“Al cooperar y cuidarse unos a otros, las personas sin hogar muestran a las personas con vivienda de qué se trata la humanidad “. – Mike Zint, fundador de First They Came for the Homeless, en Berkeley.
Entre 30 y 40 millones de inquilinos estadounidenses, al menos aquellos que ya han logrado no ser desalojados, corren el riesgo de ser desalojados y quedar sin hogar cuando se prevé que las últimas moratorias de desalojo estatales y federales expiren entre julio y septiembre. Muchos de ellos, principalmente los llamados trabajadores esenciales, han estado viviendo en un estado permanente de ansiedad insoportable desde que comenzó la pandemia, enfrentando repetidas fechas de vencimiento de moratorias con solo prórrogas de última hora y, en muchos casos, sin prórrogas en absoluto. Hasta la fecha, solo se ha pagado una fracción de los fondos federales de ayuda con la renta, diseñados para evitar el desalojo.
Criminalización
Los inquilinos están aterrorizados por el desalojo. Las personas sin vivienda ya tienen una esperanza de vida unos veinte años menor que la media. Los inquilinos también están presenciando la intensificación de los barridos de campamentos por parte de las ciudades que afirman que pueden ignorar las pautas de los CDC ahora que la pandemia se maneja parcialmente. El 29 de junio, el Concejo Municipal de Los Ángeles votó 12-3 para redactar reglas que prohibirían acampar cerca de escuelas, parques, bibliotecas, guarderías, preescolares y refugios para personas sin hogar. Cubren áreas que amenazan la seguridad pública y prohíben que las carpas y los campamentos bloqueen las aceras.
El mismo día, la policía de Sausalito, California, desmanteló un campamento de 35 hombres, mujeres y niños con una excavadora. El 30 de junio, el alcalde demócrata de Sacramento, Darrell Steinberg, anunció un plan para obligar a las personas sin hogar irse a un refugio, ya sea que satisfaga sus necesidades o no. El candidato republicano para gobernador Kevin Faulconer comenzó su campaña con una plataforma para desmantelar los campamentos y obligar a las personas sin vivienda a “cambiar su comportamiento”.
La realidad es que el sistema se niega asegurar la vivienda que necesitan los seres humanos. Los programas de ayuda para la renta, las moratorias, otras medidas de ayuda para la pandemia y los programas de “vivienda de apoyo permanente” son necesarios, pero se basan en la idea errónea de que el sistema de vivienda es sólido y se autocorregirá una vez que la pandemia haya terminado y todas las personas desalojadas encuentran hogar. Nada puede ser mas lejos de la verdad. Incluso antes de la pandemia, la ciudad de San José, California, descubrió que dos o tres personas nuevas se quedaban sin hogar por cada uno que recibió alojamiento.
La verdadera causa de la crisis de la vivienda es que una economía capitalista no puede funcionar en una era de producción digital. Los trabajadores reemplazados por la automatización ya no tienen dinero para pagar el alquiler y el gobierno ya no está dispuesto a subsidiar viviendas para personas que la industria no necesita. Esta falla fundamental ha sido expuesta y agravada severamente por la pandemia de COVID-19 cuando decenas de millones de personas perdieron el trabajo y ya no pudieron pagar su renta. Una ola de preocupación inspirada por la pandemia obligó al gobernador de California, Gavin Newsom, a comprometerse a pagar el 100 por ciento del alquiler atrasado adeudado por los inquilinos y gastar $ 12 mil millones para albergar a las personas sin hogar. Esto apenas está raspando la superficie del problema.
Debido a que se niega a satisfacer las necesidades de la gente, el sistema está suprimiendo paso a paso el derecho al voto y el derecho a protestar, como parte de la transición del estado hacia una dictadura fascista. La criminalización de las personas sin vivienda sirve a esta transición al dividir y aterrorizar a algunos de los sectores más propensos a resistir.
Reformas Incrementales
El cambio es necesario, pero ¿qué tipo de cambio? Un artículo reciente de Andrej Helm, “Queremos una sociedad sin propietarios” se basa en el movimiento de vivienda de Berlín, que actualmente lanza una campaña para expulsar a los grandes propietarios corporativos y entregar sus edificios a la propiedad pública. Helm ofrece una breve historia del movimiento de vivienda de los siglos XIX al XXI e identifica tres tendencias: tecnocrática, reformista y socialista.
La posición “tecnocrática” ha sido y sigue siendo la tendencia dominante en el reciente movimiento de vivienda estadounidense. Consiste principalmente en promover incentivos fiscales y proporcionar “subsidios del lado de la demanda” (como el programa federal de vales de elección de la Sección 8) para hacer que la producción de viviendas “asequibles” sea rentable para los inversores. El principal ejemplo estadounidense es el llamado Crédito Tributario para Viviendas de Bajos Ingresos (LIHTC) promulgado en 1986. Pero LIHTC solo produce 100,000 unidades al año, mientras que hay una escasez documentada de 7.4 millones de unidades de ingresos extremadamente bajos solamente.
La tendencia “reformista” en el movimiento de la vivienda intenta abordar el fracaso obvio de las soluciones tecnocráticas buscando limitar las ganancias, regular los mercados de la vivienda, controlar el precio de la renta y expandir la vivienda pública y cooperativa, sin desafiar los principios operativos básicos del mercado. Los mejores ejemplos de este modelo son el movimiento de control de renta a nivel nacional, el número limitado de viviendas públicas todavía abiertas, y los diversos apartamentos de propiedad privada subsidiados por HUD en todo el país. El problema con muchos de estos proyectos es que son insuficientes y, cuando expiran sus condiciones de asequibilidad, ponen a comunidades enteras en crisis.
Una Sociedad Sin Terratenientes
La tendencia “socialista”, identificada por Andrej Helm, trabaja dentro de estos mismos movimientos para limitar las rentas y expandir las cooperativas y la propiedad social. Aún así, lo hace con el objetivo final de abolir por completo la propiedad privada de viviendas de alquiler. Las viviendas de ladrillo y mortero son relativamente económicas, especialmente con mejoras tecnológicas como la impresión 3D. La causa real de la inasequibilidad de la vivienda es el costo de la tierra, inflado artificialmente por la especulación de los capitalistas.
La propiedad de la tierra en los Estados Unidos de hoy está completamente corrompida por su legado histórico de robo, esclavitud, genocidio, concesiones de tierras a los magnates de los ferrocarriles, leyes racistas sobre la ocupación de las viviendas y la línea roja del siglo XX. Debido a que se basa en este edificio de explotación y opresión racial, toda la industria de bienes raíces estadounidense no tiene legitimidad moral. Las personas que creen en la vivienda como un derecho humano tienen la responsabilidad de comenzar a desmantelar este sistema, comenzando como la gente de Alemania con los propietarios corporativos más grandes.
Los revolucionarios trabajan dentro del movimiento práctico existente que lucha hoy por la vivienda. Ellos son o trabajan con personas que viven en campamentos y personas en los diversos movimientos cooperativos y de vivienda pública. No puede haber un movimiento de vivienda exitoso que no incluya a personas sin vivienda y, a su manera, los campamentos son uno de los pasos iniciales hacia la recuperación de tierras para satisfacer las necesidades humanas. Dondequiera que estén, los revolucionarios luchan por un enfoque revolucionario, no para arreglar un sistema de vivienda roto, sino para desmercantilizarlo y abolir los desalojos por completo. Los desalojos están rompiendo cualquier distinción que pueda existir entre personas alojadas y sin vivienda.
En última instancia, la única forma de desmercantilizar la vivienda es a través de la politización de la revolución social que ya está estallando en todo el país. Llevar esta revolución hasta el final requiere construir una organización de revolucionarios dedicados a imbuir al pueblo de una visión de la sociedad cooperativa que es posible hoy, que distribuye no solo la vivienda, sino todas las necesidades de la vida basadas en la necesidad humana en lugar del lucro privado. AC
septiembre/octubre.2021.Vol31.Ed5
Este artículo originó en Rally, camaradas!
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