El recién pasado 20 de abril Dan Patrick, Vicegobernador de Texas, emitió una declaración de guerra contra nosotros los trabajadores. Patrick le dijo descaradamente a Fox News: “hay cosas más importantes que vivir como tal, y eso significa salvar a este país”. Para ello, dijo el vicegobernador, Estados Unidos debería eliminar los pedidos a quedarse en casa para evitar el contagio del coronavirus y hacer que las personas vuelvan a trabajar y comprar para rescatar a los negocios, aunque ello provocase más muertes. Al hacer tan escandalosa declaración, Patrick se hizo eco de la afirmación hecha por Trey Hollingsworth, congresista de Indiana, quien dijo que el gobierno de los Estados Unidos confrontaba la opción de colapsar la economía del país, si esta continuaba paralizada, o perder más vidas por el virus; en cuyo caso, perder vidas sería “el menor de estos dos males”. Pero aún, hay más políticos dispuestos a sacrificar vidas para salvaguardar los intereses patronales. El 22 de abril, Carolyn Goodman, alcaldesa de Las Vegas, dijo a Anderson Cooper de CNN que si el gobierno estatal de Nevada eliminase las restricciones comerciales del COVID-19 en su ciudad, sus habitantes podrían servir como“ grupo de control” para investigar si dichas restricciones realmente protegen vidas. Al igual que un médico nazi que experimenta con la vida de los prisioneros, Goodman explicó que “cuando tienes un caso de enfermedad, le administras a un grupo placebo como el agua y azúcar, y al resto le administras una vacuna.” “Nos encantaría ser el grupo a quién le administras el placebo para poder tener algo contra lo cual podamos medir el efecto de nuestras acciones. “.
A estos políticos monstruosos no les preocupa que sus planes causen enfermedades y muerte a las personas, a cambio de agua azucarada. a ellos solo les interesa aumentar las ganancias para las corporaciones a quienes sirven.
No obstante, muchos trabajadores siguen luchando por la salud y seguridad laboral como necesidad básica. Entre marzo y mayo, hubieron 175 paros de resistencia espontánea contra las condiciones inseguras de trabajo causadas por el peligro de contagio con el coronavirus. El 1 de mayo, los trabajadores realizaron paros de resistencia simultánea a Amazon y otras compañías en varios estados. Otras paros huelgarios involucraron también a trabajadores de Baltimore Wastewater, Chicago’s Pizza Nova y United Scrap Metal, McDonald’s en San José, así como a trabajadores del Puerto de Oakland y el Departamento de Vehículos Motorizados de San Pedro.Una diversa fuerza de trabajadores en el sur del país también se ha unido a a esta lucha, a pesar de que las leyes sobre el “derecho al trabajo” han debilitado o impedido la organización de sindicatos obreros en sus lugares de trabajo. Para citar ejemplos, el 15 de marzo, los trabajadores de la biblioteca pública de Nueva Orleans se ausentaron de sus trabajos, utilizando sus licencias de enfermedad, poco más tarde, el 5 de mayo los trabajadores del desecho de la basura paralizaron sus labores y exigieron equipo de seguridad y pago por riesgos. En Houston, los camioneros bloquearon la Inter estatal 610, mientras los trabajadores abandonaron sus lugares de trabajo en la planta procesadora de pollos Perdue en Perry, Georgia (ver el Mapa Interactivo COVID-19 Strike Wave https://paydayreport.com/covid-19-strike-wave-interactive-map/) Para protegerse, estos trabajadores se ven obligados a violar las órdenes del patrono. Por otra parte, en varias ciudades del país, una oleada de personas sin casa continúan violando abiertamente las leyes de propiedad, ocupando casas vacías. Estos estadounidenses declaran que el bienestar de las vidas humanas es más importante que las leyes que protegen la propiedad privada. Esta situación nos prepara para aceptar la idea revolucionaria de que no hay garantía de sobrevivencia para los trabajadores, mientras la presente clase dominante continue en el poder político.
Nuestra clase dominante ha diseñado una escasez artificial de atención médica impulsada por el mercado. Si los recursos de esta sociedad, la más rica en la Tierra, se asignaran de manera más equitativa, no hubiera escasez de ventiladores y por el contrario tendríamos suficientes camas de hospital y médicos para todos los que necesitan atención. Ninguno de los planes propuestos por los partidos políticos dominantes pueden garantizar que nuestro sistema de salud existente funcione de manera moral, ya que un sistema de salud basado en la propiedad privada es fundamentalmente inmoral.La pandemia está ayudando a consolidar el nuevo fascismo que ha fusionado al gobierno con las corporaciones porque esta crisis de salud es parte de una crisis sistémica más grande.
La tecnología electrónica ha transformado la vieja base mecánica sobre la cual se desarrolló el capitalismo industrial, que una vez requirió que los capitalistas educaran y emplearan a una masa cada vez mayor de trabajadores por el bien de las ganancias. La producción automatizada ahora les permite generar más ganancias con menos trabajadores, produciendo una crisis de fábricas cerradas, campamentos de personas sin hogar y enfermedades pandémicas letales.
Un gobierno dominado por las empresas es parte del problema, no la solución. ¿Qué debería estar haciendo el gobierno? Primero, debe usar de inmediato los enormes recursos de este país para responder a las crecientes demandas de la gente por la atención médica, vivienda y suficiente dinero para satisfacer sus necesidades básicas durante esta crisis. La creciente energía social de estas luchas generalizadas proporciona la base sólida sobre la cual unificar y obligar al gobierno a hacerlo. Esa fuerza unida también podría obtener un primer paso importante: la nacionalización del sistema de atención médica, convirtiendo la propiedad privada en propiedad pública para operar en el interés de la sociedad en su conjunto.
No podemos permitir que nos empujen a luchar por lo que una vez fue en el pasado, debemos luchar por lo que puede ser. La clase dominante y su sistema capitalista pueden ser reemplazados por una sociedad que utiliza las tecnologías actuales para producir y distribuir alimentos, viviendas y atención médica en función de las necesidades de las personas, no basado en su capacidad de pago. Los revolucionarios tienen la responsabilidad de discutir y compartir esta manera de mirar la situación junto con los combatientes que luchan por lograr que el gobierno haga lo que tiene que hacer para proteger nuestras vidas primero.