“Muchos se están preguntando, ‘¿Qué hay que hacer para que la gente que acaparran el poder abra los ojos? Pero vamos a ser claros: ellos ya están conscientes. Saben exactamente lo que están haciendo. . . . los líderes no se pasan con los brazos cruzados. Están inventando tecnicismos y estructuras a propósito para su propio beneficio y seguir lucrándose con este sistema destructivo.” — Greta Thunberg hablando desde fuera de la Conferencia COP 26 en 2021
El movimiento por el clima está pasando por un momento decisivo, al igual que el movimiento contra los asesinatos policiales y el complejo carcelario-industrial, el movimiento por el agua potable para todos, el movimiento por la educación pública y el que apoya un sistema de salud público. Todos están ante un momento crítico.
Después de años de acción intensa y gran sacrificio exigiéndole cuentas al gobierno y las corporaciones, llevando a cabo enormes demostraciones, huelgas, desobediencia civil y campañas para educar y concientizar a los legisladores y jefes de corporaciones, ahora queda claro que no es suficiente, que ya no dan resultados.
El movimiento por el clima, y todos ellos, confronta la realidad de que los políticos, los dueños corporativos y las organizaciones promovidas como “dirigentes” no sólo se desempeñan demasiado lento, sino que a propósito dan marchan atrás, actuando en contra de las necesidades de la gente y del planeta. Como Michael Jackson con su moonwalk, nos quieren hacer creer que caminan hacia adelante cuando en verdad están retrocediendo.
Los activistas se van dando cuenta de que la lucha para salvarnos no es asunto de debate, sino uno de poder para poder hacer lo que hace falta.
Ahora le toca a la sociedad organizarse para desposeer a las corporaciones, convertir su patrimonio en bienes públicos y declarar ilegal la propiedad privada de recursos naturales y sociales. Ya es hora de hablar de cómo ponerle fin a la economía corporativa-del mercado-de las mercancías y crear una en base al valor verdadero de las cosas y los procesos, una que favorezca la humanidad y el planeta.
No hay alternativa. Tenemos mucho que aprender hoy día del movimiento abolicionista contra la esclavitud. La esclavitud no se acabó convenciendo a los esclavistas de su mal paso, sino con un nuevo gobierno que los despojó y declaró ilegal la propiedad de seres humanos. Ese gobierno tuvo sus inicios como movimiento.
Toda crisis, desde los asesinatos policíacos al agua tóxica, el creciente desamparo y desplazamiento de la gente y la catástrofe del clima, es impulsada y financiada por el poder corporativo y los dictados del mercado. Todo intento de resolver estos graves problemas enfrenta directamente el obstáculo del poder corporativo o, más a menudo, del gobierno y el estado desempeñándose en nombre de las corporaciones.
Y no sólo ignoran lo que bien saben ser la voluntad del pueblo, sino que los líderes de ambos partidos están activamente convirtiendo a Estados Unidos en una dictadura corporativa, suprimiendo no sólo el voto y la protesta, sino también obligando a las instituciones democráticamente elegidas como gobiernos locales a cumplir los mandatos de poderosos grupos inversionistas. El fascismo no es sólo una ideología del odio, también es un negocio: una campaña agresiva para poner todos los aspectos de la vida bajo el control corporativo, objetivo que un gobierno unido a la gran empresa lleva a cabo a la perfección.
Además de la potente presión de las masas y las campañas electorales ya en marcha y de los valientes luchadores operando dentro del Partido Democrático para hacerlo responsable ante el pueblo, es necesario que los movimientos discutan cómo van a unirse y organizarse para convertirse en un nuevo tipo de gobierno. Ningún movimiento puede tener éxito aislado de los demás.
Un movimiento se prepara para gobernar declarando sus metas mediante una plataforma. Se organiza en base a esa plataforma para utilizar el sistema electoral, combinado con la presión a nivel de la calle, yendo puerta a puerta escuchando y organizando la comunidad y trabajando con concilios comunitarios para lograr el poder político. Es decir, forma un partido político cuyos objetivos y estrategia son su plataforma.
Para lograrlo, primero tiene que participar en la discusión de aquellos comprometidos en serio. Un proceso así de complejo, enfrentando un contrincante tan intransigente, requiere la ponderación y el estudio estratégicos.
El proceso de la revolución política es uno de despojarle la propiedad a una clase y declararla no ser ni privada ni propiedad.
Para muchos, esto es un imposible o por lo menos algo para un futuro bien lejano. Dirán que es un proyecto utópico, que no existe una alternativa realista al capitalismo, que es demasiado ambicioso, que la naturaleza humana lo hace imposible.
Nada de eso es cierto. Si lo creemos, es porque se ha gastado miles de millones de dólares y siglos de guerra psicológica para hacernos creer que no hay alternativas. El capitalismo y la propiedad privada tuvieron un principio y tienen un final. La naturaleza abarcadora de la crisis actual muestra que hemos llegado a esa etapa final. El capitalismo es violento. La carencia es violenta. Necesitamos un cambio.
Muchos jóvenes están expresando una profunda desesperación, pero la revolución no es ni imposible ni opcional. Ni tampoco está en un futuro bien lejano.
¿Por qué decimos que estamos en una revolución?
La revolución es mucho más que tomar el poder político. Un proceso revolucionario empieza cuando la tecnología para producir las necesidades de la vida cambia al punto de chocar con la estructura social de la distribución de esas necesidades y destruye el tejido social.
Y eso es precisamente lo que se está viviendo hoy. La introducción del microchip en la industria a principios de los años 70 inició una revolución tecnológica que socavó los cimientos no sólo del capitalismo, sino de la propia propiedad privada.
El fundamento estructural del capitalismo radica en la compra de la capacidad laboral humana como mercancía, pagándole a los trabajadores lo suficiente para comprarse algunos de los bienes que producen y volver al trabajo a generar más ganancias para la compañía.
Un nivel tecnológico que sustituye al ser humano en todas las fases del ciclo productivo rinde esta economía obsoleta y constantemente reduce los salarios reales, es decir, el valor y el precio del trabajo. Por eso, en medio de tanta vivienda vacía, tenemos personas con trabajo a tiempo completo que no tienen hogar.
Estamos inmersos en un proceso revolucionario. Desde mediados de los años 70, hemos estado viviendo diversas etapas de ese proceso—tecnológica, económica y de destrucción social a que responde el pueblo, esto último siendo la dinámica que define una revolución social. Estamos a las puertas de la revolución política—el surgimiento de nuevas fuerzas y partidos sociales y la lucha por el poder para lograr nuevas metas.
No se ha desperdiciado ninguna de nuestras luchas. Cada paso ha dejado más claro lo que hay que hacer y lo que enfrentamos, acercándonos más a la batalla final para acabar con la propiedad privada y seguir adelante, cooperativamente, con nuestras metas climáticas, creando una sociedad que, como principio básico, incluye todas las especies.
El Partido Republicano de la Abolición asumió el poder a los seis años de su fundación en 1854, y sólo tenían el telégrafo. Hoy, tenemos una tecnología de comunicaciones asombrosa. Tenemos un plazo de sólo ocho años antes de que estalle la catástrofe climática. Es un horario corto y, por lo tanto, acelerado.
mayo/junio 2022. vol.32. Ed3
Este artículo originó en Rally, camaradas!
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