
Credit: Citizen Kepler
Por el Comité Electoral de la Liga de Necesidades Básicas
La indignación por las redadas del ICE y el despliegue de la Guardia Nacional y la Marina en Los Ángeles ha desatado un temporal de resistencia por todo EEUU. En Chicago, Nueva York, San Francisco y otras ciudades, decenas de miles de personas marcharon en solidaridad con los inmigrantes. El asalto del ICE y la detención del presidente del sindicato SEIU, David Huerta, dio vida a las protestas de sindicalistas de toda California. En San José, los sindicatos y familias inmigrantes se unieron a líderes de vivienda para condenar la criminalización no sólo de los migrantes, por parte de Trump, sino también de la gente sin hogar, por parte de los alcaldes locales y el gobernador de California. «Cuando todos nos unimos encontramos nuestro poder», dijo Huy Tran, líder del grupo de derechos de los inmigrantes SIREN. En Chicago, el alcalde Brandon Johnson luchó contra la intensificación de los despliegues del ICE. «Es una guerra contra nuestra cultura. Es una guerra contra nuestra democracia. Cuento con que todo Chicago resista en este momento, porque sea cual sea el grupo vulnerable contra el que se atente hoy, otro le seguirá.”
DEPORTACIÓN MASIVA
Estos líderes están señalando el camino hacia la solidaridad de la clase obrera, la única fuerza capaz de detener el empuje fascista. El ataque a los inmigrantes es la punta de lanza de la ofensiva. Se preparan para arremeter contra otros sectores de la clase. Pero la mayoría del pueblo americano sólo empieza lentamente a comprender su escala, ferocidad e implicaciones. Trump distrajo la opinión pública con la mentira de que sólo deportaría a «criminales» y «lo peor de lo peor». Pero sus acciones revelan sus intenciones:
– redadas en centros comerciales, escuelas, albergues, iglesias y lugares de trabajo
– declaraciones del director del ICE de que todos los indocumentados son delincuentes
– revocación del estatus de protección temporal a más de medio millón de residentes
legales
– los intentos de deportar a residentes permanentes legales
– la campaña para «desnaturalizar» a millones de ciudadanos estadounidenses
– una orden ejecutiva para derogar la ciudadanía por derecho de nacimiento
– la orden de Trump exigiendo una prueba de ciudadanía para votar
La deportación masiva de entre 15 y 20 millones de personas que prometió Trump sería el mayor desplazamiento de la historia de la humanidad, aparte de la Segunda Guerra Mundial. A pesar de los desafíos logísticos, los funcionarios están haciendo todo lo posible para lograrlo. A finales de mayo, Stephen Miller, adjunto de Trump, pidió al ICE que aumentara su cuota diaria de detenciones de 1,000 a 3,000 y que se propusiera deportar a un millón de personas para finales de 2025.
Ahora mismo, ICE está utilizando como arma datos sobre 700,000 personas que DOGE confiscó ilegalmente a las agencias de la policía federal, el Seguro Social, el IRS (Hacienda), Vivienda y Desarrollo Urbano y Salud y Servicios Humanos. Su propósito es establecer el ICE como policía política, acabar hasta con la pretensión de democracia, consolidar una dictadura corporativa y hacer la guerra contra el pueblo estadounidense. La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, aclaró el objetivo cuando afirmó que la solidaridad de Los Ángeles con los inmigrantes convertía a sus 3.8 millones de habitantes en una «ciudad de delincuentes».
LA UNIDAD DE LA CLASE TRABAJADORA
Aunque es evidente que la ofensiva antiinmigración se dirige principalmente a la gente de color, tiene en su mira específicamente a trabajadores de color de bajos ingresos. Mientras deportaba obreros, Trump puso en marcha un plan para vender la ciudadanía a inversores ricos, sin importar su procedencia. Los 48 millones de inmigrantes de EE.UU. son una parte inseparable de la clase trabajadora, especialmente del sector de bajos ingresos, presentes en nuestros lugares de trabajo, asociaciones de inquilinos, sindicatos, vecindarios y campamentos de personas sin hogar. Los trabajadores que se unen a las redes de respuesta rápida para defender a los inmigrantes se defienden a sí mismos luchando por la unidad de su clase.
La violencia y la saña de la ofensiva señalan la debilidad estratégica de la clase imperante. Sus super millonarios son un porcentaje minúsculo de la población; los trabajadores, a quienes roban, explotan y privan de derechos, somos cientos de millones. El ataque a los inmigrantes y al DEI son brutales, pero representan sólo el principio de la guerra contra los trabajadores de bajos ingresos. Buscan impedir que la gente se una contra los recortes planificados al Medicaid (700,000 millones de dólares), los cupones de alimentos (280,000 millones) y las ayudas al alquiler de viviendas del HUD (27,000 millones). La pobreza, la falta de vivienda y la miseria humana anticipadas están llevando a la gente a unirse sin importar raza, lengua o cultura. El papel de los revolucionarios, luchadores intransigentes por la comunidad y la compasión, es unirse a la batalla por la unidad de clase dondequiera que estalle, empezando por las personas más afectadas, y reforzarla paso a paso.
UN MUNDO BELLO
Si bien los tiempos exigen la solidaridad, los revolucionarios también tienen la responsabilidad de mostrar una visión clara para el futuro. Bajo el sistema de propiedad privada, tecnologías revolucionarias como la inteligencia artificial (IA) sólo traen desempleo, miseria y centros de datos que destrozan el medio ambiente. Pero una sociedad basada en la propiedad pública podría utilizar la asombrosa productividad de la IA para reducir la semana laboral, enriquecer nuestras comunidades y restaurar nuestro planeta.
Los revolucionarios difunden esta visión dondequiera que estén—los movimientos de salud, los sindicatos, la educación, el medio ambiente, la libertad reproductiva, la resistencia contra el genocidio. En su valioso manual, Abolish Rent, los dirigentes del Sindicato de Inquilinos de Los Ángeles describen desde su perspectiva el mundo por el que lucha la clase trabajadora: “Es una lucha por nuevas estructuras democráticas para gestionar y distribuir los recursos según nuestras necesidades. Es una lucha contra aquellos cuya riqueza y poder se logran a costa de nuestra desaparición. Los que ahora son más vulnerables a la violencia y la injusticia de nuestro sistema actual son los que más tienen que ganar con su destrucción y la creación de otra forma de vida. Queremos un mundo sin propietarios y sin alquileres. Queremos todo para todos”.
Las marchas masivas del «Día sin Reyes» del 14 de junio fueron una victoria para la democracia. Pero devolver a los Demócratas el control del Congreso—si es que se permiten las elecciones en 2026—ni abolirá el ICE ni detendrá el fascismo. Los oradores más visionarios nos instaron a ir más allá de oponernos a Trump y MAGA y llevar la batalla a las corporaciones y los multimillonarios. Ese es el camino hacia el mundo mejor por el que luchamos.
Publicado el 10 de julio de 2025
Este artículo se originó en ¡Agrupémonos!
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