tensión para dos luchas separadas pero relacionadas: el movimiento para defender al pueblo palestino y la lucha contra los “campus de seguridad nacional” fascistas.
El 17 de abril de 2024, estudiantes levantaron el Campamento de Solidaridad con Gaza de 50 carpas de campaña en la Universidad de Columbia en Nueva York. Pidieron al gobierno de Estados Unidos que insistiera en un alto el fuego y exigieron que su universidad revelara y desinvirtiera cualquier inversión relacionada con empresas israelíes. La presidenta de la Universidad Columbia en Nueva York, la Sra. Nemat Shafik, estuvo en una audiencia con líderes de otras universidades, donde varios representantes republicanos en el Congreso exigieron medidas duras contra las movilizaciones estudiantiles.
Al día siguiente, Shafik cumplió con estas demandas y pidió a la policía de Nueva York que allanara el campo y como consecuencia se arrestaron a 100 estudiantes. El alcalde demócrata Eric Adams apoyó ese ataque, alegando que los estudiantes habían actuado para “violar las políticas universitarias e interrumpir el aprendizaje”. Los estudiantes reconstruyeron repetidamente su campamento, pero cada vez fue desmantelado con más arrestos, y solo se detuvieron cuando Shafik supuestamente amenazó con que el estado desplegara la Guardia Nacional en el campus. Pero sus protestas y discusiones políticas continuaron.
Sin embargo, el movimiento creció rápidamente, a medida que Estudiantes por la Justicia en Palestina, Voz Judía por la Paz y otros grupos se convirtieron en focos de una lucha global para lograr que las universidades boicotearan a Israel, revelaran y desinvirtieran cualquier inversión que tuvieran en corporaciones que hacían negocios o suministraban armas a Israel y que apoyaran el llamamiento a imponer sanciones económicas contra el régimen sionista. Estas exigencias se resumen en las siglas inglesas BSD (por Boicót, Sanción y Desinversión).
Para el 6 de mayo, casi 140 campus en 45 estados en los Estados Unidos realizaron protestas y alrededor de 40 de ellos habían instalado campamentos. También se organizaron campamentos en muchos campus de países europeos, incluidos Polonia y Rumania, en países latinoamericanos como México, Brasil y Costa Rica, así como en Indonesia y Sudáfrica.
VIOLENCIA FASCISTA Y POLICIAL
El 30 de abril, el campamento de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) fue atacado violentamente por más de 100 fascistas armados con postes, fuegos artificiales e irritantes químicos. Los agentes de seguridad del campus permanecieron al margen, según los estudiantes y Los Angeles Times, mientras los administradores no hicieron nada durante tres horas hasta que llegaron el Departamento de Policía de Los Ángeles y la Patrulla de Caminos de California. Dieciséis campistas resultaron heridos, pero ninguno de los atacantes fue detenido.
En cambio, al día siguiente la policía allanó violentamente el campamento. Los medios locales informaron que los agentes dispararon balas de goma contra los campistas y arrestaron a más de 200 personas. A medida que se extendió el movimiento estudiantil, también lo hizo la violencia provocada por los ataques policiales en las universidades de todo Estados Unidos y por las bandas fascistas que atacaron campamentos en Australia y otros lugares. Los campos también se habían convertido en focos de tensión en una lucha por la introducción de una nueva orientación fascista en contra las protestas estudiantiles en las universidades.
Los intensos ataques también generaron algo nuevo. Después de que la policía maltratara a los estudiantes trabajadores que pertenecen al Local 4811 del United Auto Workers, que cuenta con 48.000 miembros, el sindicato declaró que el trato policial era una práctica laboral injusta. El 20 de mayo, el Local 4811 de la UAW se declaró en huelga, y por el 10 de junio seis de los 10 capítulos de los campus de la Universidad de California se habían sumado a la huelga, cuando un tribunal estatal ordenó una suspensión temporal.
Mientras tanto, las universidades prohibieron hablar sobre esta guerra. La Universidad del Sur de California (USC) retiró el derecho de Asna Tabassum a pronunciar el prestigioso discurso de despedida en su graduación, porque se había conectado a un sitio web que llamaba al sionismo una “ideología racista colonial de colonos” y que la USC consideraba antisemita. Esta destacada académica palestino-estadounidense podría haber explicado en su discurso la diferencia entre estar en contra de todos los judíos, cosa que ella ha declarado que no está, y estar sólo en contra de la práctica genocida de expansión sionista del gobierno israelí, que no es cuestión religiosa sino una política a la que se oponen muchos judíos en todo el mundo.
Las ceremonias de graduación fueron canceladas o reprogramadas en Columbia, UCLA, la Universidad de Carolina del Sur y otros lugares, alegando que los manifestantes pro-palestinos constituían una amenaza de perturbación antisemita e incluso violencia. Ese engaño calumnioso quedó expuesto en las graduaciones que sí tuvieron lugar, donde los manifestantes enfatizaron que sus protestas no eran contra los judíos en general. Como comentó un observador, “estos activistas dejaron claro que en realidad son ‘¡antiantisemitas!’”.
ESTUDIANTES AMEMENAZAN EL CAPITALISMO
Los líderes de la clase dominante entienden que este movimiento estudiantil amenaza intereses mucho más allá de las universidades. Por ejemplo, Palantir es una corporación multimillonaria de California que suministra al ejército israelí tecnologías como la inteligencia artificial. El académico activista de la UCSB William I. Robinson citó el comentario del director ejecutivo de Palantir Alex Carp de que “las protestas en los campus universitarios no son un espectáculo secundario. Ellos son el espectáculo. Si perdemos la batalla intelectual, nunca podremos desplegar ningún ejército en Occidente”.
El profesor Robinson concluye que las protestas universitarias “son una amenaza directa a los intereses de la clase capitalista transnacional, al complejo militar-industrial-de seguridad-inteligencia y a la política exterior de Estados Unidos”. Agrega que “las universidades ahora sirven como un grupo de expertos para el capital corporativo transnacional. Las corporaciones subcontratan su investigación y desarrollo a las universidades”. No es de extrañar que el 7 de mayo la Casa Blanca emitiera una hoja informativa en la que anunciaba: “El FBI y el DHS han tomado medidas para ampliar y profundizar los compromisos con las fuerzas del orden en los campus y otros”.
La presidenta de Columbia, Shafik, es un ejemplo de administrador universitario al servicio de la economía política capitalista transnacional. La supremacía blanca no explica del todo por qué esta presidenta nacida en Egipto atacó tan brutalmente el campamento de solidaridad con Gaza. Esa acción también refleja su largo servicio a la clase que controla el capital financiero, para quien trabajó como ejecutiva para el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y más tarde para el Banco de Inglaterra.
En la lucha por defender Gaza, lo mejor de la humanidad se está levantando para enfrentar lo peor de la humanidad, expresado como un choque entre quienes quieren que la riqueza creada por la sociedad se utilice para el bien de la sociedad y quienes cometen asesinatos en masa para acaparar riqueza y poder. La nueva tecnología es parte de este choque. Los gobiernos y las corporaciones lo utilizan para matar a decenas de miles de inocentes. Los jóvenes revolucionarios utilizan las redes sociales para educar a los estudiantes, profesores y personal. Eso incluye enseñar que la lucha para defender a los palestinos de la agresión sionista es también una lucha de clases, porque es entre gobiernos y militares pro-capitalistas contra los palestinos y sus aliados, los cuales principalmente son de clase trabajadora.
Los campus son un sitio clave donde los combatientes pueden reunirse para estudiar la verdadera naturaleza de esta atrocidad y compartir lo que aprenden con otros en sus comunidades. Son una parte importante de una clase social a la que los capitalistas están desinvirtiendo en empleos, hogares y la vida misma e invirtiendo en guerras y policías brutales. La lucha para defender Gaza está ayudando a convertir a esta clase en una fuerza revolucionaria que eventualmente acabará con la amenaza de los matones fascistas y los capitalistas asesinos a los que sirven.
Publicado el 27 de junio de 2024
Este artículo se originó en Rally!
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