Hay una polarización en EE.UU. pero no es principalmente entre los dos partidos políticos o entre los estados republicanos y demócratas. Hay en marcha en la sociedad una polarización más profunda entre la riqueza y la pobreza que se refleja en las desigualdades que el capitalismo ha creado en torno al derecho al voto y el cuidado de uno mismo, los hijos y los padres mayores. Cada vez más de nosotros reconocemos que ya no se puede dar por dado caminar con seguridad por la calle o dormir en paz en el hogar—si uno tiene hogar—sin la amenaza de que la policía entre y mate a uno. Mientras el mundo celebra el Día Internacional de la Mujer en marzo del 2022, puede ser que las mujeres “sostengan la mitad del cielo”, como dice el proverbio chino, pero ahora mismo la humanidad y el futuro de nuestra tierra depende de su liderazgo dentro de la clase social global y multinacional que no puede sobrevivir a menos que la humanidad encuentre una nueva forma de vivir.
La desigualdad de géneros forma parte del desarrollo histórico del capitalismo. Tenemos un sistema de propiedad privada en que se acumula la riqueza social en manos privadas mientras se obliga a la gran mayoría a trabajar o perecer de hambre. Los “sin propiedad” siempre han trabajado, como obreros asalariados, trabajadores domésticos o esclavos y siempre han sido desproporcionadamente mujeres. Hoy las mujeres componen dos terceras partes de la fuerza laboral del mundo.
¿Qué es nuevo? Mientras crece la tecnología digital aplicada a todas las ramas de la producción, la única forma en que la propiedad privada corporativa puede seguir generando ganancias es reemplazando la labor humana. Sólo se puede hacer fortunas saqueando y especulando. La crisis financiera de 2008 y el derrumbe económico de las economías mundiales en los tiempos del Covid son señales del fin de este sistema económico.
Los dueños de la riqueza mundial no pueden resolver los problemas de dicha economía. La gente no puede comprar sus necesidades sin acceso al dinero que adquieren trabajando. Antes de la pandemia, más del 80 por ciento de los trabajadores norteamericanos estaban viviendo de un pago al próximo. El Covid ha acelerado la polarización entre la riqueza y la pobreza. En el 2020, el capital especulativo robó más que nunca antes de la riqueza social del mundo, mientras empobrecía a millones de personas alrededor del planeta. Ni la humanidad ni la tierra pueden sobrevivir un sistema tan disfuncional.
La continuación de la sociedad y el planeta ahora depende mayormente de los sectores de la sociedad que no tienen nada que perder. Se ha dicho durante la pandemia que los trabajadores son “esenciales” porque garantizan la vida. La mayoría de los trabajadores dizque “esenciales” de hoy día son mujeres. Los cuidadores están en el centro de una nueva fuerza social en la sociedad. Han muerto cuidadores de ambos géneros, dejando a más de 140,000 niños huérfanos en EE.UU. sólo debido a la pandemia. El liderazgo de las mujeres es esencial para una nueva unidad basada en tener las mismas necesidades.
Las mujeres y el fascismo global
Nuestra sociedad se ha convertido en una dictadura corporativa que desvaloriza la vida. La gran mayoría de la población mundial es interdependiente. Pero para el capitalismo, el valor de la vida humana se basa en el valor de la fuerza de trabajo. Los gobernantes no pueden permitir la igualdad económica. Tampoco pueden consentir que la mayoría de la humanidad crea relaciones sociales que se consideran necesarias para asegurar nuestro futuro. A eso se debe el terrible impacto de la pandemia sobre la vida humana mundialmente.
Sin embargo, nuestra interdependencia también es nuestra salvación. Los líderes de movimientos sociales empiezan a entender que objetivamente tienen lazos mutuos. Por todo el planeta, son las mujeres que han mantenido unidas a las familias y la sociedad durante épocas de esclavitud, migraciones, pandemia y guerra. Han tenido que luchar por la vida mayormente fuera del sistema de la esclavitud asalariada y enfrentando las relaciones corporativas de propiedad privada. Su ubicación en el creciente movimiento por las necesidades básicas sitúa a las mujeres en la vanguardia de la transformación societaria.
Los jefes del capitalismo se ven obligados cada vez más a depender de estructuras estatales fascistas para controlarnos. Los ataques contra los derechos reproductivos y otras formas de violencia de género están en el centro del creciente fascismo social. Se hizo viral el discurso de graduación de la escuela secundaria de Paxton Smith respondiendo al nueva ley en Texas del “latido del corazón” (heartbeat bill): “Millones de nosotras … (ahora) tenemos … seis semanas para tomar una decisión … de si podemos asumir la responsabilidad de traer otro ser humano al mundo. Sin nuestra participación ni consentimiento, nos han arrebatado el control sobre (nuestro) futuro … Espero que ustedes puedan sentir … lo deshumanizante que es … Yo no puedo … promover la complacencia y la paz cuando hay una guerra contra mi cuerpo y contra mis derechos, una guerra por los derechos de tus madres, tus hermanas, tus hijas”. Esta joven sabe lo que está en juego. No permitirá que la hagan responsable por las faltas de la sociedad.
La constitución de EE.UU. nunca ha dado cabida a la igualdad económica ni protege la igualdad de derechos independientemente del género del individuo. Ahora mismo, una de cada tres mujeres sufre la violación, la violencia mental o la violencia física. En los Estados Unidos, las mujeres de color y LGBTQ enfrentan la tasa de violencia más alta. El 2021 ha sido el año más mortífero en EE.UU. por la violencia transgénica. Las mujeres, especialmente las mujeres negras, viven la vigilancia militarizada de la policía. La muerte de Breonna Taylor, mujer negra de 26 años y personal técnico en una sala de emergencias, se convirtió en una fuerza movilizadora para el movimiento en contra del terror policíaco en este país. Los movimientos tales como MeToo#, en contra de los ataques contra el derecho al voto, respondiendo a la militarización de la frontera y el encarcelamiento de los niños inmigrantes, además de las luchas por el agua, la atención médica, la educación pública y la destrucción del planeta: todos se distinguen por el liderazgo de mujeres proletarias.
Estos movimientos nunca han podido separar los derechos sociales y políticos de los derechos económicos. La violencia transgénica es una de las causas principales de quedar sin hogar. Las que más sufren de la violencia de genero racializada se vuelven líderes de la nueva clase de trabajadores empobrecidos, la única con la capacidad de reestructurar la sociedad en beneficio de la vida. Para tener control de nuestra vida y la de nuestras familias y comunidades, esta fuerza colectiva social tiene que imponer demandas al gobierno y, en última instancia, ser el gobierno.
El camino a seguir para la humanidad es establecer una economía cooperativa que invierte nuestra riqueza social en defensa de la vida y la salud del planeta. Hay que desenmascarar cualquier fachada de “derecho a la vida” que no lo exija, exponiéndolo por lo que es, una apología de las fuerzas de la muerte y la destrucción. Lo nuevo es que la sociedad en su conjunto tiene que encontrar la forma de consciente y colectivamente hacer lo que históricamente se le obligó hacer a la gente expulsada del sistema de propiedad privada para poder sobrevivir. El papel de los revolucionarios es la reconstrucción. Participamos con y dependemos de los líderes luchando por nuestras necesidades en común. En nombre de los padres, cuidadores y trabajadores esenciales de todas partes, les deseamos un ¡Feliz Día Internacional de la Mujer! AC
marzo/abril 2022. vol. 32. Ed2
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